domingo, 20 de enero de 2008

BINIZA (Voces al viento, en zapoteco): Regina, Rodrigo, Timoteo y Vázquez Chagoya, en la mira del Gobierno de Veracruz. ¡Vaya libertad de información!


Todavía no se cierran las heridas, ni la tierra se asienta sobre la tumba de Doña Ernestina Ascensión, violada, estrangulada, pero antes torturadas por miembros del Ejército Mexicano. La tumba de la injusticia en un pueblo de la sierra de Zongolica, no termina ante la impunidad del estado mexicano. Más vale proteger los atropellos de los cuerpos de seguridad, que meter orden.

Doña Ernestina, al fin indígena, víctima de la pobreza, de 73 años, no se le hace justicia por orden del presidente Felipe Calderón, quien como buen doctor la mató de gastritis para proteger a su ejército verde. ¿Cómo ordenar combatir el narcotráfico con los mismos que lo hicieron crecer y lo protegen?

Las averiguaciones del ejército y de la Procuraduría de Justicia de Veracruz, apuntaban a que soldados habían violado y matado a Doña Ernestina. Posteriormente, unos violentos grupos de la sierra de Zongolica, rapa montes, a quien nadie mete a la cárcel, enseguida exigieron que el ejército saliera de la sierra de Zongolica. A partir de ahí, el ejército se echó para atrás. La seguridad nacional primero.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, "La Celestina" nacional, salió en defensa del ejército y del presidente Calderón, diciendo que la indígena había muerto por males de su edad. Cuestiona a la justicia de Veracruz y ésta se defiende, pero termina cediendo ante el poder presidencial y del ejército.

Después de la debilidad de las autoridades de Veracruz, viene la embestida hacia los verdaderos culpables de la muerte de Doña Ernestina: los periodistas. Tomar fotos, hacer reseñas, denunciar, parece que en Veracruz es un delito. Se inició averiguación previa contra los periodistas Regina Martínez y Rodrigo Vera, del semanario PROCESO, por difundir imágenes de Doña Ernestina en la plancha mancillada y llena de sangre.

Este día, la misma Comisión Estatal de los Derechos de los Periodistas, creada por el gobierno estatal, denuncia y exige justicia sobre el atropellamiento del hermano del corresponsal del Diario AZ en Huatusco, en el puerto de Veracruz. También exige el esclarecimiento de los dos asaltos del corresponsal del periódico La Jornada en el puerto, coincidentemente el medio que difunde la averiguación en contra de Regina Martínez y Rodrigo Vera, iniciada por la Procuraduría de Justicia del Estado de Veracruz.

La embestida no para ahí: por órdenes del gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, se ubican policías vestidos de civil a vivir cerca de nuestro domicilio, para intervenir los teléfonos y seguir nuestros vehículos con el fin de hacer daños a este autor y a su familia. Nunca habíamos recibido tal categoría por nuestras críticas. No sabíamos que nuestra cabeza tiene precio. Sólo pedimos que como caballeros de honor (si lo tienen) no se metan con la familia.

El destino de cada quien es morir, pero morir con dignidad. Hasta el último aliento, sin rencor, sin protagonismos, pido analicen mis columnas para que se sepa porqué se dan semejantes órdenes. No vayan a salir que los hombres de negros nos ejecutaron por estar metidos en el negocio, siendo el principal crítico de ellos. No estamos acostumbrados a denunciar hechos en contra de nosotros y de la opinión publica, y los periodistas lo saben.

Nos metimos al periodismo sabiendo los riesgos. Sabemos que después de una sangre, vienen otras. Que en los tiempos de Roma se invita a cenar al que va a morir y los asistentes engañan con la verdad. No hay de otra. La embestida contra Regina, Rodrigo, Andrés Timoteo, contra nosotros, tiene un sólo patrón: la intolerancia asesina.

Si cree el gobernador que avanza con semejantes medidas con tal de presionar para callar la crítica, sólo da pie a que sus enemigos verdaderos cumplan sus deseos. Adelante: no culpamos ni a Yunes, ni al ejército, ni a los ZETAS, tampoco a los Cirilos, sólo a Fidel Herrera Beltrán y a Javier Duarte de Ochoa. Les queremos evitar las esquelas hipócritas y que se sientan los muertos, ni salgan con apapachos y becas para los hijos.

No hay necesidad de Ministerios Públicos, ni servicios periciales. Tampoco incineración de cuerpos apresurados. Los asesinos caminan por Palacio de Gobierno y en la Secretaría de Finanzas.

Juegan al vivo, cuando piensan en la muerte. Suerte, matadores.

Fuente: AIPIN

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