lunes, 30 de marzo de 2009

Calderón se Baja los Pantalones Ante los Gringos


Por Vulgo Culto

Obviamente la intención de la visita de Hilary Clinton a México es quitarle las piedritas del camino a Barak Obama para que en su próxima visita a nuestro país no “padezca” ningún sinsabor, pero no en el sentido de que Calderón pudiera atreverse a cuestionar los impedimentos a los camiones de carga nacionales a Estados Unidos o protestar por la construcción del muro fronterizo, mucho menos tocar el asunto la reforma migratoria, nada de eso; el punto es el intervencionismo gringo para acabar con la soberanía mexicana.

La exprimera dama estadounidense vino principalmente a asegurarse de que las condiciones estén puestas para que con el pretexto del combate conjunto al narcotráfico, Calderón entregue la soberanía del país, sin mayores contratiempos, al estado norteamericano, que ambiciona tomar control militar, sobre todo, de los territorios mexicanos con mayores yacimientos de petróleo. En palabras simples vino a decirle a Feli-pillo: “bajándose sus calzoncitos ante Obama y nos entendemos”. La única duda del Chapelen, que ni tardo ni perezoso se apresura a cumplir las órdenes del presidente afroamericano es ¿nomás hasta las rodillas o hasta el suelo?

Clinton dijo sonriendo y sin el menor empacho “en materia de drogas, Estados Unidos es insaciable”. Pero también 25 mil millones de dólares anuales en ganancias dejan a Estados Unidos el tráfico de armas para los cárteles de la droga. “Eso les permite continuar con su campaña de violencia”, dijo la otrora cornuda gringüita.

El plan de EE.UU. es montar oficinas y bases cuarteles por todo el territorio mexicano en donde supuestamente habrá personal mexicano, como gabacho, para coordinar operaciones conjuntas del crimen organizado legal (DEA/PGR) contra el crimen organizado ilegal (los cárteles). Lo que no dicen es que la función de los mexicanos será solamente ir por los chescos y las tortas para los güeros, como ha sido siempre que se firman acuerdos entre ambos gobiernos. La pregunta en este caso sería ¿los militares mexicanos lo van a tolerar?, en el ámbito bélico la cosa es más delicada, los altos mandos del ejército mexicano nunca han sido muy afectos a los gringos.

Por eso, para Hilary es importante echarle salivita al asunto antes de dejarnosla caer con toda su fuerza; ahora resulta que sus compatriotas ya no solo quieren ser nuestros vecinos (“entre ambos países hay más que buena vecindad”), sino nuestros amigos, casi compadres (“historia, patrimonio, un futuro común”), más aún; nuestros socios, (“intercambio comercial único en el mundo”), originarios de la misma cultura, ¡faltaba más! (“un ecosistema compartido, un intercambio de culturas alimentado por los migrantes”) pero para que limitarse, de plano parientes hijos de la misma madre tierra (“¡Somos, una sola familia!”)… ¡Poca m… la de los primos dirían algunos carnales!

Así pues, Obama pretende venir ya nomás a firmar y a consumar lo que en sus propias palabras llama “Un compromiso integral”, una especie de matrimonio, maridaje, o amasiato, en el que, al que le toca aflojar el cuerpo, es nada menos que a los mexicanos.

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