jueves, 19 de agosto de 2010

Corea, la primera derrota de EUA


Manuel Navarro Escobedo / Prensa Latina
plmexico@prensalatina.com.mx

El general Mark Clark reconoce en sus memorias que ganó la poca envidiable distinción de ser el primer comandante en la historia de Estados Unidos que firmaba un armisticio sin victoria. Clark, quien era el comandante en jefe de las tropas estadunidenses y de otros 16 países, denominadas fuerzas de la ONU, fue obligado por el empuje del pueblo coreano a sentarse en la mesa de negociaciones y suscribir el cese de las hostilidades.

Ese suceso histórico tuvo como escenario la villa de Panmunjón, Línea de Demarcación Militar que separa artificialmente el norte y sur de la península en el Paralelo 38, a las 10:00 de la mañana, hora local (22:00 utc) del 27 de julio de 1953. Pero, para lograr esa llamada Segunda Liberación, la primera aconteció contra los colonialistas japoneses, los coreanos soportaron durante tres años los embates de la poderosa maquinaria bélica de Estados Unidos, única ilesa en la conflagración mundial finalizada en 1945. La agresión desatada en la madrugada del 25 de junio de 1950 tuvo como objetivos principales frenar y derrotar el crecimiento y desarrollo de las fuerzas del socialismo en Asia en general, y en Corea, en particular.

En este contexto, la República Popular China, proclamada unos meses antes (1 de octubre de 1949) tras la derrota y huida del régimen de Chang Kai Shek, corrió en ayuda de Corea con el envío de un millón de voluntarios a combatir contra las fuerzas de la ONU, cuya aviación bombardeó ciudades fronterizas chinas.

En el transcurso de la contienda Estados Unidos lanzó más de 448 mil toneladas de bombas, equivalente a 18 por kilómetros cuadrado, 36 millones de litros de Napalm que incendiaron ciudades, 8 mil 700 fábricas y empresas, 600 mil viviendas, 5 mil escuelas, mil hospitales y clínicas, y 260 teatros y cines, entre otros.

Testigos oculares extranjeros de organizaciones solidarias que se encontraban en esos momentos en Pyongyang narraron posteriormente a la prensa internacional que la aviación estadunidense se ensañó contra los niños, mujeres y ancianos (los hombres iban al frente) en las aldeas y comunas rurales, e inclusive empleó armas químicas y bacteriológicas contra la población.

La magnitud de la destrucción era de tal naturaleza que el Pentágono vaticinó que ni en 100 años se recuperaría Corea. El joven Estado que se instaló en el norte de la Península Coreana, el 9 de septiembre de 1948, por el entonces primer ministro Kim Il Sung, movilizó todos sus recursos materiales y humanos y derrotó a más de 2 millones de efectivos enemigos lanzados por el comando de la ONU. Golpes tras golpes, los coreanos infligieron a los agresores 1 millón 567 mil bajas, entre ellos varios generales estadunidenses, destruyeron más de 12 mil 200 aviones de combate, mil 250 tanques y carros blindados, 550 buques de diversos tipos y otros materiales bélicos. Ese descalabro forzó a Washington a sentarse a la mesa de negociaciones y suscribir el Acuerdo en Panmunjón. La Línea de Demarcación Militar quedó fijada a lo largo de los 240 kilómetros del Paralelo 38, lugar donde se inició la guerra.

El artículo cuatro del Armisticio aclara que la discusión sobre el retiro de las tropas extranjeras y la toma de medidas para la reunificación del país, se efectuaría tres meses después del cese al fuego, o sea el 27 de octubre de 1953.

Sin embargo, en las conversaciones políticas de Panmunjón y en la Conferencia Internacional sobre Corea celebrada en Ginebra, en 1954, Estados Unidos y la administración de Seúl rechazaron las propuestas para lograr la autodeterminación del pueblo coreano. Con este objetivo, Washington impuso el Tratado Económico y Técnico surcoreano-norteamericano, que agregado al Tratado de Defensa Mutua de agosto de 1953 permitió una prórroga indefinida de la ocupación y control político, económico y militar del sur de la península. Desde entonces mantiene 40 mil soldados acantonados en centenares de bases, equipados con los más modernos medios técnicos de combate, que incluyen cohetes nucleares de largo, mediano y corto alcances, su punta de lanza para una nueva agresión a Corea Democrática.

En tanto, de las ruinas de la guerra emergieron en pocos años en el norte modernas ciudades, fábricas, comunas, cooperativas agrícolas y se desarrolló el movimiento Chenlima, encaminado a un avance acelerado de los potenciales nacionales.

La República Popular Democrática de Corea presenta actualmente una economía consolidada y moderna a partir de sus propias materias primas y un notable desarrollo de la energía eléctrica sobre la base de sus cuantiosos recursos hidráulicos.

El aniversario 57 de ese triunfo, denominado por los coreanos la Segunda Liberación debido a que el pueblo defendió con honor la dignidad y soberanía del Estado y logró una victoria histórica, se celebra en momentos en que negros nubarrones ensombrecen de nuevo la península amenazada una vez más por Estados Unidos.

Fuente: Forum
Difusión: Soberanía Popular

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