Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
El más joven de los 39 dueños de México, Emilio Azcárraga Jean, se ostenta como víctima de las políticas (des)informativas de Televisa y sus lee noticias tan estrellas como carentes de credibilidad.
Tardó poco más de una década al frente de los destinos de la columna vertebral del duopolio televisivo para descubrir y, sobre todo, asumir en público lo que la voz popular, incluidas las infantiles, registran muy bien: los presidentes mexicanos se enriquecen en el ejercicio del poder. La excepción más distinguida, pero que no deja de confirmar la regla, es la de Benito Juárez García.
Emilio III lo dijo de manera demasiado tímida: “En Televisa a nosotros no nos regalaron nada, nosotros hemos pasado por varias crisis, varios presidentes y varios políticos que sí han robado muchísimo dinero.”
La amnesia del hijo de Emilio Azcárraga Milmo y nieto de Emilio Azcárraga Vidaurreta, omite registrar que su padre declaró Soldados del PRI a sus empleados y entonces monopolio.
Olvida también que cuando el saqueador número uno del México contemporáneo, Carlos Salinas de Gortari, tomó la iniciativa de crear un fideicomiso para independizar económicamente al Revolucionario Institucional respecto del erario, organizó un pase charola en una cena con los magnates del país. Hecho que trascendió gracias al banquero José Madariaga Lomelí y la vocación reporteril de Luis Enrique Mercado Sánchez, bajo la firma de Francisco Barradas. Y fue el atrabiliario Tigre quien llevó la voz cantante al ofrecer varios millones de dólares.
La explicación resultó tan clara como cínico el despótico declarante. El sistema me ha dado mucho. Ya es hora de que le devuelva una parte.
Los cimientos de la empresa televisiva, por otra parte, son inexplicables sin los buenos oficios presidenciales de Miguel Alemán Valdés, otro distinguido saqueador de los bienes nacionales. La sociedad de los Azcárraga con los Alemán hizo inocultable que Televisa, como todos los gigantes de la economía y las finanzas mexicanas, se forjaron al amparo del poder público. El capitalismo de compadres.
El mayor productor de contenidos en español en la aldea global y que concentra 70 por ciento del mercado de la televisión abierta en México, descubre el hilo negro justamente cuando la empresa llega al límite de su expansión local, además tiene enormes dificultades para abrirse paso en el mercado de Estados Unidos por las leyes y prácticas proteccionistas que lo rigen, aunque arropadas con el discurso pro libre mercado, y también cuando enhorabuena Felipe de Jesús Calderón Hinojosa no se dispone a cubrir las facturas por los invaluables servicios en la promoción del resultado de los comicios del 2 de julio de 2006 y el cierre de pantallas y micrófonos a la resistencia civil pacífica.
La autodenominada pareja presidencial --integrada por Vicente Fox Quesada y Martha María Sahagún Jiménez--, pero también su entonces delfín Santiago Creel Miranda, dieron todo lo que exigieron los 15 magnates que integran el Consejo de Administración de Televisa.
De la empresa de Los soldados del PRI, el país pasó --con los enriquecidos Vicente, Martha María y familiares de ambos-- al Presidente soldado de Televisa. Y sus dirigentes y socios actuaron --e insisten en hacerlo-- como generales de cinco estrellas.
Aún no se entera El tigrito que gracias a sus relaciones de complicidad con los actuales y anteriores gobernantes y políticos, perdura el duopolio televisivo que por la mañana, tarde y noche destruye lo que la escuela pública y privada construyen con el esfuerzo de decenas de millones de alumnos, profesores y padres de familia.
Con todo, la basura televisiva que aliena a la audiencia no llega al punto de que los mexicanos ignoren lo obvio, lo que el posgraduado en administración descubre 40 años después para chantajear al economista y abogado michoacano.
Acuse de recibo
Escribe el doctor Ramón Ojeda Mestre: “Mi querido Eduardo: Felicidades por
No hay comentarios:
Publicar un comentario