martes, 16 de diciembre de 2008
García Luna, jefe de criminales
ÁLVARO DELGADO
MEXICO, D.F., 15 de diciembre (apro).- Obtener la victoria en una guerra supone, además de la valentía de la tropa y el equipo bélico idóneo, contar con una sólida base social que sólo se obtiene cuando el comandante ha probado su integridad y aptitud para encabezar una lucha con fines encomiables.
Por eso la aventura a la que Felipe Calderón ha llevado a México tiene todos los signos de la derrota, y no por el reguero de miles de cadáveres por el territorio nacional --que de suyo es un signo macabro de fracaso--, sino porque los grupos criminales siguen tan vigentes como en diciembre de 2006, cuando inició una ocurrencia que jamás ha tenido pies ni cabeza.
Y siguen operando los principales carteles y capos del tráfico de drogas porque, al margen de la propaganda oficial y oficiosa, sigue vigente la colusión con quienes ejercen el poder político en México, Calderón en primerísimo lugar y después quienes él designó para --en teoría-- capturarlos y someterlos a juicio.
Al principio del sexenio, cuando esos mismos cómplices le recomendaron a Calderón declarar una "guerra" para compensar su condición ilegítima, era obvia la reserva sobre la autenticidad de la lucha y podía haber un poco de confianza si era capturado Joaquín El Chapo Guzmán, a quien Vicente Fox permitió fugarse con la peregrina idea de que, por los propios arreglos, los capos autorregularían la violencia.
A dos años del inicio de una gestión que no tiene más objetivos que evitar su caída y lucrar con los privilegios de la alta burocracia, no sólo no ha sido capturado El Chapo de Sinaloa, sino que se placea por donde le da la gana y sólo tiene cuidado para no ser sorprendido por los hermanos Beltrán Leyva, ahora sus rivales, no por la policía.
Más aún, muchos de quienes encomiaban a Calderón por supuestamente enfrentarse al narcotráfico, y hasta en la hipérbole le veían trazas de "valentía", ahora --ante las evidencias-- tienen claro el tamaño de la falacia y el apoyo que, hace dos años tuvo, se ha erosionado.
Y ha menguado esta base social, que es clave para la victoria, porque la sociedad no sólo ve que disminuya la inseguridad, sino que las complicidades son mucho más profundas que la captura de altos mandos policiacos, que pretende capitalizarse propagandísticamente con la "Operación Limpieza".
Una de las instituciones que están penetradas hasta el tuétano es la Secretaría de Seguridad Pública, que encabeza Genaro García Luna, a quien Calderón le ha extendido, como aquí se publicó, un certificado de impunidad y que se traduce en que, por ejemplo, contrate decenas y decenas de individuos con antecedentes penales --muchos de ellos exmilitares-- para incorporarlos a la Policía Federal Preventiva (PFP).
Tal como lo publica la revista Proceso en la edición de esta semana, con base en documentos oficiales clasificados como "confidenciales", se trata de policías que en el registro del Sistema Nacional de Seguridad Pública aparecen con el resultado de "criminal", lo que significa que cometieron delitos registrados en la Procuraduría General de la República y las procuradurías de justicia de los estados, así como en las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina.
Se trata de policías que forman parte de los agrupamientos de la PFP y que, además, han desplazado a muchos de los militares que con mayores aptitudes respondieron a la convocatoria que, hace dos años, formuló Calderón para reforzar esa institución a cambio de mejoramientos en jerarquía y en percepciones.
En efecto, el 13 de diciembre de 2006, Calderón anunció que 7 mil 500 soldados y 2 mil 500 marinos se incorporasen a la PFP, con la promesa de que tendrían un grado mayor al de su retiro de la milicia y, por tanto, mejores condiciones económicas, incluidos estímulos por participar en operativos.
Pero tal promesa, particularmente a oficiales, no sólo no se materializó, sino que los cargos que a ellos corresponden, conforme a la "oferta laboral" ofrecida, son ocupados por quienes tienen, en muchos casos, antecedentes penales.
Estas y otras irregularidades, como se documenta en el reportaje, entre ellas el amplio elenco de policías "criminales", han sido denunciadas no sólo ante las instancias de la SSPF, como Asuntos Internos y el Organo Interno de Control, sino ante García Luna y el propio Calderón.
En una carta enviada a García Luna, uno de los militares afectados, el mayor ingeniero Julio Noé Franco --quien tiene estudios de posgrado y cursos en países como Estados Unidos y China--, afirma: "Todo el aparato que hoy funciona (es) para favorecer el ejercicio de la corrupción y la mezquindad."
La respuesta ha sido el silencio y las represalias, y la razón en sencilla: Edgardo Flores Campbell, titular del OIC de la SSPF y responsable de investigar la corrupción, es amigo íntimo de García Luna y fue coordinador de giras de la campaña de Calderón, quien al inicio del sexenio lo nombró secretario general del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Puras complicidades.
Apuntes
Hay un asunto sobre el que es preciso estar atentos y es sobre el memorable episodio que aconteció en el Palacio Nacional, el viernes 3 de octubre, cuando Andrés Gómez Emilsson, el ganador de mejor estudiante de matemática del país, le gritó "espurio" a Calderón y otro muchacho, Marco Virgilio Jiménez Santiago, lo secundó cuestionando a Calderón: "¿Libertad? ¿Cuál libertad? ¡Aquí no hay libertad!". Resulta que el ciudadano Oscar Adrián García López presentó una queja ante la Secretaría de la Función Pública contra el general Jesus Javier Castillo Cabrera, jefe del Estado Mayor Presidencial, por haber ordenado privar de la libertad a los dos jóvenes. Este ciudadano ha sido citado a comparecer ante el EMP, "para integrar debidamente el expediente administrativo". En el oficio se le solicita al ciudadano que se haga acompañar del joven Jiménez Santiago, a quien él no conoce. Habrá que estar pendientes... Después de que les fallaron los "Chuchos", Alberto Begné y el grupo que se apoderó del Partido Socialdemócrata pueden, todavía, aferrarse al presupuesto mediante una alianza con el PRI, al fin que éste ya es socialdemócrata y hace lo mismo que ellos: Quema incienso a la derecha encabezada por Calderón. Y mientras Marcelo Ebrard sigue pensando que él puede ser el candidato presidencial de los "Chuchos". Esa ya no es ingenuidad...
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario