sábado, 10 de mayo de 2008

En concreto

Laura Itzel Castillo
07 de mayo de 2008

El árbol que da moras

Gonzalo N. Santos decía que la moral es un árbol que da moras. A muchos panistas les escandalizaba esta definición. Sin embargo, el poder corrompió a sus principales cuadros. Hoy, la cúpula de ese partido ha abdicado de las enseñanzas de su fundador, Manuel Gómez Morín, para asumir con desfachatez la doctrina del viejo cacique potosino.

A los antiguos militantes honorables e ilustrados hay que buscarlos con lupa. En cambio, no hay que esforzarse mucho para ubicar a verdaderos truhanes entre sus filas. Abundan los ladrones.

Los panistas de nuevo cuño creen que los cargos en el gobierno sirven para hacer negocios. El erario público les parece sinónimo de lucro. ¿Doble moral? Para nada. En ese partido campea el cinismo y la desvergüenza, como en la peor época del PRI-gobierno. ¿Alguien se acuerda del código de ética aprobado por el foxiato?

El actual presidente nacional del PAN, a contracorriente con la tradición, exhibe una “columna vertebral gelatinosa ante el jefe”, como decían los “antiguos místicos del voto”. Felipe Calderón se apropió de la tradición priísta del dedazo: destruyó la vida democrática interna de su partido e impuso a un pelele a su imagen y semejanza.

A Germán Martínez le fascinan las cortinas de humo. Es un experto en acusar a los demás de sus propios vicios e ilegalidades. En cambio, Mariana Gómez del Campo es incapaz de una buena puesta en escena.

La dirigente del PAN capitalino, dicen las notas periodísticas, acusó de peculado ante la PGR a dos funcionarias del gobierno capitalino —Leticia Ramírez y Mallinali George— presuntamente por participar en el movimiento de resistencia civil pacífico en defensa del petróleo. Para apoyar su dicho exhibió una fotografía de ambas durante el evento de toma de protesta de las brigadas femeniles por parte del Presidente legítimo, Andrés Manuel López Obrador. El problema es que la gráfica corresponde al 6 de abril. Para mayores señas fue domingo, día no laboral.

Esta misma panista, hay que recordarlo, es la que justificó el atraco registrado recientemente en Jalisco. Que el gobernador Emilio González Márquez hubiese entregado de manera ilegal más de 90 millones de pesos al cardenal Juan Sandoval Iñiguez le pareció normal y plausible. Desde luego, tampoco encontró conflicto alguno cuando Juan Camilo Mouriño, el funcionario, benefició a Juan Camilo Mouriño, el empresario, con contratos de Pemex.

¿Y qué declaró Marianita de la mentada de madre que el gobernador jalisciense, en bochornoso estado etílico, les endilgó a sus críticos? ¡Que hizo uso de su libertad de expresión! Sorprende que una mujer tenga ese concepto de la madre.

En lugar de acusaciones sin sustento, la dirigente panista haría bien en exigir a sus compañeros de partido que regresen lo que sustrajeron ilegalmente de las arcas públicas.

http://www.eluniversal.com.mx/columnas/71273.html

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