lunes, 11 de agosto de 2008

Fidel es una estrella que nunca se apagará

Entrevista con Alicia Alonso

Yinett Polanco

El nombre de Alicia Alonso es uno de los sinónimos que tiene la danza hoy. Desde su interpretación de Giselle con el American Ballet Theatre en 1943, Alicia comenzó a escribir una nueva página de la historia del ballet clásico mundial. A partir de su debut con este personaje, que hasta ese momento nunca había sido interpretado por una latinoamericana, Alicia se dedicó a romper prejuicios y esquemas, a imponer su estilo y a crear una escuela de danza que hoy se encuentra entre las más reconocidas del mundo. Hace 60 años la Prima Ballerina Assoluta del Ballet Nacional de Cuba llegó por primera vez a Venezuela para interpretar la obra que la había lanzado a la fama mundial, y hoy regresa a este país para montar su versión coreográfica de ese mismo ballet con bailarines venezolanos y recibir el título de Profesora Honoraria de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Este título se suma a los casi 130 reconocimientos internacionales que ha recibido a lo largo de su vida, entre los cuales se encuentra el doctorado Honoris Causa en Arte de la Universidad de La Habana, el doctorado Honoris Causa en Arte Danzario del Instituto Superior de Arte de Cuba y el nombramiento en junio de 2002 como Embajadora de buena voluntad de la UNESCO.

Antes de que comenzara el acto de entrega de su condición de Profesora Honorífica de la UBV los reporteros le preguntaron, a propósito del cercano cumpleaños del líder histórico de la Revolución Cubana: ¿Qué es Fidel para Alicia? A lo cual respondió: “Lo que es para el pueblo de Cuba y para el mundo entero, una estrella que nunca se apagará”.

En el discurso de agradecimiento por el título que se le confiere, Alicia afirmó: “Es un honor muy grande estar entre ustedes. Ustedes son el futuro, el gran futuro de Venezuela, el gran futuro porque cuando uno habla de un país, un país no se debe a sí mismo sino al mundo entero, la juventud es el futuro del mundo entero. Eso es una gran responsabilidad, la más bella responsabilidad que puede tener un ser humano porque es la vida, el derecho a la vida, y el derecho a darla”.

Hace 60 años usted llegó por primera vez a Venezuela para bailar Giselle y ahora regresa con la misma danza como coreógrafa, ¿cómo ha cambiado su manera de ver esa obra? He ido aprendiendo más y más, creo que uno constantemente está aprendiendo, si uno busca aprende y yo la he ido enriqueciendo en la concepción de los gestos, de la pantomima, de la historia, pero no mucho, poco, porque es un ballet muy completo en sí, es un ballet tan bien hecho que todo lo que podía hacer son unos retoques, algunas cosas, y entonces lo adapto siempre según la compañía que lo esté montando, a la bailarina, porque no hay dos personas que bailen igual aunque hagan el mismo paso. Así no se pierde la personalidad de la compañía ni de la bailarina, o sea, cada vez que uno ve a Giselle lo verá con una vida nueva.

¿Cómo son las relaciones entre el ballet venezolano y el cubano? Son muy profundas, hace años que vengo, tengo amigos aquí y he trabajado con profesores de acá. Bailarines venezolanos participaron hace muchos años en el Ballet Nacional de Cuba, hemos hecho ciertos intercambios, después pasó un tiempo en el cual no teníamos conexiones, pero qué bueno que ya empezamos de nuevo.

En octubre el Ballet Nacional de Cuba cumple 60 años, ¿cuáles son los planes que hay para celebrar esa fecha? Tenemos el gran Festival Internacional de Ballet de La Habana donde van a estar muchos invitados, compañías, exposiciones especiales de pintura. Va a ser muy interesante porque Cuba, La Habana, se convierte en el centro mundial del ballet.

¿Cómo concibe Alicia Alonso el futuro del ballet en Cuba? No lo concibo, lo veo eterno. Ha dicho que se debe estar consciente de cuánto puede darle el arte a la juventud, ¿de qué modo percibe el papel transformador del arte y de la cultura para los jóvenes? Muy fácil, llegando a ellos, dándole funciones y bailando para ellos, porque la juventud no es ciega, todo lo contrario, la juventud siempre está mirando hacia el futuro, solo se le deben enseñar los diferentes caminos que son el futuro, las cosas bellas que existen en la cultura y para qué se usa la cultura, para construir, no para destruir.

En estos momentos hay un grupo de cubanos trabajando en Caracas en un proyecto llamado Misión Cultura, llevando el arte a las comunidades, ¿qué piensa de un proyecto como este en un país como Venezuela hoy?

Me parece maravilloso ese intercambio, porque el ser humano, donde quiera que esté parado, debe poder hablar, intercambiar cada uno lo que tiene, lo que sabe. Eso es perfecto, el intercambio de la cultura, del saber, de la medicina, de todas esas cosas maravillosas, menos de la guerra, porque a ese es al único intercambio que yo me opongo.

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