miércoles, 29 de diciembre de 2010

Wal Mart me ha orillado a cerrar, pero no lo he hecho por la gente, señaló comerciante

JAVIER PUGA MARTÍNEZ / II DE IV

A principios de 2008, cuando Miguel Mora, propietario de la Farmacia Ocotlán, en Zacapoaxtla, Puebla, vio a la entrada de la Bodega Aurrerá en esta ciudad un carrito lleno de productos de su negocio con el ticket de compra que expidió hace unos días a un joven, apenas pudo sostenerse de pie y contener su coraje.

Había pasado muchos esfuerzos durante casi 35 años de trabajo para poder crear una farmacia única en esta región de la Sierra Nororiental de Puebla, donde incluso habitantes del municipio de Teziutlán –a más de 60 kilómetros de distancia–, así como vecinos de decenas de comunidades y rancherías llegaban hasta este negocio para solicitarle medicina especializada; gracias a su facilidad para conseguirla y seguridad para entregarla, esta farmacia ganó un amplio prestigio.

Eso le permitió a Miguel Mora abrir una pequeña sucursal, y a su casa matriz pronto le llegó la modernización con computadoras para llevar toda la contabilidad y los inventarios, el negocio se amplió y no se limitó a la venta de medicamentos y enseres de perfumería, sino que se convirtió en un amplio y bien surtido mini súper; se dio el lujo de abrir siete cajas registradoras para que los clientes hicieran menos tiempo en pagar sus productos, y llegó a tener casi a una veintena de trabajadores, todos de la región.

Pero fue justo hace tres años cuando el consorcio Wal Mart abrió una nueva tienda en Zacapoaxtla y aplicó una avasalladora competencia a Ocotlán y comenzó la debacle: de los 3 millones de pesos mensuales que llegó a facturar esta farmacia en su mejor momento, ahora difícilmente logra reunir 60 mil pesos y más difícil es pagarle a todos sus proveedores.

De las siete cajas registradoras que tenía se transformaron en dos, pues hace unas semanas dio de baja la tercera que tenía, y el número de empleados se redujo a cinco, contándolo a él.

Don Miguel, como lo conoce prácticamente toda la ciudad, aseguró que este ya no es un negocio rentable y que ha estado a punto de cerrar para irse a vivir a su rancho en Tenanpulco, de donde es originario. Sin problema alguno afirmó que podría dejar el local que ahora ocupa y vivir de arrendarlo.

“Pero me preocupa la gente, mi gente. ¿Qué van a hacer si cierro este negocio? Me da miedo despedir personal”, relató a La Jornada de Oriente.

Para este hombre la competencia con Wal Mart es simplemente imposible porque la trasnacional recibe muchos beneficios de los fabricantes, no sólo de medicinas sino de cientos de productos de consumo diario, que van desde los alimentos hasta los artículos de belleza y toda la gama que se puede encontrar en un supermercado.

“Wal Mart recibe todas las facilidades, sobre todo en caducidades, y los fabricantes hasta le hacen un descuento de 25 o 30 por ciento por el volumen de compra que hacen, pero si a mí se me caduca una medicina, un helado o un champú, ya me fregué”, criticó.

Tan sólo para que la empresa Holanda le cambiara un bote de helado de vainilla de un litro tuvo que pasar más de un año; en cambio, todas las empresas de helados no tuvieron empacho en cambiar de un día para otro todo el surtido de los refrigeradores de la bodega Aurrerá de Zacapoaxtla, luego de que ésta sufrió por muchas horas un apagón de energía eléctrica, uno de los que constantemente padece la tienda a decir de los habitantes.

“Y luego los proveedores me preguntan que por qué ya no les compro. Hasta parece burla”, agregó.

Durante el relato, don Miguel se da tiempo para compartir un café de la región; da un sorbo, porque el frío lo exige, e invita a los presentes y trabajadores hasta donde la jarra alcanza. Atiende a sus clientes, busca un producto, lo despacha, saluda a viejos amigos con los que recuerda alguna gloria del pasado y trata el tema de actualidad en la ciudad. La sonrisa y el saludo o la despedida efusiva siempre están presentes.

“Esa es la única forma que tengo de competirle a Wal Mart: la calidez en el trato. Aquí, en la sierra, estamos acostumbrados a saludarnos, a platicar entre nosotros porque no somos sólo clientes sino somos amigos, compadres, hermanos. Cuando tu vas al Aurrerá ni quien te salude, y si te pones a platicar con algún conocido que trabaja ahí, inmediatamente sale el gerente y lo pone a trabajar”, relató.

Y agregó: “¿cuántas veces a mi farmacia han venido a decirme que les fíe o que les perdone 10 pesos porque no les alcanza? ¡Y con gusto lo hago porque siempre me regresan a pagar! Quiero que algunos de los que dejaron de ser mis clientes y que ahora pasan con sus bolsas de Wal Mart sin siquiera voltear a verme vaya a Aurrerá y que les fíen o les perdonen 10 pesos en su cuenta”.

Pero si la presencia de Wal Mart y la caída en las ventas de la farmacia son ya un grave problema, éste se complica aun más con la presencia de los “inspectores” de la Secretaría de Salud, de quienes señaló sólo buscan un pretexto, algo que esté mal colocado para tratar de imponerle al negocio una multa de casi 800 mil pesos que, desde luego, se podría evitar con pago al “inspector”.

“Da coraje porque uno ha tratado de superarse, de tener lo mejor y así no se puede. Ahora con lo de la venta de antibióticos con receta nos vino a perjudicar todavía más. Antes tenía toda la bodega llena de cajas de medicina que se vendía muy bien. Ahora si vendo 10 o 20 productos diarios es mucho. La mercancía que va a caducar o me la tomo o se la regalo a los clientes y los empleados, lo prefiero a que se convierta en una pérdida. Pero en cambio, a los de la Bodega Aurerrá les cambian las medicinas y hasta les dan más. No soy el único, pregunte en Casa Villa, en Súper Gali, en todos los negocios va a ver lo que le van a decir...”, lamentó.

Verduras podridas

Pero no todos están de acuerdo con esa opinión: el propietario de una farmacia ubicada en la calle 5 de Mayo Norte, que prefirió reservar su nombre, asegura que “el sol sale para todos” y que si bien todo los habitantes de Zacapoaxtla van a comprar a la Bodega Aurrerá –“hasta los que se quejan de ella”–, al final todos los negocios tienen su clientela y no ha pasado mayor problema.

Este hombre se refirió a que la población de este municipio tiene sus preferencias comerciales bien definidas y saben qué comprar y dónde.

El comentario fue en alusión a que la gente dejó de comprar frutas y verduras en la Bodega Aurrerá de Zacapoaxtla, porque la población prefiere los productos frescos de la región y no “los vegetales podridos” que se vendían en el supermercado, ante lo cual la trasnacional decidió retirarlos en menos de un año.

Lourdes Jiménez, una mujer que tiene una recaudería justo frente a la Bodega Aurrerá comentó que a la población –incluida ella– que llegó a comprar a esta tienda le desagradó la verdura congelada y que al poco tiempo ya estaba podrida. Esa mercancía nunca tuvo comparación con la que podía conseguirse fresca y con mejor sabor en el mercado o en tiendas pequeñas, como la suya, a pesar de que Aurrerá puso ofertas como un kilo de cebolla a un peso.

Incluso a unos metros de Aurrerá está una especie de centro distribuidor de verduras, legumbres y frutas, donde varios camiones venden al mayoreo para pequeños distribuidores, que en camionetas van vendiendo por kilo esos alimentos en comunidades y rancherías.

Este lugar funciona sin problema alguno, y para sus comerciantes Aurrerá no les representa en absoluto una amenaza.

Algo similar está ocurriendo con la tortilla. Acostumbrados a una masa de maíz de mucho mejor calidad, los pobladores no terminan de convencerse de la clase de tortilla que Aurrerá les ofrece, hecha con harina Maseca, razón por la cual la empresa coloco un letrero gigante afuera de su tienda con el atractivo precio de 5.90 pesos por kilo, contra los 10 pesos por kilo en cualquier tortillería de la ciudad.

“También la van a dejar de vender, estamos seguro de eso, porque la compran a quienes no les alcanza, pero para que les sepa se comen dos o tres tortillas por taco, además de que se rompen con facilidad y al día siguiente ya no sirven”, comentó Jiménez.

Que Aurrerá haya dejado de vender verduras y frutas fue un duró revés que le propinó la propia población a la trasnacional, y si pasa lo mismo con la tortilla, será mejor, pero eso no va a aliviará del todo la alicaída economía de Zacapoaxtla, afirmó el líder de los comerciantes, Pedro Prado.

Mañana, en la tercera parte de este reportaje, la revancha de Aurerrá.

Fuente: La Jornada de Oriente

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