domingo, 18 de enero de 2009

Divorcios Peligrosos



Por Eduardo Ibarra Aguirre

Si el gobierno posee los datos duros o los estudios de campo que confirmen que los capos, jefes de plazas, responsables de células, pistoleros, burreros y demás integrantes de las bien organizadas redes del narcotráfico y el crimen organizado provienen de hogares de padres divorciados y, por ello, de familias desintegradas, en tal caso tenemos un titular del Ejecutivo extraordinario, fuera de serie, como no tiene el privilegio ningún otro país.

Estaríamos en la hipótesis anterior, ante un auténtico Big Brother, el de George Orwell , seudónimo de Eric Arthur Blair , en 1984, no la versión estúpida con la que Televisa administra la ignorancia.

Sólo que de la anterior manera resultaría incomprensible el baño de sangre, con la pérdida de 8 mil 604 vidas, en apenas los primeros dos años de Guerra contra el narcotráfico.

Lo que sucede es un poco más simple y muy lamentable.

La tesis que expuso Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa es, en síntesis, la siguiente: un gran porcentaje de personas que mueren en enfrentamientos entre grupos criminales son jóvenes que están “totalmente desarraigados del núcleo familiar”, y los divorcios propician la desintegración de la familia tradicional.

El anterior simplismo lo expresó en el discurso con que inauguró el Encuentro Mundial de la Familias , donde optó por trastocar obligaciones legales como presidente que dice ser de todos los mexicanos y se metamorfoseó en monaguillo que dio rienda suelta a sus respetables pero privadas convicciones católicas. Como lo son todas las que profesan los mexicanos en la sólida diversidad religiosa que vivimos. Y cinco millones que no comulgan con ninguna religión.

Para todos ellos el derecho al divorcio es una conquista universal de más de medio siglo. Sólo al Vaticano se le ocurre emprender una cruzada, a partir de 1994 con Juan Pablo II a la cabeza, y que por primera vez no apadrinó personalmente Benedicto XVI , cuando en México de los 23 millones 900 mil hogares que existen, 52 por ciento están conformados por madre, padre e hijos; 23 de cada 100 son extensos (nueras, yernos, suegros, primos y otros); 9 por ciento son monoparentales (la madre o el padre conviven con sus hijos), 7 por ciento son parejas sin hijos; 2 de cada 100 son familias que están compuestas por hijos de cada integrante de la pareja; y 1 por ciento son corresidentes (dos personas deciden compartir su vida). Además de que más de 5 millones de hogares están encabezados por una mujer.

Calderón Hinojosa llegó a la vulgaridad al dar la bienvenida a los delegados Ennio Antonneli , presidente del Pontificio Consejo de las Familias del Vaticano; Norberto Rivera Carrera , presunto protector de sacerdotes pederastas; Juan Sandoval Iñiguez , vicegobernador de Jalisco; y miles de católicos que no forman parte del primer círculo y, por ello, pagaron entre 150 y 200 dólares. Les dijo: bienvenidos a “la tierra de María Guadalupe y de San Juan Diego, también de los mártires de la persecución y, no puedo omitir el comercial, del primer santo mexicano, que es además mi patrono, San Felipe de Jesús”.

De acuerdo a la premisa del abogado y economista, los hijos de Martha María Sahagún Jiménez son presuntos delincuentes, aunque intocables por decisión suprema, en razón de que forman parte de una familia disfuncional. Por supuesto que no.

El faccioso mensaje de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús tuvo, sin embargo, un acierto al evidenciar al individualismo como amenaza para los múltiples núcleos familiares –él lo refirió en excluyente singular--, pero también un gravísima omisión al ocultar que es la columna vertebral del capitalismo salvaje, el modelo que impulsa y defiende como verdad única, cuando gobernantes de muchos países iniciaron, en mayor o menor medida, una incierta búsqueda para establecer nuevas correlaciones entre el mercado y el Estado.

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