Jueves, 30 de Diciembre de 2010 00:00
Escrito por BBC Mundo
MONTERREY, NL. Con sólo 28 años, Erika Gándara es la única policía municipal en Guadalupe, en el norte de México. Nadie más se atrevió a convertirse en agente en esta localidad de unos nueve mil habitantes ubicada en Chihuahua, uno de los estados más golpeados por el crimen organizado. Y su caso no es único.
Según la fiscalía estatal, Gándara fue secuestrada el pasado jueves por un comando armado cuando se encontraba en su domicilio. Con su desaparición, Guadalupe se quedaba huérfana de policía municipal, una situación que afecta a más de 400 localidades en todo el país, según la Secretaría de Seguridad Pública.
La existencia de municipios sin cuerpos policiales propios no es nueva. Pero el crimen organizado acecha como nunca a pequeñas localidades, donde a menudo los policías municipales se han convertido en el blanco de los delincuentes.
Desde 2006, cuando el gobierno de Felipe Calderón intensificó el combate a los cárteles del narcotráfico, un millar de policías municipales han sido asesinados o han muerto en enfrentamientos con el crimen organizado, frente a los casi 700 policías estatales y 500 federales muertos en el mismo periodo.
Por eso, ser policía se ha convertido en una actividad demasiado riesgosa y mal pagada –el sueldo de la mayoría de los municipales apenas supera los 300 dólares al mes– que pocos están dispuestos a asumir en algunas partes del país.
“No pueden hacer frente a los criminales”
“La presencia y la capacidad de los criminales es tal que los policías, que están mal armados, no pueden hacerles frente”, explica a BBC Mundo Víctor Quintana, activista del estado de Chihuahua.
“Y estos son municipios de bajos recursos incapaces de pagarse cuerpos policiales”, añade este ex diputado estatal del Partido Revolucionario Democrático (PRD). Es el caso de Práxedis G. Guerrero, una localidad de apenas tres mil habitantes en la frontera con Estados Unidos.
Marisol Valles, de 20 años, es desde octubre la jefa de policía municipal en este pueblo, enclavado en el Valle de Juárez, campo de batalla de los cárteles de Juárez y Sinaloa, y a sólo una hora de viaje de Ciudad Juárez.
Asumió el cargo después de que la mayoría de los efectivos del cuerpo renunciaran. Valles, de apenas 20 años, lidera un equipo de 12 policías, de los cuales apenas 3 cuentan con armamento.
Con menos de 20 policías
La pequeña comisaría de Práxedis no dista mucho de las de otras localidades mexicanas. Según el gobierno federal, del total de dos mil 439 corporaciones municipales en todo el país, más de la mitad cuentan con un máximo de 20 policías locales.
“Formalmente, hay municipios que cuentan con autoridad policial, con unos cuantos elementos. Pero que estos sean capaces de defender a la población ya es otra cosa”, advierte Quintana.
“Hay lugares donde ha renunciado en masa todo el cuerpo policíaco y la población, ante la incapacidad de las autoridades, acaba deteniendo a los delincuentes o tomándose la justicia por su mano”, dice.
Como en Asunción, también en Chihuahua, donde el pasado septiembre residentes del poblado lincharon hasta la muerte a dos hombres que supuestamente habían secuestrado a una joven de 17 años.
¿Qué alternativas hay?
Más del 90 por ciento de los delitos que se cometen en México forman parte del llamado fuero común (homicidio, secuestro, extorsión) y son los cuerpos municipales y estatales quienes en teoría trabajan para combatirlos.
En la práctica, la falta de recursos económicos y humanos ha hecho que el ejército o la Policía Federal se hayan convertido en la única autoridad visible en algunos municipios.
“Ha sido indispensable recurrir a la atribución constitucional de las Fuerzas Armadas para preservar la seguridad interior y respaldar a la ciudadanía y a las autoridades locales en la indeclinable tarea de preservar la seguridad pública”, dijo Calderón en octubre, cuando firmó una iniciativa de reforma constitucional que pretende acabar con “la vulnerabilidad de los policías municipales”.
Su propuesta de Mando Único, enviada ya al Congreso, contempla que los más de dos mil cuerpos de policías municipales autónomos pasen a depender de cada una de las 32 entidades estatales.
Algunos opositores a esta reforma argumentan que, de aprobarse, los efectivos municipales podrían ser utilizadas como “policía política” por los gobernadores.
Pero el ejecutivo insiste en que éste es el único camino para evitar casos como el de Guadalupe, la localidad donde nadie sabe a ciencia cierta cuál fue el sino de su única agente de policía.
Fuente: La Jornada de Morelos
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