sábado, 20 de septiembre de 2008

Bolivia: Estado de Sitio contra Golpe de Estado



En el Departamento de Pando Bolivia

Alfredo Velarde

En la andina república de Bolivia , durante las semanas recientes, un conjunto de fuertes tensiones políticas parecen aproximar al complejo proceso de cambio político gobernado por el primer presidente indígena a lo largo de su convulsa historia, Evo Morales , a un momento de definiciones cardinales que, de no consolidarse hacia el planeado Referéndum Constitucional del 7 de diciembre , amenazan con obturar, de manera definitiva, un cambio verdadero y de izquierda real como el que han venido demandando los sectores subalternos de mayoría indígena en lucha, y que han sido sometidos al más brutal hostigamiento disuasivo por el “autonomismo” criollo que actúa con el aval saboteador y el explícito patrocinio norteamericano del proceso en curso y que explica, por ende, el estallido de la crisis diplomática entre las respectivas representaciones norteamericanas en Bolivia y Venezuela, respectivamente, y las que éstos países, apenas la víspera, tenían en los Estados Unidos, con el inminente regreso de cada una de ellas a sus naciones de origen.

Es en ese contexto, dentro de cual deben mirarse las crecientes protestas inducidas que han venido recorriendo a las distintas regiones separatistas que conforman la llamada Media Luna que federa a la oposición de derechas en una Bolivia dividida y que, en la semana que pasó, cobraron cuando menos diez víctimas fatales y algo más de un ciento de heridos, muchos de ellos graves.

Los primeros saldos de la tensa circunstancia han logrado ya complicar las estratégicas exportaciones de gas hacia la Argentina y el Brasil de las que dependen sus flujos de divisas , debido a las acciones de abierto sabotaje contra la infraestructura del centralizado Estado boliviano y nadie sabe cuan complejo y dramático será el futuro inmediato de confrontaciones entre el ejército federal y los sectores leales al gobierno, frente a los reaccionarios opositores que detentan un caudal de soportes económicos interno y externo capaces de fraguar una verdadera contrarrevolución y que, en mal momento, podría colocar a la Bolivia evista actual, al borde de la guerra civil que alienta con particular beligerancia la oligarquía santacruceña , con la complacencia imperialista norteamericana que parece dispuesta a emprender una contraofensiva en el Cono Sur, toda vez que su reblandecida hegemonía del pasado, logró erigirse como un factor causal, explicativo, de la autolimitada transición que han venido tutelando, no sin contradicciones importantes, los llamados “gobiernos progresistas” del área geopolítica hoy inmersa en un franco proceso de centrales definiciones para su proyecto en medio de sus explícitas divisiones políticas.

Así las cosas, las crecientes tensiones que hoy convulsionan a una Bolivia que no parece encontrar los necesarios consensos para la edificación de la nueva república de “tintes socialistas” anunciados y pensados por el Movimiento al Socialismo (MAS), parecen resumirse en el estado de sitio que el gobierno boliviano decidió imponer, de manera preventiva, en el Departamento de Pando , ante la configuración de una conjura que pretende alentar, como en el caso del referido departamento jurisdiccional, un golpe de estado dirigido, en particular, contra la arquitectura del nuevo proyecto constitucional en ciernes y las reformas “socialistas” (en mucho auto centradas en definiciones nacional-estatistas ) y que, de prosperar como lo formula la mayoría electoral con fundamento en la base de masas que incluso ya antes proyectó a la titularidad del poder ejecutivo a su líder cocalero, Evo Morales , parecería obligar en sus opositores, a valerse del as debajo de la manga que los opositores de derecha todavía conservan y detentan: la secesión de los territorios de la Media Luna de la república boliviana, donde son mayoría.

Con ella, no se trataría de una estrategia menor, pensada sólo para deponer al actual presidente boliviano, sino, en particular, de disminuir en sus riquezas y territorialmente a un estado nacional que el Departamento de Estado norteamericano identifica como esencial para la geopolítica regional y que, al lado de Venezuela , encabezan lo que con énfasis descalificadores identifican como el eje del “populismo radical” , cuando se trata, mejor vistas las cosas, de un movimiento independentista proclive a superar la ancestral dependencia , primero colonial y después al capitalismo imperialista , y que hoy parece dispuesto a resistir la pretensión del capitalismo desarrollado por subordinar a Bolivia a la notoria dinámica de integración subordinada que resulta ser prototípica de este tiempo de capitalismo maduro y de exultante globalización excluyente que lo singulariza.

Por eso, hoy en Bolivia se juega algo más y mucho más importante también, que la nada simple orientación económica y política que ha de regir para los tiempos venideros en la república andina fuertemente amenazada por la arrogancia del halcón yanqui: la relación que el golpismo estadounidense sostendrá, en lo sucesivo, frente a aquellos estados nacionales que han decidido sacudirse la añosa y contraproducente tutela de los intereses capitalistas foráneos.

No me cuento entre quienes consideran, sin más, que la estrategia para el socialismo del siglo XXI, se representa en Chávez y Evo, pues como lo he escrito en otro lugar, sus directrices, hasta el presente, se han revelado como limitadamente circunscritas a un capitalismo de estado de corte eminentemente nacional . Pero la coyuntura parece obligarnos, incluso a los anticapitalistas, a apoyarlos ante la puja yanqui por recuperar su hegemonía perdida en Bolivia o Venezuela.

Tal vez la estrategia, para todo este período sea, cerrar filas con ellos frente a los norteamericanos, pero nunca silenciar las contradicciones en su conducta política, frente a las respectivas oposiciones, no de derecha, sino de izquierda, que en ambos países también existen. Golpear juntos al imperialismo y marchar separados, como definición, si lo que se persigue es, no sólo detener al imperialismo, sino destruir al capitalismo.

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