miércoles, 24 de julio de 2013

La inteligencia - Columna semanal de Sergio Aguayo


Para Rosario Green, por su justificado emeritazgo.

La detención del Z-40 confirma que mejora la capacidad de planificar y producir inteligencia en el área de seguridad. Si el hecho se transforma en patrón, estamos en un parteaguas.

El 17 de julio se realizó en El Colegio de México la primera sesión pública del "Seminario sobre la violencia en México" (grabación y sinopsis del evento, disponibles en violenciaenmexico.colmex.mx).

Participaron 11 académicos -Cristina Herrera, Raúl Benítez Manaut, Lorenzo Meyer y Mónica Serrano, entre otros- y 10 expresaron, desde sus respectivas especialidades, su preocupación por la falta de información confiable sobre el fenómeno de la violencia, ya que una amenaza mal diagnosticada puede convertirse en una pesadilla.

Para entender dónde estamos, hay que evaluar al gobierno de Felipe Calderón, quien siguió un estrategia valiente, aunque imprudente. Son dignas de elogio su bravura y determinación para lanzarse contra el crimen organizado; pero fue suicida la mediocridad de la planificación, que en parte se originó por el empleo de una pobre inteligencia (así se califica la información procesada).

A mediados de 2008, en una entrevista concedida a Javier Moreno de El País (15 de junio), el mismo Calderón reconoció la pobreza del diagnóstico: "Cuando llegué a la presidencia, [el] alcance [del narco] era ya insostenible. Llegué al quirófano sabiendo que el paciente tenía una dolencia muy grave; pero al abrirlo nos dimos cuenta de que estaba invadido por muchas partes y había que sanarlo a como diera lugar". Esa ignorancia sobre el estado del "paciente" antes de que empezara la cirugía es un reconocimiento de la irresponsabilidad y frivolidad con que se manejó el expresidente. En febrero del siguiente año, Leslie Bassett (ministra consejera de la embajada de Estados Unidos en México) envió un cable a Washington donde señalaba tajantemente la limitada "capacidad de recolección de información" mexicana, para luego añadir que los "organismos de inteligencia" apenas empezaban -dos años después de iniciada la guerra- a "desarrollar la capacidad" que se requería para un seguimiento efectivo de los "cárteles mexicanos". La misma idea aparece en al menos otros seis cables de la misma embajada y fueron difundidos por Wikileaks.

La inteligencia es un alimento indispensable para los comandantes en jefe. Los Aliados se tardaron un año en planificar el Día-D, la invasión de Normandía en junio de 1944. La inteligencia y el conocimiento especializado fueron los protagonistas en esa (y otras batallas): por las peculiaridades del desembarco, sólo podían hacerlo con marea baja y luna llena; en consecuencia, la decisión estuvo determinada por los pronósticos del equipo de asesores meteorólogos de Eisenhower.

Puestos a comparar con otros capítulos de historia militar, la estrategia de Calderón sería el equivalente de la famosa y sangrienta Carga de la Brigada Ligera, hecha por la caballería inglesa durante la Guerra de Crimea (1854), y considerada paradigma de bravura irresponsable, y ejemplo de lo que puede salir mal cuando se carece de información militar precisa.

Estos antecedentes permiten valorar la manera como capturaron al Z-40. Aun aceptando la posibilidad de que Washington hubiera contribuido con alguna información (eso declararon algunos funcionarios al New York Times) y reconociendo los avances que pudieron haberse hecho en la última etapa del gobierno de Calderón, la Marina realizó una acción de comando limpia y precisa porque tenía la inteligencia debida en el momento adecuado. Se justifica entonces el autoelogio lanzado por el presidente Enrique Peña Nieto: "Cuando hay coordinación, [...] uso de inteligencia y de tecnología [...] se pueden tener resultados de manera muy eficaz". En efecto, la inteligencia tiene cualidades terapéuticas: es un elíxir ideal para entender lo que está pasando y para el diseño de estrategias bien enganchadas con la realidad.

Es pronto para un repique de campanas nacional. Seguimos sin tener un mapa claro de cuánto sabemos y cuánto ignoramos sobre cada tema. En el seminario arriba mencionado, Luis David Ramírez, sociólogo de El Colegio de México, describió la experiencia más común entre la comunidad académica: "[la violencia] nos explotó en la cara. No estábamos preparados [para interpretarla y explicarla]". En efecto, la academia y el periodismo tienen el enorme reto de entender la violencia para explicar sus múltiples caras. Y los diferentes niveles del Estado mexicano tienen que hacer sus tareas apoyándose en el conocimiento especializado.

Ignoro si la detención del Z-40 sea un antes y un después en las capacidades que tiene el Estado para enfrentar las amenazas a la seguridad nacional. Pero es una buena noticia que confirma el papel estratégico que tiene el conocimiento especializado. Es de inteligentes apoyarse en la inteligencia.

Colaboraron Paulina Arriaga Carrasco y Marcela Valdivia Correa.

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