Pulso Crítico
J. Enrique Olivera Arce
Los candidatos a la gubernatura velan armas. Tras el registro y su aceptación por el Instituto Electoral Veracruzano, habrán de iniciar el sábado 15 de mayo sus campañas formales en pos del voto ciudadano, que definirá quién de los tres aspirantes gobernará a la entidad.
El reto es convencer. El objetivo, una mayoría de votantes potenciales ajenos a los partidos políticos y coaliciones en contienda, entre los que destaca un amplio espectro de jóvenes que ya sistemáticamente vienen dando la espalda a la elección de representantes populares. Mismos a los que los candidatos no tienen nada que ofrecer, como hasta ahora ha sido observado en las llamadas eufemísticamente “pre campañas”.
Poca importancia se le dio por parte de los precandidatos a la información que divulgara Sergio Vera Olvera, Vocal del Registro Federal de Electores en Veracruz, en torno al hecho de que 160 mil jóvenes contarán con mayoría de edad para inicios de julio, y 128 mil no tramitaron su credencial de elector. Hecho que el propio funcionario calificara como grave, en la medida que “demuestra fehacientemente el que los políticos no han despertado ningún tipo de entusiasmo en la juventud que le concite a participar electoralmente”.
Contextualizando lo anterior en el marco del actual proceso electoral, el número de jóvenes que dan la espalda a una elección que debería ser relevante en función de que en ello va de por medio el futuro de Veracruz y sus propias expectativas de realización personal, pone en entredicho el exceso de confianza que la clase política tiene depositada en la juventud. Sin excepción, sin distingo partidista, se parte del supuesto, primero, de que este sector de la población es homogéneo y, segundo, que el pretendido relevo generacional en la vida política de la entidad ha calado hondo en los jóvenes, como lo afirma de manera categórica la corriente priísta de la “Fidelidad” en Veracruz.
Respecto a lo primero, no se puede tasar con tabla rasa a una juventud en principio plural, que no escapa a las condiciones de desigualdad económica, social y cultural que privan en la entidad, por no decir que en todo el país; cada joven en el seno familiar, piensa y actúa según su origen regional y de clase, según le va en la feria a sus padres, hermanos o parientes y amigos cercanos, reafirmándose su particular percepción de la realidad y su entorno cercano, al socializar con otros jóvenes de igual o diferente estatus, en el barrio, la escuela, el taller o en el surco.
Adicionalmente, la diferencia de género establece también proyectos diferenciados de vida para los y las jóvenes; las expectativas de inclusión, movilidad social, mejoría económica, oportunidades de empleo y educación, rol a desempeñar en la familia, no son comunes a ambos sexos. Luego no se puede generalizar metiendo a unos y a otras en el mismo costal.
En cuanto al pretendido relevo generacional en la vida política, para la gran mayoría de los jóvenes es más que entelequia, burda simulación. A nadie escapa que los cargos públicos recaen, salvo honrosas y muy contadas excepciones, en los hijos, entenados, protegidos o amantes de encumbrados políticos y empresarios. Para el pueblo llano, el futuro político de sus jóvenes, si bien les va, como subordinados termina en donde empieza el encumbramiento de la clase dominante.
Lo que la juventud tiene a la vista como paradigma de movilidad política en Veracruz, es la cada vez mayor presencia de oportunistas y vividores que siendo jóvenes piensan como viejos decrépitos, sin mayor motivación que enriquecerse cuanto antes; dignos herederos de la corrupción, impunidad y simulación, refractarios a todo cambio que implique trastocar sus intereses presentes y futuros.
Así que de cuál relevo generacional se estaría hablando, y qué políticas públicas destinadas a la juventud proponen los candidatos que pueda atraer a las nuevas generaciones de votantes. Sin embargo, tampoco podemos incurrir en el mismo error, generalizando. Las excepciones se dan confirmando la regla y un buen número de jóvenes escuchando el canto de las sirenas, ponen su mejor esfuerzo en aplicarse a una asimétrica competencia con la esperanza de que el poder “les salpique”, y puedan fundar sus expectativas de desarrollo personal en el ejercicio de la política y el servicio público. Pero de eso a considerar que nuestros jóvenes, sin más, expresen un especial entusiasmo por participar en un proceso electoral que sienten ajeno e impuesto a sus propias aspiraciones, hay mucho trecho; esto debería considerar todo aquel que en sus letanías proselitistas, pretenda ignorar que la suma de dos más dos no necesariamente arroja como producto un cuatro.
Charlando con un grupo de jóvenes que contemplan en teoría a la participación de la juventud como oportunidad generacional para sanear la vida política, económica y social de Veracruz, impulsando el desarrollo y abatiendo la desigualdad y la pobreza, éstos me compartieron tales reflexiones; justificando el por qué no se sienten atraídos por los llamados a participar en el actual proceso electoral. “Los políticos no tienen nada que ofrecernos, están entregados a los poderes fácticos y no hay ninguna diferencia entre lo que nos propone el PRI, el PAN ó los partidos que se dicen de izquierda”.
¿Y que proponen entonces? Les dije, pues con su manera de pensar y de actuar, les guste o no les guste están participando en la vida política de Veracruz, y habrán de influir para bien o para mal en el resultado electoral. Se asumen como fuerza beligerante pero a su vez no quieren comprometerse como jóvenes con un proceso que demanda la participación de todos. Si rechazan al PRI y al PAN al mismo tiempo que a los partidos de la coalición de centro izquierda, ¿cómo van a expresar este rechazo en las urnas?
“No vamos a votar. Sería hacerle el juego a la mafia en el poder.”, dicen mecánicamente unos, en tanto que otros simplemente se encogen de hombros.
¿Ya pensaron en que la abstención lo mismo que el voto nulo numéricamente benefician al PRI o al PAN, fortaleciéndose la tendencia a un bipartidismo nefasto? Les pregunté.
“Peor sería el voto útil a favor del PAN como lo proponen los chuchos que controlan al PRD en Veracruz”, contestaron en coro.
Cierto es que en el actual proceso electoral no hay mucho de donde escoger, la contienda está polarizada entre los candidatos del PRI y el PAN que representan continuidad y retroceso; marginalmente, como tercera opción se tiene a la coalición de centro izquierda, con todas sus limitaciones, pero al fin una opción válida para intentar dejar atrás el más de lo mismo. De ahí que si bien la actuación de los políticos, tanto en su vida personal como en el quehacer público, no despierta en los jóvenes ningún tipo de entusiasmo e interés en participar electoralmente, las nuevas generaciones de ciudadanos no deberían dejar de considerar que hoy por hoy en nuestra incipiente democracia, sólo hay de dos sopas: o participas o te quedas al margen. No votar, marginándose, o tomar el camino cómodo del voto útil sin mayor reflexión, condena a los jóvenes a seguir siendo ignorados y excluidos.
Bien vale la pena que los jóvenes participen, alcen la voz, exijan, propongan, haciéndose presentes inyectándole nuevos aires a un anquilosado Veracruz postrado en el subdesarrollo. Chance y así los candidatos entiendan que el futuro de la entidad está en manos de esa fresca, abigarrada, incomprendida y rebelde juventud que hoy exige sin encontrar un camino válido, dejar de ser un número más en la aritmética político electoral.
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Difusión: soberanía popular
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