viernes, 23 de abril de 2010

La historia es nuestra, ahí nos identificamos y nos miramos a futuro, señaló Taibo II


PAULA CARRIZOSA

“La historia es nuestra, ahí nos identificamos y nos miramos a futuro. Es un elemento que nos da identidad, proximidad, cercanía y conocimiento; los historiadores, entonces, no tenemos que endulzarla, hay que acercarse y contar la verdad”, estableció el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II durante la conferencia que ofreció la tarde de ayer en el salón Paraninfo del edificio Carolino como parte de las actividades de clausura del coloquio de literatura y cultura “Una mirada sobre la historia”, realizado por el Colegio de Historia de la Universidad Autónoma de Puebla.

Llegado de la ciudad de México, donde recién había inaugurado un tianguis de lectura y de libros, su presencia convocó a un buen número de estudiantes, catedráticos de la Universidad Autónoma de Puebla y amigos que lo esperaron y le vieron fumar su último cigarro antes de comenzar con la plática.

Taibo, como lo expresó uno de los jóvenes organizadores, es de esos personajes que basta con decir su nombre para convocar y para ser escuchado. También es capaz de provocar comentarios: “es el único escritor del cual tengo todos sus libros” o “mira, está igual que cuando lo conocí”, se dejaban escuchar por los alumnos que interesados por el historiador respondieron cuando llamó a romper la barrera de cuatro metros que había entre la mesa en la que él estaba sentado y la sillería que había sido dispuesta. “Vino y ya armó un relajo”, expresó otra voz.

La plática, la cual giró en torno a una anécdota de cuando fue estudiante, estuvo entre el hecho y el hecho narrado, como distinguió el propio Taibo. Recordó que cuando fue alumno protagonizó un “terrorismo invertido”, un enfrentamiento entre alumnos y maestros que él, por supuesto, encabezó.

Con su buen humor característico y sin dejar al lado las groserías y los ademanes curiosos, el público no separaba su atención del ponente.

Comenzó criticando. Expresó que la historia estaba plagada de “profesionales” en donde el fondo del problema estaba en una rueda de carácter laboral hecha por alumnos que se volvían profesores que guiaban a alumnos, que nuevamente se quedaban en la institución como maestros y que así, sucesivamente, reproducían la historia y sus errores.

Como alumno, y cargado de buenas dosis de sentido común, se planteó una pregunta básica: ¿de quién es la historia”, e inmediatamente respondió: “la historia es nuestra, es mía, es de todos”. Para complementar señaló que hay una que nunca se ha ido: la historia oficial, la de bronce, la hecha por los poderosos, por los que están interesados con mentir para legitimar su posición. Puso como ejemplo a Miguel Hidalgo, el cual bajo el mote del “padre de la patria” resulta una figura bobalicona que no logra crear una relación con el mexicano. Comparó, en cambio, que él conoce a otro: el padre que tuvo a más de cuatro hijos, que hablaba siete idiomas y tres de ellos eran lenguas como el purépecha, el náhuatl y el otomí, el que visitó las cárceles que había a su paso y liberó a los presos diciéndoles: “Hijos míos salgan, su justicia no es la nuestra”.

Y después de esa, la que ha sido creada con frases huecas hechas por mediocres, está la “historia de plástico”, inundada de intelectuales desechables que buscan una independencia y una libertad de cartón. Resaltó a Enrique Krauze y a Héctor Aguilar Camín, historiadores que se han atrevido a decir que “los niños héroes no existieron o que Emiliano Zapata ni tenía caballo”.

Entonces tomó como ejemplo a Francisco Villa, el personaje protagonista de su último libro. Dijo que, como él, es necesario tomar la historia y “hacer pomada a los que están en la oligarquía mexicana”. Uno de los encargados será el historiador, que tiene como función social de contar y rehacer la memoria. “Este es un oficio digno”, confió.

“Yo soy heredero de la División del Norte, y más cuando sueño con Agustín Carstens –ex secretario de Gobernación federal– me dan ganas de ser Villa y ponerme a los trancazos con él”, expresó y sonaron las carcajadas en el recinto jesuita.

Ya planteado el camino, tocó el turno de decir el cómo. En seguida expresó que para contar la historia será necesario conocer con los elementos del divulgador: revisar los documentos, corroborar las fuentes y consultar desde los puntos de vista social, político y económico, pero también es necesario echar mano de las artes literarias, de la narración, dosificando la información y construyendo a los personajes.

“Imaginen 64 trenes con 12 o 13 vagones cada uno, movidos por leña verde; pues se están quemando los durmientes y muebles que van recogiéndose al paso; entonces, sobre la máquina va un humo denso y negro que avanza lenta y pesadamente. Enfrente espera una pantalla de 4 mil hombres y entre cada uno de ellos hay tres metros de distancia: 12 kilómetros en movimiento que levantan polvo, ni modo, es Villa y la División del Norte”, expresó Taibo en un ejercicio de narración y de construcción de atmósferas, elementos a los que tiene que acudir el historiador.

“Preguntas breves, por favor, para poder ir a fumar”
Luego de la plática, los asistentes empezaron a preguntar. Taibo, con un tono serio, y sin soltar su Coca Cola, pidió “preguntas breves, por favor, para poder ir a fumar”.

Resolvió, sobre los actos que servirán para conmemorar el centenario de la Revolución y el bicentenario de la Independencia promovidos por el gobierno federal, que serán festejos parecidos a los que hizo el dictador Porfirio Díaz. Indicó que de las mil 800 actividades que tiene previstas, el presidente Felipe Calderón y la Secretaría de Gobernación, unas 900 son “basura”, y de la otra mitad, tan sólo 125 son salvables.

Entre las irrisorias están un partido de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA por sus siglas en inglés) en Chihuahua, la iluminación de un templo católico en Guanajuato, la publicación de un libro sobre la diversidad de Campeche, la promulgación para la preservación del águila calva, ejemplos del “analfabetismo funcional”, protagonizados por Alfonso de María y Campos, encargado de los festejos a nivel nacional.

Las otras 900, expresó el autor de Cosa Fácil, tienen un claro tinte de apoyo a la campaña política presidencial que encabezará Enrique Peña Nieto, actual gobernador del estado de México. Entre éstas se cuentan la construcción de la carretera Insurgente, muchos desfiles patrióticos y el numeroso renombramiento que sufrirán las calles del país, con nombres de personajes de la historia del país.

Mientras que entre las 125 sensatas, contó que está la recuperación de textos históricos de San Luis Potosí, un buen número de coloquios, algunas publicaciones del Fondo de Cultura Económica y algunas acciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en el que se incluye la recuperación de sitios y monumentos populares.

Sobre las alianzas políticas realizadas por los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN), estableció que no hay coherencia ni acción, mientras el partido del sol azteca ha sido un apropiador de la historia, el PAN se convirtió en un olvidador.

Lo que nos queda es el debate, la lectura, la publicación de textos y folletos, las conferencias, los coloquios y los encuentros, la salida a la calle y el retorno de la historia a la vida pública”, concluyó y fue abordado por el público, quien pidió una foto o alguna firma sobre sus libros, peticiones a las que accedió sonriente, pero deseando salir y fumar, platicar y volver a fumar.

Fuente: La Jornada de Oriente
Difusión: soberanía popular

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