AMÉRICA FARÍAS OCAMPO
Puebla es el cuarto estado del país más vulnerable ante el cambio climático. La entidad sólo está antecedida por Oaxaca, Chiapas y Guerrero, según el análisis elaborado por la agrupación ambientalista independiente Greenpeace en su capítulo México.
De acuerdo con esta organización, la ubicación geográfica y las prácticas de los agricultores locales son las principales causas de que Puebla sea una de las entidades más vulnerables al cambio climático.
Esto prende focos rojos en el estado, ya que de acuerdo con el artículo “El cambio climático y la salud humana”, de la especialista del Instituto Nacional de Ecología (INE), Irina Ize Lema, el calentamiento global impactará negativamente a la salud humana a través de las olas de calor, el aumento de la contaminación, temperatura, daños físicos causados por eventos extremos o por vía indirecta como resultado de sequías, inundaciones y cambios climáticos que causan condiciones favorables para los agentes infecciosos: virus, bacterias o parásitos y sus agentes transmisores llamados “vectores”.
Los mayores impactos a la salud son los daños a las tierras agrícolas y asentamientos, así como la contaminación del agua potable que resultan de las inundaciones.
Esto implica un empobrecimiento del estado nutricional, especialmente en los niños, un aumento en las enfermedades diarreicas y respiratorias por condiciones de poca higiene, impactos a la salud mental e incluso liberación y diseminación de compuestos químicos peligrosos de sitios de acopio debido al aumento de las aguas.
La especialista resalta que por el cambio climático habrá variaciones en el riesgo de enfermedades y daños físicos.
Los riesgos incluyen: olas de calor y aumento en la contaminación, aumento en la frecuencia e intensidad de sequías e inundaciones, brotes de epidemias de enfermedades transmitidas por vectores y a través del agua. Enfermedades como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla y el cólera.
Por su parte, Adrián Guillermo Aguilar, en el artículo Los asentamientos humanos y el cambio climático en México, escenario futuro de vulnerabilidad regional, destaca que los mayores impactos que se prevén en el área de la salud por el calentamiento generalizado de la atmósfera son: aumento en la mortalidad y en los niveles de desconfort, debido a las altas temperaturas, y un cambio en la distribución de los vectores de varias enfermedades infecciosas, que se desplazarían a latitudes norte.
Revela que en México hay estudios que reportan índices de desconfort durante los meses de verano y primavera, que se extienden en las llanuras costeras y en la altiplanicie del norte, y que se pueden agravar con un cambio climático.
Subraya que, con temperaturas más altas, hay mayor probabilidad de episodios de contaminación atmosférica en niveles críticos.
Guillermo Aguilar señala que con el cambio climático hay una dispersión potencial de ciertos vectores característicos de zonas tropicales (mosquitos y otros parásitos) que trasmiten enfermedades infecciosas.
Un ejemplo de estas enfermedades pueden ser: malaria, mal del sueño, dengue, etcétera. Es decir, al alterarse las condiciones de temperatura y humedad ciertas enfermedades pueden desaparecer en regiones tropicales del sur y desplazarse hacia regiones de latitud norte, aumentando así su incidencia
El especialista explica que debido a que los diversos grupos sociales tienen diferentes dotaciones de recursos naturales, desarrollos técnicos o servicios públicos, su vulnerabilidad al cambio climático varía en el mismo grado. Por ello, cualquier alteración climática seguramente afectará, en primera instancia, las condiciones de salud en las zonas tropicales, subtropicales y algunas de las poblaciones menos protegidas en las zonas templadas.
Esto se debe a que los cambios climáticos afectarán la distribución del agua y la temperatura, las condiciones de humedad y la proliferación de microorganismos.
Casos atípicos en Puebla
En Puebla la evidencia de que el cambio climático está afectando ya a la salud de las personas es el aumento de casos de dengue hemorrágico en el estado, que es la clasificación más peligrosa de esta enfermedad, así como la aparición de brotes atípicos de este mal en la jurisdicción sanitaria de Chignahuapan, una zona donde no antes no podía sobrevivir el mosco trasmisor de este problema de salud.
De acuerdo con un reporte de la Dirección General de Epidemiología (Dgepi), de la Secretaría de Salud federal, entre octubre de 2009 y 2010, los casos de dengue hemorrágico en la entidad se dispararon 800 por ciento, mientras que los del tipo clásico incrementaron 180 por ciento.
Mientras en octubre de 2009 se notificaron sólo tres casos de este tipo de dengue, en octubre de 2010 el número de casos ascendió a 27.
El reporte destaca que los casos de dengue clásico en este periodo el número pasó de 550 a 995.
La subdirectora de Epidemiología de la Ssa local (SSA), Araceli Soria Córdoba, reveló que en 2009 se notificaron 53 casos de dengue clásico en las comunidades La Pila, Olintla y Francisco Osorno, del municipio de Hermenegildo Galeana, que pertenece a la jurisdicción sanitaria de Chignahuapan, que estaba catalogada por la Ssa local como una zona no endémica del dengue.
Reactivación de las enfermedades que ya estaban controladas
Durante la cumbre sobre el cambio climático convocada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Cancún, Quintana Roo a principios de diciembre del presente año, el secretario de Salud federal, José Ángel Córdova Villalobos, manifestó que las consecuencias del cambio climático sobre la salud ya son visibles en México.
El funcionario federal reveló que el paludismo y el dengue, enfermedades que ya se tenían controladas, se reactivaron con mayor fuerza debido al calentamiento global.
Además, advirtió, existe el riesgo de que vuelvan aparecer casos de problemas de salud erradicados en el país desde hace varios años como el cólera, la fiebre amarilla y el virus del oeste del nilo (VON).
Refirió que en México los efectos del cambio climático se han vivido con las lluvias torrenciales que han provocado inundaciones, una propagación mayor del dengue y un calor extremo que ha generado pérdidas en la agricultura.
Advirtió que existe un riesgo latente de que aparezcan casos de fiebre amarilla, una enfermedad que se transmite por vector (mosco) y que en México no se ha notificado ningún caso desde hace muchos años, pero que sí existe en países de Sudamérica y África.
El funcionario aseguró que el cambio climático representa riesgos epidemiológicos para la población, pues ha provocado que se reactiven males como el virus del oeste del nilo, que se transmite por un mosquito y causa encefalitis (inflamación del cerebro).
Este virus es común en África y Asia, aunque hay casos en Estados Unidos y algunos aislados en el norte de México como Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, razón por la cual se activó la alerta epidemiológica.
De acuerdo con Córdova Villalobos, por el cambio climático los alimentos en el país se descomponen más rápido y debido a las lluvias intensas y también a la corrupción en algunos municipios ha resultado difícil mantener una adecuada cloración del agua, lo cual “representa una amenaza, porque puede desatar cólera, que se tiene tan cerca, debido al caso en Haití y que ya empieza a recorrerse a otras partes del mundo.
“Se está cuidando la calidad del agua potable, las playas y sobretodo estamos muy atentos en detectar, entre las personas que cursan con diarrea, sí el vibrión del cólera está circulando y hacer los cercos sanitarios”, indicó.
Actualmente, –refirió– el dengue se ha propagado a 28 entidades, incluyendo centros y zonas turísticas, con excepción del Distrito Federal, Baja California, Chihuahua y Tlaxcala.
Fuente: La Jornada de Oriente
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