miércoles, 3 de abril de 2013

Cuentas mochas- Columna semanal de Sergio Aguayo


Censuran a Bernardo Barranco en Radio Centro ¿qué les pasa?

En transparencia Enrique Peña Nieto rinde cuentas mochas. Con su práctica contradice su compromiso verbal de conducirse con "absoluta transparencia".

Los presidentes panistas siguen superándolo en ese terreno. Fox impulsó la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental (aprobada en 2002) y tanto el guanajuatense como Calderón difundieron suficiente información sobre sus actividades. La página de Felipe Calderón estaba bien alimentada y organizada y la información era -es- bastante accesible por lo avanzado de sus buscadores.

Es fácil encontrar discursos, comunicados o entrevistas.

Cuatro meses después de asumir la Presidencia es un vía crucis navegar y buscar información en la página de Peña Nieto. Con reloj en mano corroboramos que, para la misma actividad, se requiere el triple de tiempo que en la página de su predecesor. Por ejemplo, carece de una sección de viajes, lo que obliga a meterse a un blog para ir entresacando día a día sus desplazamientos. Hay poca información y su buscador es elemental. Es posible que las exigencias de otras actividades hayan reducido la prioridad concedida a este instrumento esencial de la transparencia. Desafortunadamente, otros indicadores sugieren una vocación por la opacidad.

Quienes gobiernan tienen la obligación legal de presentar cada año una declaración patrimonial. Cada quien decide si la mantiene en la sombra o la publicita. Quienes la abren al escrutinio público muestran su disposición a informar a la sociedad sobre sus bienes. Es comprensible que algunos se rehúsen por temor a los secuestradores, pero los presidentes gozan de tanta protección que pueden divulgar sus propiedades sin correr ningún riesgo.

Felipe Calderón y Margarita Zavala lo hicieron con bastante detalle. En su primera declaración patrimonial Peña Nieto se fue al extremo opuesto. El 16 de enero de este año enumeró sus bienes sin ponerles el monto. Es un documento con olor a suspicacia: es extraño que en una sola jornada, el 8 de diciembre de 2011 -nueve días antes de ser nombrado candidato-, recibió como donación obras de arte, joyas y tres bienes inmuebles (una casa de 150 metros, otra de 338 metros y un terreno de 58 hectáreas y media) (texto completo de Declaración en www.sergioaguayo.org). ¿Quién o quiénes le hicieron esos regalos que pueden comprometer sus actos como Presidente?

Cuando se difundió esta información Jacqueline Peschard -¡cómo se le extraña- todavía era presidenta del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) y criticó la peculiar forma de transparentar los bienes: "Yo creo que [Peña Nieto] debe dar a conocer todo lo que tenga que ver con esos registros patrimoniales".

Un motivo adicional de preocupación es que un buen número de dependencias federales está echándole candados a la entrega de información. Tanto así que en marzo pasado la comisionada del IFAI María Elena Pérez-Jaén informó sobre un aumento de 33% en el número de veces que las instituciones federales negaban o reservaban la información. Fue muy clara: "sí estoy viendo un retroceso".

El presidente del maltrecho IFAI, Gerardo Laveaga, salió inmediatamente a contradecirla y a justificar al régimen peñanietista diciendo que tal vez se debía a que los nuevos funcionarios llegaban sin la costumbre de dar información. Es obvio que las estadísticas de Pérez-Jaén tienen más peso que las opiniones de Laveaga quien, tal vez sin saberlo, señaló un punto central: una parte importante de quienes han llegado con el nuevo gobierno carecen de una cultura de la transparencia.

Existe disparidad regional en valores democráticos. Según diversos indicadores uno de los más atrasados es el Estado de México en donde es habitual ponerle diques al flujo de información oficial. En 2006, por ejemplo, se querían conocer los contratos publicitarios firmados por el ex gobernador Arturo Montiel. Un lunes de marzo de 2006 el entonces gobernador Enrique Peña Nieto se declaró dispuesto a entregarlos, pero horas más tarde su gobierno interpuso un recurso ante el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de México y Municipios (ITAIPEM) para mantener en reserva las cifras.

Peña Nieto ha corregido sus errores en diferentes ocasiones. Hay un caso paradigmático. En su sexto informe como gobernador aseguró que la tasa de homicidios había caído más de la mitad durante su sexenio. La revista The Economist demostró que la afirmación era "absolutamente falsa" porque las estadísticas empleadas tenían diferente metodología. Peña Nieto aceptó el error en un texto publicado por La Razón. En las democracias -dijo- los "políticos tenemos que aceptar las críticas, especialmente cuando están fundadas".

Hasta ahora su compromiso con la transparencia es insuficiente. Esperemos que corrija porque en la oscuridad florecen la impunidad y el cinismo.

Colaboró Paulina Arriaga Carrasco.

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