jueves, 1 de mayo de 2008

1º de Mayo 2008: Día de la Solidaridad entre los trabajadores y Fiesta de San José Obrero

Este día tan importante para las y los trabajadores del mundo y de nuestro país, nos dirigimos a ustedes que con su esfuerzo, su creatividad, su paso firme y su tenaz esperanza, nos recuerdan que su dignidad, deberá ser siempre la medida y el criterio fundamental para discernir y decidir lo que mejor conviene a México. Porque son ustedes el signo de la opción preferencial del Padre por los trabajadores del mundo, que elige de entre todas las familias, a una familia trabajadora, para que en su seno naciera su Hijo Jesús. Él, como la mayoría de ustedes en sus barrios, en sus pueblos, en sus ciudades, era conocido entre los habitantes de Nazaret, como el hijo de un trabajador y como ustedes, fue un obrero. Mucha gente se maravillaba y les costaba entender que un obrero, hijo de obrero, tuviera esa sabiduría y gozara de tan buena fama entre los habitantes de Galilea y se preguntaban: "¿No es éste el carpintero, hijo de María?" (Mc 6,3). Cuan insondables son los designios de Dios, que decidió hacerse presente de esta manera en medio de la historia humana y qué profundo mensaje dio con este signo a todas las generaciones, pues es como si nos dijera: «lo que hagan con ellos, los trabajadores, y con ellas, las trabajadoras, a mí me lo hacen» (Cf. Mt 25,45).

Por ustedes conocemos, los sufrimientos que padecen y las dificultades en las que transcurre su vida diaria. Sabemos de las pesadas cargas que les imponen las empresas y el Estado: dobles jornadas, condiciones de inseguridad, falta de libertad sindical y precarios salarios. Por este tratamiento inhumano y cruel, son ya emblemáticos casos como Pasta de Conchos; la plataforma Usumacinta; Canaea, Taxto y Sombrerete; las y los maestros de Oaxaca; las y los vendedores de Flores de Atenco. En la mayoría de estos casos, en lugar de ofrecer soluciones apegadas a la justicia y el derecho, las autoridades y los empresarios han respondido despreciando la vida: reprimen hasta la violencia, mienten para desprestigiar y perseguirlos a ustedes, sus familias y sus defensores. Las políticas públicas violan sistemáticamente el Estado de Derecho porque postergan los derechos humanos al impedir que la gran mayoría de las y los mexicanos, entre ellos, a las y los obreros tengan acceso a una vida digna.

Monseñor Renato R. Cardenal Martino, Presidente del “Pontificio Concilio de Justicia y Paz”, en el Mensaje dirigido a “La Familia Pasta de Conchos” el pasado 14 de febrero afirmó: «”el recuerdo de los trágicos acontecimientos del 2006, debe mantener viva una seria y responsable reflexión sobre las condiciones de los trabajadores, sus derechos y su dignidad. El hombre que trabaja no debe ser reducido a instrumento de producción, es una persona. La Iglesia constantemente ha enseñado que el hombre, junto con el deber de trabajar, tiene derechos que deben ser respetados”...”Contribuir a la dignidad del trabajo y de los trabajadores, es contribuir al bien común de una comunidad, de una región, de un país”».

Para que la dignidad de las y los trabajadores prevalezca por encima de los intereses políticos y económicos de los que tienen el poder y que tanto daño les han hecho, es necesario, que ustedes, las y los trabajadores y sus familias, sean sujetos y tutores de sus propios derechos, animen y fortalezcan sus movimientos de solidaridad y de búsqueda de justicia, para que de manera organizada, pacífica y respetuosa del Estado de Derecho, mantengan el compromiso de que el petróleo y sus derivados, sigan en manos de la sociedad y se pongan al servicio de la nación. De igual manera, no permitan que la reforma a la Ley Federal del Trabajo, anule la defensa individual y colectiva de sus derechos. Sepan como dijo el Papa Juan Pablo II, en la Homilía con los campesinos, mineros y emigrantes, en Zacatecas en el año 1990: «La Iglesia, como Madre solicita de todos, los acompaña en sus legítimas aspiraciones… y está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como la verificación de su fidelidad a Cristo, para ser verdaderamente la ‘Iglesia de los pobres’ " (Laborem Exercens, 8)». A tantos años de haber escuchado éstas palabras, les refrendamos nuestro compromiso, nuestro cariño y nuestra solidaridad.

EQUIPO NACIONAL DE PASTORAL LABORAL (Hno. Aniceto Corona, hc (Coordinador);
Fr. Raúl Vera López; Lic. Cristina Auerbach Benavides; Lic. Carlos G. Rodríguez Rivera, sj; Lic. María Elizabeth Flores; Lic. Pedro A. Reyes Linares, sj; Blanca Estela López).

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