domingo, 18 de enero de 2009

El Clero Culpa a las Mujeres por Ser Violadas



Por Sirahuén Millán

En el colmo del absurdo, autoridades del alto clero católico tuvieron el cinismo de culpar a las mujeres (una vez más) de ser ellas mismas las responsables de los ataques que sufren a manos de acosadores sexuales y violadores. Lo anterior fue en el marco de la retrogrado VI Encuentro Mundial de las Familias celebrado hace unos días en la Ciudad de México, pero no es la primera vez que los mal llamados representantes de la iglesia hacen este tipo de declaraciones, solo que en estos momentos toma relevancia puesto que lo hacen como parte de un plan de gran avanzada de la derecha yunquista en nuestro país.

Declaraciones como la del arzobispo de Santo Domingo, Nicolás de Jesús López Rodríguez en el sentido de que con escotes pronunciados y minifaldas la mujer está provocando al hombre”, y otras como la del obispo de Ciudad Juárez, Renato Ascencio, de que la mujer no sólo debe cambiar su forma de vestir sino sus actitudes, porque “se ha perdido el pudor en la familia mexicana”, pretenden invalidar la lucha de las mujeres de tantos años por liberarse del yudo machista que las mantenía reducidas al ámbito doméstico.

Pero sabiéndose solapados por el gobierno mocho de Felipe Calderón los obispos sintiéndose como ‘Juan por su casa', en plena embriaguez de mojigatería no tuvieron empacho en responsabilizar a las mujeres de ser culpables de las agresiones sexuales que sufren, debido a la ropa “provocativa” que visten; tal fue el caso del obispo de Tegucigalpa, Darwin Rudy Andino, que dijo que “las mujeres se exponen a violaciones, a que las usen, que las traten como un trapo viejo, porque desvaloran su persona y su dignidad”. Incluso según la religiosa ecuatoriana Alexandra Marcillo de plano “ellas tienen la culpa de que las ataquen”, solo les faltó decir que se lo merecen.

En ese mismo contexto, con relación a que Calderón reconoció que las congregaciones religiosas “han sido en parte responsables” de su formación (¿responsables significará culpables?) las autoridades eclesiásticas atentaron contra el estado laico mexicano al manifestar que es “legítimo”, que el presidente exprese públicamente sus creencias religiosas y que también los ministros tienen el derecho de culto para opinar libremente sobre asuntos públicos, lo cual contraviene explícitamente lo establecido en la Constitución ya que incluso al opinar como ciudadanos tendrían que decir si los son del Estado mexicano o del estado vaticano, que es extranjero.

Ya encarrerados los obispos en lo que pareció más un aquelarre que un encuentro de altos representantes de Dios se alcanzaron la exagerada puntada de sugerir a las mujeres que cuiden sus miradas y gestos y que no se rían de “chistes picantes”.

El fondo de todas estas declaraciones aunque parezcan ridículas, pretenden regresar a México al oscurantismo de la edad media y para muestra basta un botón: el ayuntamiento panista de Guanajuato recién aprobó un bando que, entre otras medidas, prohíbe a las parejas besarse en la calle so pena de cárcel o multa a quienes sean sorprendidos dándose arrumacos. 30 días de salario mínimo o prisión de 36 horas, lo que la pareja prefiera (pero por separado para que no se emocionen).

No para ahí la cosa; las mismas penas aplicarán a quienes digan palabras altisonantes o hagan señas obscenas. Además $500 pesotes de multa a los limosneros, vendedores de semáforos, franeleros y ¿por qué no?, de una vez a los peatones que no utilicen los puentes peatonales; así es la lógica de pensamiento de los ediles panistas.

Por supuesto que las medidas son violatorias de la Constitución y propiciarán abusos de la policía, pero según el regidor del ayuntamiento panista de Guanajuato, Marco Antonio Figueroa, una de las razones para prohibir los besos en la calle es prevenir que las adolescentes de secundaria queden embarazadas. ¡Ay wey!, ahora nos enteramos que los besos causan embarazo, pero mejor ahí lo dejamos no sea que nos vayan a multar….. por tener ganas de ir a darse un picorete en el Callejón del Beso.

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