lunes, 16 de marzo de 2009

¡Viva Pancho Villa! No a injerencias extranjeras

SALOMÓN GARCÍA JIMÉNEZ

Fuente: La Jornada de Guerrero

El título hace referencia a tres cuestiones: la reciente visita a México del presidente francés Sarkozy y su menosprecio a nuestras leyes, el día de la expropiación petrolera y la fecha en que “...dejó Carranza pasar americanos/diez mil soldados, seiscientos aeroplanos/buscando a Villa por todo el país” –como dice el corrido La persecución de Pancho Villa–. Estos asuntos quiero tratar en mi entrega, en especial el tono villista.

Pos’ sí, como les iba diciendo, vino desde la Francia el representante de la derecha del país galo, Nicolas Sarkozy. El martes pasado, el mandatario extranjero, con la torpe complacencia de Felipe Calderón Hinojosa –presidente espurio en el Poder Ejecutivo–, planteó la repatriación de su conciudadana Florence Cassez Crepin, quien “no es una blanca paloma”, se trata de una mujer que vino a México para dedicarse al secuestro y tortura; se le detuvo in fraganti, es decir “con las manos en la masa” y fue sentenciada a 60 años de prisión por los delitos oprobiosos.

Pero Sarkozy solicitó la repatriación de la francesa, tema que ni siquiera tenía que haber sido escuchado por los legisladores, ya que pone en entredicho nuestro sistema de impartición de justicia. Si se llevan a la cruel secuestradora a su lugar de origen lo más seguro es que le reduzcan la pena a menos de la tercera parte de lo que dictan las leyes mexicanas, o en el peor de los casos, que la indulten y quede libre. Imagínense en qué indefensión y grave riesgo quedaríamos los ciudadanos sencillos y pacíficos de ambas naciones. Por eso, lo correcto es que la sancionada purgue aquí su condena, porque lastimó a familias mexicanas, esto a pesar de las dudas y asegunes en nuestra balanza de administrar la imparcialidad.

Ahora, aparte de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos y del abuso nacional, hay que soportar la impunidad internacional. Sarkozy “se saltó todas las trancas y se metió hasta la cocina” y Calderón muy condescendiente, lo dejó pasar. ¿Y la independencia y autonomía de los poderes a dónde va a quedar? Simplemente hay que manifestarle que su petición no procede, y punto.

El 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas decreta la expropiación petrolera en México. El crudo, no renovable, pasó a ser propiedad de todos los mexicanos. El recurso, si se maneja bien y sin corrupción, puede ser la gran palanca del desarrollo socioeconómico de nuestra patria.

No obstante, el año pasado el gobierno calderonista dio unos pasos atrás en los logros históricos en materia de petróleo. Propuso una reforma energética a modo de que se beneficien intereses privados locales y extranjeros con la extracción del hidrocarburo líquido y gaseoso. Y el régimen entreguista –más bien el presidente y sus allegados– disfruta de “buenas tajadas del pastel”. Esto es injerencia extranjera, quererse “pasar por el arco del triunfo” nuestra Constitución. Pa’ que se ilustren un poco más sobre el tema, lean La gran tentación: el petróleo de México, libro de Andrés Manuel López Obrador, líder del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo.

Fue un 15 de marzo –como hoy– pero de 1916, cuando el presidente estadunidense Woodrow Wilson envió 12 mil soldados al otro lado de la frontera mexicana en persecución de Pancho Villa. Este tercer punto, lo comienzo según relata el corrido: “Comenzaron a echar expediciones/losairoplanos comenzaron a volar/por distintas y varias direcciones/buscando a Villa, queriendolo matar”. Fue la llamada Expedición Punitiva, que violó en aquel tiempo nuestra soberanía.

Ya nos habían despojado de La Mesilla y gran parte de nuestro territorio en 1853, cuando el dictador Antonio López de Santa Anna hizo aquéllas negociaciones, buenas para él, pero malas para el país. Después de 63 años, otra vez los problemas en el río Grande. ¿Por qué el gobierno gringo invadió nuestras tierras y lanzó una andanada contra los pueblos fronterizos? ¿Por qué “desquitarse” con nuestros habitantes?

En un escrito de Gerardo Peláez Ramos, encontré que esta intervención militar alevosa se dio entre marzo de 1916 y febrero de 1917. Los imperialistas de EU ya le apostaban al derrocamiento del gobierno democrático de Francisco Ignacio Madero.

La administración wilsoniana, con su agresiva política expansionista, dio su reconocimiento al gobierno de Venustiano Carranza, teniendo en contra al movimiento obrero estadunidense y a las masas insurrectas en México. En repudio a dicho espaldarazo, el 9 de marzo de 1916 Pancho Villa atacó con 360 hombres la población de Columbus, Nuevo México. Entre otros desórdenes, causó bajas enemigas: ocho soldados y ocho civiles; del frente villista hubo decenas, entre muertos, heridos y prisioneros.

Entonces se dejaron venir, dizque para perseguir a Villa, apresarlo y liquidarlo. Pero sus intenciones iban más allá: sabotear la promulgación de leyes sobre reforma petrolera, agraria (artículo 27), laboral y religiosa. Las tropas yanquis entraron por Chihuahua, primero 5 mil oficiales y soldados; gradualmente los contingentes llegaron a 20 mil intervencionistas entre infantería, caballería, artillería, ingenieros, ambulancias, aviones, carros y hasta un hospital de campaña.

Las tropas gringas arrasaron con ciudades y rancherías mexicanas sin importar si eran villistas o civiles inocentes. Consumaron masacres y persecuciones. En varias ciudades del país hicieron manifestaciones populares de repudio a la agresión estadunidense. Hasta entonces protestó el gobierno carrancista y se preparó para repeler a los invasores. Entre marzo y abril ocurrieron muchos combates. El pueblo se levantaba y los estadunidenses sufrían muchas bajas. Muchos triunfos al grito de ¡Viva Villa!, ¡Viva México!

Y sigue la Persecución. “Toda la gente en Chihuahua y Ciudad Juárez/muy asustada y asombrada se quedó/sólo de ver tanto gringo y carrancista/que Pancho Villa en los postes los colgó./¿Pues qué creían estos Rinches tan cobardes,/que combatir era un baile de carquiz?/Con la cara llena de vergüenza/se regresaron todos a su país”.

Vinieron las negociaciones y como era de esperarse, los de Texas querían incluir en la agenda temas ajenos a la salida de tropas. La diplomacia fracasó, se incrementaron los efectivos y los actos hostiles en otros estados y la guerra se complicó.

El gobierno yanqui embargó maquinaria destinada a la fabricación de municiones, lo que exhibió su nulo interés en lograr la paz y dejó al descubierto su ambición por nuestros yacimientos de oro y plata, petróleo, henequén, bosques y tierras. Para eso querían la guerra los capitalistas, el ataque de Columbus sólo fue un pretexto.

Del choque en El Carrizal (junio 21), resultaron 12 yanquis muertos y 22 prisioneros; sufrieron derrota total. Refiere Peláez que los expedicionarios “abandonaron el campo de batalla corriendo como venados”. En más conferencias, por lo menos “se impidió que el gobierno norteamericano se arrogara el derecho de representar a empresas y gobiernos extranjeros, a definir qué hacer en materia de propiedad y religión”.

La popularidad del Centauro del Norte crecía, lo mismo que el movimiento de solidaridad con México: “que peleen ellos para proteger las tierras que han arrebatado a los campesinos de aquel país”, manifestaba un orador en un mitin en San Francisco, California. El 5 de febrero de 1917 las debilitadas fuerzas wilsonianas se retiraron. Estados Unidos se preparaba para ir a la Primera Guerra Mundial.

El cantautor chileno Víctor Jara –sintiéndose un dorado– entona el Corrido de Pancho Villa, he aquí el fragmento con que se despide del Centauro, y yo también de ustedes amables lectores: “Pancho Villa te llevo grabado/en mi mente y en mi corazón/y aunque a veces me vi derrotado/por las fuerzas de Alvaro Obregón/siempre anduve como fiel soldado/hasta el fin de la Revolucion/ay, ay/siempre anduve como fiel soldado/que tanto ha luchado al pie del cañon”.

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