lunes, 29 de noviembre de 2010

Guerra al ánimo nacional

Viernes, 26 de Noviembre de 2010 00:00
Escrito por Guillermo Knochenhauer

Por tres frentes se ataca el ánimo colectivo de los mexicanos, orillados a una sensación de soledad, aislamiento y pérdida de sentido que tiende a convertirlos en espectadores sin iniciativa. El mexicano sufre la severa crisis económica y de desempleo, el miedo asociado a la crisis de inseguridad y los ataques a la ideología de la Revolución Mexicana.

Que el dinero no alcance y en toda familia haya desempleados provoca lo que Armando Bartra considera una implosión social, esto es, en vez de que el enojo que causa la frustración se dirija al gobierno que no ha respondido a las necesidades y expectativas de la mayor parte de la población, esa violencia contenida se desahoga en el seno de las familias y las colonias de las ciudades empobrecidas. La violencia intrafamiliar y la ruptura de tejido social en colonias y barrios es un grave problema que va en rápido aumento.

Gobernar con el miedo por delante es la única alternativa –decía Maquiavelo– para el príncipe que no consigue hacerlo con la entrega de su pueblo. El mayor resultado de la guerra que le declaró Calderón al narcotráfico, según confirman diversas encuestas divulgadas en estos días, es la difusión del sentimiento de inseguridad que, igual que la frustración del desempleo, provoca inmovilidad colectiva.

Según consulta Mitofsky, 83 por ciento de sus encuestados se sentía más seguro el año pasado; Gabinete de Comunicación Estratégica consigna que 84 por ciento siente que hay más violencia que hace un año. La inseguridad es considerada un mayor problema (42 por ciento) que el económico (36 por ciento), según GEA/ISA.

Mucho menos de la mitad de los encuestados por esas empresas cree que el gobierno le va ganando la guerra a los criminales, pero su éxito en atemorizar e inmovilizar a la ciudadanía, es contundente.

En medio de la doble crisis de desempleo e inseguridad, el gobierno panista y las plumas a su servicio –algunas de prestigiados historiadores– están empeñados en denostar la ideología que generó la Revolución Mexicana. Saben que el dominio sobre otros se ejerce mediante sus creencias, para no tener que recurrir siempre a la fuerza.

Ningún régimen emanado de una revolución deja de generar sus mitos, héroes e intereses. Francia los tiene, la ex Unión Soviética también, todas las naciones veneran e idealizan de su pasado lo que mejor les sirve en su presente. Son referentes de identidad y pertenencia que no explican pero sí fortalecen la nacionalidad.

En ese sentido es que a pesar de que ha sido traicionada y desviada, la Revolución Mexicana sigue viva: el periódico Reforma publicó una encuesta telefónica (18/11/2010) según la cual, 64 por ciento de la población siente “mucho orgullo” por la Revolución Mexicana.

Romper esos códigos que son parte de la cultura, sin que se hayan generado remplazos significativos para la mayoría, equivale a despojar a las personas de referentes vitales de pertenencia.

El ser humano –sostiene Carlos Obregón (La soledad y el Amor, Ed. Pensamiento Universitario Latinoamericano, México, 2009)–, necesita constantes reafirmaciones de su pertenencia a la familia, a la sociedad y a la naturaleza.

La falta de expresiones amorosas en la familia, de reconocimientos por aportaciones a la sociedad mediante ocupaciones útiles y de contacto con el ritmo y la vida en naturaleza, genera en la persona la sensación de aislamiento, que puede agravarse como soledad (que es el mal de nuestros tiempos, dice Obregón) y depresión que inmoviliza y convierte a la gente en espectadora que no ejerce iniciativas propias.

Los jilgueros del gobierno argumentan que en la memoria colectiva de la Revolución Mexicana hay demasiados legados que estorban la modernización (¿?) competitiva de la economía, de la política y de los anhelos sociales.

Cierto que el país ha dejado de actualizarse, pero no lo impide lo que se resalte del pasado en la memoria colectiva, sino un presente inicuo de entreguismo del gobierno a Estados Unidos (que empezó con el de Carlos Salinas y que los panistas han seguido paso a paso) y de ceder atribuciones y responsabilidades del Estado para ampliar los privilegios de pequeños, aunque poderosos grupos de interés.

México merece un futuro mejor. Lo que estorba no es el pasado por los momentos y realizaciones brillantes de la Revolución, más vivos en la memoria que en los hechos, sino la contrarrevolución en marcha desde hace 30 años, cada vez más agresiva.
knochenhauer@prodigy.net.mx

Fuente: La Jornada de Morelos
Difusión: Soberanía Popular

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