martes, 31 de mayo de 2011

La crisis alimentaria mundial es el inicio de la debacle global del sistema capitalista: Bartra


YADIRA LLAVEN

“La crisis alimentaria mundial es resultado de la degradación y escasez de las condiciones naturales y sociales de la existencia humana, del encarecimiento de los recursos vitales y del cambio climático pero, en gran medida, es provocado hasta en 50 por ciento por la especulación financiera que obliga a más de mil millones de personas a dormir con el estomago vacío”, aseveró Armando Bartra.

Lo anterior, aseveró, es el comienzo de la debacle global del sistema capitalista.

Bartra estuvo en Puebla la tarde del viernes para ofrecer una conferencia magistral como cierre de las actividades del octavo Congreso Nacional de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales (AMER) “Campesinos y Procesos Rurales: Diversidad, Disputas y Alternativas”, que tuvo como sede a la Universidad Autónoma de Puebla (UAP).

El profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana–Xochimilco y coordinador del suplemento La Jornada del Campo, de La Jornada, informó que, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en 1992 se calculaba que en el mundo había 848 millones de personas que se iban a dormir mal comidos.

En 2008 la cifra aumentó a 930 millones de personas, y para 2011 el número de hambrientos ya rebasa los mil millones.

Planteó que la crisis actual no es una crisis de coyuntura, sino de época, pues confluyen el agotamiento del modelo neoliberal de desarrollo, del sistema económico capitalista y del orden civilizatorio urbano e industrial.

Del encarecimiento de los alimentos aseveró que es provocado por un capitalismo que trata como mercancías al hombre y a la naturaleza, y se expresa en la especulación del dinero en las periódicas contradicciones internas del sistema económico; por lo tanto, afirmó que el proceso que se vive es una fractura de orden civilizatorio y en ella confluyen, señaló, el cambio climático, la encrucijada energética, el aumento de la pobreza, el descrédito de la política, las pandemias y las guerras.

Ante un abarrotado Salón Barroco del edificio Carolino, expuso que la crisis alimentaria es un eufemismo para referirse al hambre, flagelo que la modernidad no erradicó, y que en el tercer milenio aseveró arremete encarnizado y global.

En vez de abundancia, el investigador señaló que el capitalismo trajo escases, pero de fondo la inaccesibilidad a los alimentos que sustentan nuestra reproducción biológica.

Hay quien dice –refirió– que hay comida en abundancia, pero no llega a la gente o le llega cara por la única razón de que los fondos de inversión y las trasnacionales agroalimentarias especulan con el hambre.

Citó que el director general de la FAO habla de una especulación exacerbada por la liberalización de los mercados, apreciación que confirma ampliamente que en el inicio de la crisis alimentaria, en 2008, Monsanto aumentó sus rendimientos 44 por ciento y Syngenta 28 por ciento.

Algunos sostienen, indicó, que la escasez relativa de alimentos es un invento, una ficción, un mito destinado a cubrir la verdadera causa de la carestía, que es la especulación; por lo tanto, la subida de los precios de los alimentos, abundó, está relacionada con el encarecimiento del petróleo y no con una baja de la producción, pues hay comida suficiente para alimentar a todos adecuadamente si fuera distribuida bajo otros patrones de consumo.

El especialista en desarrollo rural dijo convencido que la crisis no es de escases, no surge de un desequilibro real por una menor oferta y una mayor demanda. “No es un problema de producción, sino de acceso a los alimentos, y aquí en México la crisis alimentaria no es más que un problema de la estructura de comercio”.

También admitió que además de la serie de factores no especulativos que impactan sobre la oferta, la demanda y el precio de los alimentos está el cambio climático que provoca pérdidas agropecuarias, así como que una gran parte de las cosechas, de las tierras y las aguas se destina a la producción de agrocombustibles.

Debido a ello, expresó que las políticas del capitalismo canalla llevaron a México a que desmantelara una parte de su producción interna de alimentos, manifestándose en hambrunas y carestía por el creciente uso no directamente alimentario de algunas cosechas (empleo en forrajes y biocombustibles), y por la especulación resultante del oligopolio trasnacional que domina en la rama.

En el fondo de la crisis alimentaria, reveló, está la erosión histórica de la sociedad y la naturaleza operada por un capitalismo que no sólo es explotador, sino socialmente injusto y tecnológicamente insostenible.

Expuso que la magnitud del atolladero en que nos encontramos evidencia la imposibilidad de sostener el modelo inspirador del capitalismo salvaje de las últimas décadas, pero también resulta impresentable un sistema económico que no es capaz de satisfacer las necesidades básicas de la mayoría y, sin embargo, periódicamente tiene que autodestruir su capacidad productiva sobrante. “Y cómo no poner en entredicho a la civilización industrial cuando la debacle ambiental y energética da cuenta de la sustantiva insostenibilidad de un modo de producir y consumir que hoy por hoy devora 25 por ciento más recursos de los que la naturaleza puede reponer”. Y afirmó que no saldremos del atolladero alimentario por una vía posneoliberal, sino solamente a través de un gran cambio de rumbo.

En los pasados cuatro años, informó, 115 millones se sumaron a los desnutridos, y hoy uno de cada seis seres humanos está hambriento; pero en el contexto de la crisis de escasez, que amenaza repetir el libreto de las viejas crisis agrícolas, confirmó que “enfrentamos un severo margallate económico del tipo de los que padece periódicamente el sistema: una crisis de las que llaman de sobreproducción o más adecuadamente de subconsumo”, por lo que Armando Bartra advirtió que el contraste entre la presunta capacidad excesiva del sistema y las carencias de la gente será aún mayor en el futuro, en la medida en que se profundicen los efectos del cambio climático.

“Agravamiento por demás inevitable, pues el medio ambiental es un desbarajuste de incubación prolongada cuyo despliegue será duradero por más que hagamos para atenuarlo”, concluyó el profesor e investigador.

Fuente: La Jornada de Oriente

No hay comentarios: