jueves, 23 de julio de 2009

Asalto al Cuartel Moncada; el plan era bueno: Fidel

Fuente: La Jornada de Zacatecas

Redacción

Mario Mainadé Martínez*

El 26 de julio de 1953 hubo una respuesta del pueblo cubano ante la situación creada por Fulgencio Batista con el golpe de Estado el 10 de marzo de 1952 y la búsqueda de un camino a través de una Revolución que permitiera erradicar los males económicos y sociales producto del control norteamericano.

Ese día la ciudad oriental de Santiago de Cuba se entregaba a la diversión en los carnavales, cuando un grupo de jóvenes atacó el Cuartel Moncada, segunda fortaleza del Ejército, con el joven revolucionario Fidel Castro al frente.

Fue evidente que el hecho marcó un hito histórico, generacional y revolucionario. Su vigencia después del desembarco del yate Granma es aún incuestionable en el acontecer histórico cubano y en el desarrollo político posterior de América Latina.

Nadie puede negar que al producirse el Asalto al Moncada, como un hecho desligado de las rectorías políticas existentes en aquella época y con una visión distinta, entraba en escena por largo tiempo la generación de 1953, llamada del Centenario, por el aniversario del Héroe Nacional José Martí.

Desde un principio proclamó la necesidad de efectuar cambios sociales en el país sin conexión alguna con los partidos tradicionales, en busca de la autenticidad de una revolución con todos y para el bien de todos, como proclamó José Martí, inspirador intelectual de la gesta.

Fidel Castro, en conversaciones sostenidas en 1978 con periodistas suecos que lo acompañaron a recorrer los escenarios de los sucesos del 26 de julio, recuerda cómo pensaba ocupar las armas del Cuartel, llamar a una huelga general y utilizar las estaciones de radio para convocarla al partir de la situación de descontento y odio hacia Batista.

La granjita Siboney sirvió para concentrar armas y personal. Tácticamente era el mejor lugar para esa operación, por salir su ubicación a una avenida cercana al Moncada. El lugar tenía como pretexto ser un rancho avícola en las afueras de Santiago de Cuba.

En ella los jóvenes no realizaron entrenamiento alguno por ser muy arriesgado, eso ocurrió en La Habana, donde llegaron a entrenar más de mil hombres en distintos lugares.

En total 135 jóvenes se reunieron allí en la madrugada del 26 de julio, mientras otro grupo estaba en la zona de Bayamo para tomar el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes, a fin de tener una vanguardia organizada en la dirección principal de contrataque posible de Batista.

El elemento sorpresa era el factor decisivo de la operación, donde estaba en juego la ocupación de la segunda fortaleza militar del país con más de mil hombres y se habría podido tomar. “Aún hoy pienso que el plan no era malo, era un buen plan”, precisó Fidel Castro.

La acción fue planeada durante el carnaval santiaguero para movilizar las fuerzas; en esos días los militares redoblaron la guardia alrededor del Regimiento, observó. Eso complicó la situación definitivamente. Fue el choque alrededor del Cuartel y por la calle principal lo que originó el combate afuera, de lo contrario, habrían podido tomarlo perfectamente bien, explicó.

A una pregunta de cuántos carros eran en total, responde: “primero salieron los tres que iban a tomar el Hospital Civil, después dos hacia la Audiencia, con 35 hombres. Conmigo alrededor de 15 carros y 90 hombres”.

Fidel y los periodistas arribaron al Cuartel Moncada, donde prosiguió el relato: “la crisis se produce porque la posta cosaca venía en esa dirección hacia acá, pero un carro había pasado delante de nosotros, el que tenía que desarmarla; llevaba 100 metros delante de nosotros y la desarmó, pero la posta cosaca vio pasar el primer carro y se quedó mirando. Y cuando vio que el automóvil desarmó la posta allí, se puso en guardia y alerta”.

Como resultado, el combate comenzó fuera del Cuartel y tenía que desarrollarse al interior. Se movilizó el Regimiento y organizó la defensa. Realmente la posta cosaca era una cosa nueva puesta con motivo de los carnavales. El plan debía empezar cuando franqueara la posta. Entonces hubieran seguido sin hacerle caso a ésta, a los otros carros y habrían tomado el lugar, indicó.

Si no llega a ocurrir el incidente nosotros lo tomamos, porque la sorpresa era total. Era un buen plan. Y si fuera necesario hacer un plan ahora con la experiencia que ya tenemos, haríamos un plan más o menos igual. El plan era bueno, afirmó Fidel Castro.

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