lunes, 8 de diciembre de 2008

MONTEREY, MALA APUESTA



En 2004, el municipio de Monterrey tenía registrados en operación cuatro casinos o centros de apuestas. En 2008, la cifra subió a 18. Y en los próximos meses abrirán cinco más en la zona conurbada y municipios circunvecinos.

Llegarán a 23. Curiosamente, sólo otra cifra creció casi a la par y en proporciones similares en Monterrey. No, no fue la producción industrial o la actividad comercial. Fue la de las ejecuciones del crimen organizado.

Es cierto que la mayoría de las 257 ejecuciones perpetradas de 2005 a la fecha serían endosables al narcotráfico. Pero también es cierto que algunas de las más sonadas involucraron casinos y casas de apuestas. Fueron en el exterior de sus instalaciones o involucraron incluso a algunos de sus permisionarios Y aun cuando la proliferación de casinos y casas de apuestas en Nuevo León no puede ser atribuida en exclusiva a algún partido, sí tiene la firma de tres controvertidos políticos.

El boom de permisos fue en el sexenio del panista Vicente Fox. Y su instalación se ha dado en la administración estatal del priista Natividad González Parás y bajo la presidencia municipal del blanquiazul Adalberto Madero.

Éste es sólo un ejemplo de lo que sucede en innumerables zonas urbanas de México. Es el reflejo más claro de la relajación política, social e incluso religiosa que se genera en torno a esos negocios, que en algún tiempo fueron considerados “giros negros”.

En el caso de Monterrey, la flexibilidad inició a principios de los 90, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Eran los días en que Jesús María “Chema” Guardia inauguró la primera casa de apuestas en la concurrida Avenida Gonzalitos.

“Chema” Guardia, protegido del entonces secretario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios, convocó al corte de listón a algunos de los más altos jerarcas de la Iglesia Católica mexicana. Cuando las fotografías aparecieron en los diarios, la feligresía no daba crédito al contubernio.

Y aunque hoy los nombres cambian, las condiciones no parecen distintas. Ahora, los apellidos ligados a los casinos y casas de apuestas en Monterrey son Rojas Cardona. Dos hermanos, Arturo y Juan José, recibieron en el sexenio de Vicente Fox 100 permisos, 50 para apuestas remotas y 50 para apuestas de números. Se los otorgó Santiago Creel cuando era secretario de Gobernación.

Los mismos apellidos, Rojas Cardona, figuran entre los de los propietarios de un nuevo restaurante gourmet en el municipio de San Pedro. Hace unos meses fue inaugurado por el cardenal Norberto Rivera Carrera, quien hizo un viaje ex profeso a la metrópoli regia. Curiosamente, se trata de un restaurante ubicado apenas a unos metros de donde Juan José Rojas Cardona, uno de los dos hermanos, intentó ser acribillado en noviembre de 2007.

En ese atentado perdió la vida su chofer, quien pasó a ser en la estadística de ese año el ejecutado número 100 en Nuevo León. El año terminó con 105.

Un Juan José Rojas Cardona que meses más tarde sería involucrado en la “donación” de un helicóptero a la administración panista del municipio de San Nicolás, el segundo más poblado de Nuevo León.

Un helicóptero que el alcalde Zeferino Salgado nunca reportó como “donado” por el zar de los casinos. Al final, las presiones ciudadanas lo obligaron a regresarlo al controvertido donante. Pero estos ejemplos apenas muestran lo que ha traído la proliferación de casinos a Monterrey.

Hoy, los logotipos de Caliente y Las Palmas son tan inequívocamente comunes para los habitantes del área metropolitana de Monterrey, como los de las tiendas Oxxo y las farmacias Benavides.

Y todo esto viene sucediendo desde antes de la nueva Ley Federal de Juegos y Sorteos, la cual da facultades a los alcaldes y a sus regidores para que aprueben o desaprueben la instalación de casinos en sus ciudades.

Si todo lo relatado sucedió sin que los alcaldes tuvieran injerencia directa en el otorgamiento de permisos, ya podemos imaginar lo que sucederá cuando tengan el poder de su firma.

Fuente: Reporte Índigo.

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