Fausto Fernández Ponte
Agencia Mexicana de Información
a 15 de octubre de 2008
Echeverría y Calderón
Fausto Fernández Ponte
I
Están por aparecer en los plúteos de las librerías de México las obras "Así lo viví: testimonio de la elección presidencial de 2006, la más competida de la historia moderna de Mèxico" y "Luis Echeverría Alvarez: entre lo personal y lo político".
El primero de esos libros es de la autoría de Luis Carlos Ugalde, quien fue consejero presidente del Instituto Federal Electoral hasta hace unos meses; el autor del segundo es Rogelio Cárdenas Estandía, director adjunto del diario El Financiero.
A nuestro ver, esas obras son enseres historicistas importantes para comprender el registro que tenían en 1968 el entonces secretario del despacho de Gobernación, el señor Echeverría, y en 2006 Vicente Fox y Felipe Calderón.
El señor Echeverría fue elegido Presidente en 1970 y durante su presidencialado se erigió en cid campeador de la simulación: usó retórica pseudo reivindicadra para disfrazar represión genocida o guerra sucia contra disidencias políticas juveniles.
En 2006, el señor Fox --de patética celebridad-- era el Presidente de la República y don Felipe el candidato del Partido (de) Acción Nacional a suceder a aquél. El desenlace comicial de 2006 se caracterizó por un desaseo cínico y todavía impune.
II
Antes de proseguir señálese que se entiende que los enseres historicistas son aquellos métodos de investigación de los componentes del contexto social prevaleciente en ciertos periodos específicos de la historia y la interacción de aquellos.
Así, el historicismo --o historismo-- es la ciencia o, si se quiere, ls tendencia intelectual a reducir o sincretizar la realidad humana en su historicidad o condición histórica. De cualesquier manera, es una herramienta de pesquisa cientìfica.
El historicismo es de amplísima aplicación en las disciplinas políticas y sociales --que incluiría a la historia misma, la madre de todas las ciencias-- dado su atributo de instrumento fundamental para entender los acontecimientos humanos.
Todo, pues, se resuelve en la historia. El historicismo juzga los hechos no por su valor intrínseco, sino en función del medio histórico dentro del cual se suscitan. Más no sólo lo hechos; también los productos de la elaboración colectiva.
Esa elaboración colectiva es inconsciente e involuntaria. De esa guisa, los productos de tal hechura son la lengua, la literatura, el arte, las costumbres, la filosofía, el derecho, la religión, las creencias, los sentimientos morales y otros más.
Los episodios relatados por el pretérito consejero Ugalde y el joven periodista Cárdenas Estandía --vástago de una dinastía de periodistas que se remonta a su abuelo, Rogelio, y su padre, también Rogelio, de sólida trayectoria ambos-- tienen mucha miga.
Los dos libros --el de don Luis Carlos, de Grijaldo; el del señor Cárdenas, de Planeta-- parecen por inferimiento válido una exaltación fedataria y fiel del feísmo del ejercicio del poder político como conducta humana. Conducta concupiscente, execrable.
III
Lo peor del poder, pues, entendido éste como vehículo o artefacto distorsionado filosóficamente en cuanto a sus fines y sus miras de bajeza. Por el poder, todo; incluso, asesinar lo más representativo del ser popular o burlar a la ciudadanía.
Asesinar en masa y burlar masiva, sistémicamente --mediante engaño, simulación y manipuleo avieso--, son ambos crímenes de lesa humanidad y, por asociación, de lesa patria. Los dos libros documentan la ignominia del poder versus México y los mexicanos.
Vero. En su narración, el señor Ugalde consigna por ejemplo una relatoría de presiones grotescas que sufrió no sólo del deshilachado e intelectualmente disléxico Presidente Fox, sino también del propio candidato Calderón, quien exhibe alevosía.
Más no sólo eso. Lo presionó un personaje de ubicuidad recursiva como Elba Esther Gordillo, la dirigente vitalicia del sindicalimo magisterial "charro" y notorio agente de influencia a favor propio y/o por subrogación crematística interesada.
El sangriento saldo de la Matanza de Tlatelolco en 1968 no es reconocido por el señor Echeverría; de hecho, presume de ello con arrogante soberbia, e inventa imperativos nacionales vitales -- justificantes-- para "salvar" a México del ¡comunismo!
El saldo del fraude electoral de 2006 es también ominoso. Don Luis Carlos se confiesa a destiempo. ¿Por qué no denunció en su momento, antes y después de las elecciones, que el fraude estaba ocurriendo? Personaje triste, por cobarte, éste señor Ugalde.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Concupiscente: dominado por la concupiscencia; deseo de bienes terrenos y apetito desordenado de logros deshonestos.
Disléxico: de dislexia.
Feísmo: corriente o tendencia filosófica o artística de exaltación de lo feo.
Plúteos: estantería.
Agencia Mexicana de Información
a 15 de octubre de 2008
Echeverría y Calderón
Fausto Fernández Ponte
I
Están por aparecer en los plúteos de las librerías de México las obras "Así lo viví: testimonio de la elección presidencial de 2006, la más competida de la historia moderna de Mèxico" y "Luis Echeverría Alvarez: entre lo personal y lo político".
El primero de esos libros es de la autoría de Luis Carlos Ugalde, quien fue consejero presidente del Instituto Federal Electoral hasta hace unos meses; el autor del segundo es Rogelio Cárdenas Estandía, director adjunto del diario El Financiero.
A nuestro ver, esas obras son enseres historicistas importantes para comprender el registro que tenían en 1968 el entonces secretario del despacho de Gobernación, el señor Echeverría, y en 2006 Vicente Fox y Felipe Calderón.
El señor Echeverría fue elegido Presidente en 1970 y durante su presidencialado se erigió en cid campeador de la simulación: usó retórica pseudo reivindicadra para disfrazar represión genocida o guerra sucia contra disidencias políticas juveniles.
En 2006, el señor Fox --de patética celebridad-- era el Presidente de la República y don Felipe el candidato del Partido (de) Acción Nacional a suceder a aquél. El desenlace comicial de 2006 se caracterizó por un desaseo cínico y todavía impune.
II
Antes de proseguir señálese que se entiende que los enseres historicistas son aquellos métodos de investigación de los componentes del contexto social prevaleciente en ciertos periodos específicos de la historia y la interacción de aquellos.
Así, el historicismo --o historismo-- es la ciencia o, si se quiere, ls tendencia intelectual a reducir o sincretizar la realidad humana en su historicidad o condición histórica. De cualesquier manera, es una herramienta de pesquisa cientìfica.
El historicismo es de amplísima aplicación en las disciplinas políticas y sociales --que incluiría a la historia misma, la madre de todas las ciencias-- dado su atributo de instrumento fundamental para entender los acontecimientos humanos.
Todo, pues, se resuelve en la historia. El historicismo juzga los hechos no por su valor intrínseco, sino en función del medio histórico dentro del cual se suscitan. Más no sólo lo hechos; también los productos de la elaboración colectiva.
Esa elaboración colectiva es inconsciente e involuntaria. De esa guisa, los productos de tal hechura son la lengua, la literatura, el arte, las costumbres, la filosofía, el derecho, la religión, las creencias, los sentimientos morales y otros más.
Los episodios relatados por el pretérito consejero Ugalde y el joven periodista Cárdenas Estandía --vástago de una dinastía de periodistas que se remonta a su abuelo, Rogelio, y su padre, también Rogelio, de sólida trayectoria ambos-- tienen mucha miga.
Los dos libros --el de don Luis Carlos, de Grijaldo; el del señor Cárdenas, de Planeta-- parecen por inferimiento válido una exaltación fedataria y fiel del feísmo del ejercicio del poder político como conducta humana. Conducta concupiscente, execrable.
III
Lo peor del poder, pues, entendido éste como vehículo o artefacto distorsionado filosóficamente en cuanto a sus fines y sus miras de bajeza. Por el poder, todo; incluso, asesinar lo más representativo del ser popular o burlar a la ciudadanía.
Asesinar en masa y burlar masiva, sistémicamente --mediante engaño, simulación y manipuleo avieso--, son ambos crímenes de lesa humanidad y, por asociación, de lesa patria. Los dos libros documentan la ignominia del poder versus México y los mexicanos.
Vero. En su narración, el señor Ugalde consigna por ejemplo una relatoría de presiones grotescas que sufrió no sólo del deshilachado e intelectualmente disléxico Presidente Fox, sino también del propio candidato Calderón, quien exhibe alevosía.
Más no sólo eso. Lo presionó un personaje de ubicuidad recursiva como Elba Esther Gordillo, la dirigente vitalicia del sindicalimo magisterial "charro" y notorio agente de influencia a favor propio y/o por subrogación crematística interesada.
El sangriento saldo de la Matanza de Tlatelolco en 1968 no es reconocido por el señor Echeverría; de hecho, presume de ello con arrogante soberbia, e inventa imperativos nacionales vitales -- justificantes-- para "salvar" a México del ¡comunismo!
El saldo del fraude electoral de 2006 es también ominoso. Don Luis Carlos se confiesa a destiempo. ¿Por qué no denunció en su momento, antes y después de las elecciones, que el fraude estaba ocurriendo? Personaje triste, por cobarte, éste señor Ugalde.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Concupiscente: dominado por la concupiscencia; deseo de bienes terrenos y apetito desordenado de logros deshonestos.
Disléxico: de dislexia.
Feísmo: corriente o tendencia filosófica o artística de exaltación de lo feo.
Plúteos: estantería.
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