Por Jena-Guy Allard/ Granma.
Mientras cientos de miles de norteamericanos son despedidos de sus empleos con la crisis económica que afecta el país, la Administración Bush, en sus estertores, ordena al Pentágono desarrollar fuerzas militares "irregulares" o paramilitares incluso clandestinas o incrustadas en ejércitos extranjeros— como equivalente al uso de tropas regulares.
Según informaciones reveladas por The Washington Post, el Secretario adjunto a la Defensa, Gordon England, acaba de firmar una importante directiva dirigida al Pentágono con la cual legitima oficialmente y orienta el desarrollo acelerado de fuerzas llamadas irregulares y emite disposiciones para reforzar y extender los planes en tal sentido ya encaminados por el ejército.
Según el diario, la orden ejecutiva prevé textualmente que el Pentágono debe aumentar su capacidad de combatir con métodos no convencionales tales como "fuerzas de seguridad extranjeras, suplente o de movimientos de resistencia indígenas para apuntalar estados frágiles, extender el alcance de las fuerzas norteamericanas en zonas denegadas o combatir a regímenes hostiles"
En un estilo típico de la actual administración, la orientación se fundamenta en la necesidad de combatir al "terrorismo" para justificar intervenciones ilegales en naciones soberanas.
"Siempre más adversarios dicen que es mejor enfrentarnos de manera asimétrica", declaró Michael G. Vickers, Subsecretario de Defensa para las operaciones especiales de baja intensidad.
Esta política ahora oficializada está concebida a partir de las lecciones "a menudo dolorosas" sufridas por los militares norteamericanos en Iraq y Afganistán y prevenir errores cometidos después de la guerra de Vietnam, "cuando las capacidades de lucha de contrainsurgencia se atrofiaron".
El documento de 12 páginas dicta que la guerra irregular es "estratégicamente tan importante como la guerra tradicional" al definirla como una "lucha violenta entre actores estatales y no estatales para la legitimidad e influencia en una determinada población" que tiene como propósito "minar el poder, la influencia y la voluntad del adversario".
Según el Post, uno de los propósitos de la directiva es llegar a que las tropas norteamericanas participen meno en combates al desarrollar la capacidad de fuerzas militares y "de seguridad" extranjeras.
Al lanzar implícitamente un llamamiento para que el Pentágono vaya ampliando sus ya considerables operaciones de espionaje y de penetración de los aparatos gubernamentales y fuerzas armadas de otros países, Vickers subrayó que el ejército US debe constituirse en "una red global, algo ya encaminado, con militares norteamericanos y extranjeros, así como otro personal gubernamental en numerosos países con los cuales EE.UU. no está en guerra"
El objetivo, dijo abiertamente el funcionario, es "crear una presencia persistente y ubicua en contra de nuestros adversarios… y esencialmente ablandarlos con el tiempo".
Parte de la estrategia es desarrollar entre los militares habilidades para los idiomas extranjeros y el entrenamiento de tropas foráneas.
Los contribuyentes norteamericanos, ya estrangulados por los gastos del estado, supieron así que se invertirá aún más dinero en la ampliación de las llamadas Fuerzas Especiales, tropas tales como los Green Berets, las famosas Boinas Verdes conocidas por sus operaciones ilegales en América Latina. También crecerá el presupuesto de los servicios militares de inteligencia y vigilancia así como de aviación para la adquisición de aeronaves especiales concebidas para la guerra irregular.
La aplicación de las nuevas directivas bushistas está bajo la responsabilidad del Comando de Operaciones Especiales que radica en Tampa, Florida.
Fuente: Alternativa Bolivariana.
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