miércoles, 12 de junio de 2013

DF, ¿qué sigue? - Columna semanal de Sergio Aguayo



Sigue que tomemos en cuenta a la delegación Cuauhtémoc y los desajustes estructurales del aparato de seguridad del DF. El capital social es la suma de instituciones creada por la colaboración de integrantes de una comunidad. Hay capital positivo (medios, universidades y organismos civiles -OSC) y negativo (carteles de la política y el crimen) y mientras mayor sea el capital social "bueno" habrá mejor gobierno y menos inseguridad. El enunciado se confirma en el DF: las delegaciones con mayor número de OSC (Benito Juárez y Miguel Hidalgo) tienen menos homicidios dolosos; Iztapalapa y Gustavo A. Madero ejemplifican lo inverso.

La Cuauhtémoc tiene un denso tejido social pero buena parte de él es negativo. En esa delegación está el Centro Histórico y tienen su sede importantes instituciones federales y empresas que generan alrededor de 4.5% del producto interno bruto de todo el país. También se caracteriza por su población flotante: en un día laboral llegan cinco millones de personas. (Información tomada de la tesis Las colonias y el crimen: análisis de la distribución del delito en la ciudad de México, Gabriel Morales Sod, El Colegio de México, 2013).

La Cuauhtémoc tiene años de ser puntera en el número de delitos y las actividades de las "pandillas" delincuenciales de las últimas semanas se localizan en Tepito y la Zona Rosa, mientras que la Condesa y la Roma albergan a buena parte de los 1,500 centros nocturnos que tiene la delegación que también es uno de los principales centros de abastecimiento para los 500 mil consumidores habituales de droga en el DF.

La Cuauhtémoc es gobernada desde 2000 por el grupo que encabeza el profesor René Bejarano. Sería injusto de mi parte categorizar en unas cuantas líneas a una de las corrientes del perredismo capitalino más complejas. Sin embargo, la corrupción que tolera (y tal vez auspicia) esa delegación -detallada en hechos y anécdotas publicadas en los últimos días- han facilitado la presencia de "pandillas" asociadas de diferentes formas a los cárteles nacionales que las abastecen de armas y drogas.

La delegación Cuauhtémoc no está recibiendo la atención que se merece al ser una de las zonas más vulnerables en la seguridad nacional. El gobierno capitalino sólo ha anunciado programas especiales para algunas de sus colonias y barrios cuando se requiere un plan integral; el PRD capitalino sigue empecinado en la negación con tal de proteger a sus corruptos e ineficientes; y el gobierno federal no incluyó a la Cuauhtémoc entre las 57 demarcaciones donde concentrará sus acciones para prevenir el delito y fortalecer al capital social positivo (las delegaciones que incluyen dicho plan son dos que colindan con el Estado de México: Iztapalapa y Gustavo A. Madero).

Los acontecimientos de la Cuauhtémoc también exhibieron las deficiencias del aparato de seguridad capitalino. La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal ya las había señalado en la Recomendación al GDF sobre la violencia en el primer día de diciembre de 2012. Según la CDHDF el operativo diseñado por la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) capitalina fue profesional y respetaba los derechos humanos. En la implementación apareció la "debilidad estructural" de la SSP-DF. Un atenuante para el GDF fue que unas horas antes -el 31 de noviembre a medianoche- hubo cambio de mandos.

Seis meses después, los 12 jóvenes todavía desaparecidos confirman la "debilidad estructural" del aparato de seguridad. Es evidente que Miguel Ángel Mancera no ha logrado cubrir los huecos creados por la salida de Manuel Mondragón y Kalb que se llevó a parte de los cuadros que dirigían esa policía capitalina.

Una revisión del historial de 14 mandos superiores y medios de la SSP de Mondragón muestra que Mancera sólo se quedó con uno (Luis Rosales). Los otros siguieron a Mondragón a la Comisión Nacional de Seguridad o se dedican a actividades privadas. Es entonces posible que el desconcierto de Mancera surgiera de la constatación de que tiene a un equipo incapaz de enfrentar la llegada al DF de los métodos que uno asocia con el crimen organizado.

¿Qué sigue? La tarea de la sociedad capitalina consciente es construir capital social positivo o fortalecer el existente. El gobierno federal, el GDF y el PRD tienen que combatir la pestilencia que emana de la delegación Cuauhtémoc, y Mancera debería limpiar a fondo su deficiente aparato de seguridad. Avanza el cerco porque al interior de la capital ya tienen una quinta columna


LA MISCELÁNEA

Hay otras piezas en el crucigrama de la inseguridad. Como somos un país de consumidores pasivos o desamparados es frecuente que las empresas extranjeras se concentren en cosechar ganancias fáciles y den servicios mediocres. ADT es una empresa de seguridad estadounidense-canadiense que ha crecido como la espuma en nuestro país. Al paso de los años he observado un deterioro en la calidad de sus servicios. ¿Cuándo vigilará el gobierno federal a las empresas que cobran por dar seguridad a la sociedad desprotegida por el Estado?

Colaboró Paulina Arriaga Carrasco.

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