miércoles, 4 de junio de 2008

Hija de militante eperrista: “Si aceptaron dialogar es que mi padre vive”



Raúl Tortolero


Casos como el que vive Nadín Reyes Maldonado se anhelaban ya enterrados en los sótanos de la Guerra Sucia. Pero no. El padre de esta joven, Edmundo Reyes Amaya —a quien el Ejército Popular Revolucionario (EPR) ha reconocido como militante—, no aparece. Pedagoga, de 26 años, ha emprendido una lucha en el cauce de los derechos humanos en busca de la presentación de su progenitor, quien el 25 de mayo de 2007 fue visto por última vez en Oaxaca. También desapareció aquel día Gabriel Alberto Cruz Sánchez, hermano del presunto número uno del EPR, Tiburcio Cruz Sánchez. Nadín significa “esperanza”. Es como si su padre hubiera querido dejarle a su hija un mensaje en la botella de su nombre, por si algo grave pasaba mientras él buscaba, por la vía armada, la revolución socialista en la que creía, y por la que estaba dispuesto a todo. Nacida en Oaxaca, daba clases en la Ciudad de México en un jardín de niños particular, y todo marchaba bien hasta que sus alumnos y los padres de familia empezaron a sentirla deprimida. Renunció en agosto de 2007, luego de exponer a la directora del plantel su situación. Así, dejó de ser la “Miss Nadín” y se reinventó como activista de derechos humanos, opuesta a las desapariciones por razones políticas. Integró, entonces, lo que aspira a ver más sólido como asociación civil, y ha llamado “Hasta encontrarlos”, que son un grupo de personas que cuentan con una página web –entre ellas Margarita Cruz Sánchez, hermana de Gabriel Alberto— donde dan seguimiento a varias desapariciones en México en 2007, como las de “Edmundo Reyes Amaya, Gabriel Alberto Cruz Sánchez, Daniela y Virginia Ortiz Ramírez, Lauro Juárez, Francisco Paredes Ruiz y Gregorio Alfonso Alvarado López”. Cuestiona el enfoque de la PGR La simple charla con Nadín está revestida de gente no invitada y empalagosa, con ojos y oídos muy abiertos. La entrevista con ella se realiza en un restaurante cercano al aeropuerto del Distrito Federal. Narra que hace tiempo se presentaron unos señores en la tienda de abarrotes de su mamá, en Ciudad Nezahualcóyotl, y se identificaron con credenciales de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Pero la señora Lola Maldonado no les creyó. Otro día, un agente le tomó fotos a la doña con su celular, hostigosamente. A Nicandra Castro Escarpulli, de la Unidad Especializada en Investigación contra Secuestros de la PGR, quien lleva el caso de la desaparición de Edmundo Reyes, se le notificó de esta eventualidad. Castro aceptó que gente suya tomó esa fotografía, asegura Nadín. Pero lo que más extraña a Nadín es que la desaparición de su padre esté siendo investigada justamente por una unidad de combate a secuestros. Porque para tipificar un secuestro debe haber una exigencia de algo, de rescate, de dinero, por parte de los plagiarios, lo cual nunca ha sucedido en el caso de Reyes Amaya ni de Cruz Sánchez. Simplemente, no se supo más de ellos, pero nadie llamó a Nadín o a su familia para negociar su liberación. Nadín reprueba el enfoque de la PGR: “Se tiene que reclasificar ese delito, no es ningún secuestro. Debe pasar de secuestro a desaparición forzada”, opina. “Y será una de las pruebas de voluntad del gobierno el que sí se reclasifique”, juzga. Además, si fuera un secuestro, “queda eximida” la presunta responsabilidad de los gobiernos en el haber sustraído a ambos guerrilleros. La espesa vigilancia en torno de ella y su familia empezó a ser palpable desde la ausencia de su padre. Tanto en el DF con su mamá, como en Oaxaca, a donde la joven gasta mucho tiempo ahora. Y se incrementó cuando el EPR explotó los ductos de Pemex el año pasado. La siguen al caminar. Piensa que lo quieren hacer notorio para intimidarla y que le tienen intervenido el celular. Le llegan además correos electrónicos para presionarla.

“Los tenemos y ya hablaron”, sentenciaba uno de ellos. Resulta paradójico que sea mediante los mensajes contenidos en tales correos, presuntamente enviados por inteligencia militar, tan intimidantes, que Nadín pueda interpretar que su padre tal vez está vivo.—¿Está vivo su padre? ¿Hay alguna nueva pista que lo indique? —Yo pienso que sí –dice insuflada por el entusiasmo, tal vez respirando esperanza–, tanto mi padre como el señor Gabriel. —¿Pero en qué se puede fundamentar, más allá del deseo de que esté con vida? —Una de las características de una desaparición forzada es que el Estado los mantiene con vida. Porque es una manera de presionarlos para obtener información. Le parece además que si el gobierno aceptó el diálogo con el EPR es porque tiene algo para dar a cambio de una negociación, que sería la liberación de los guerrilleros. —Suponiendo que el EPR, con su trabajo de inteligencia, tuviera más bien indicios de que no están ya vivos, entonces ¿para que se iban a sentar a dialogar con el gobierno, para qué la intermediación? —Sí, eso también nos da la certeza de que están vivos. —Una persona negocia con quien secuestra a sus familiares cuando tiene una prueba de que están vivos. Si no, no tienes nada que dialogar.

—Es en esa lógica que creemos que están con vida. Y no vamos a pensar que están muertos, porque así como se los llevaron vivos tienen que devolverlos. —Otro problema sería cómo se les va a reaparecer. Equivaldría a una pérdida de legitimidad ¿no cree? —Todo este tiempo creo que le está sirviendo al Estado para planear. El gobierno federal que no los tiene, pero que sí, que los desapareció el estado de Oaxaca. Están tratando de perfilar que la policía ministerial actuó incluso sin aprobación del gobernador ni del procurador. Creen que somos tontos. Le pregunto si ha escuchado la versión de que ambos guerrilleros se ocultaron para inculpar al Estado de su desaparición. Responde que eso sólo le puede convenir al Estado. “Yo conozco a mi padre, y él no nos haría pasar por esta situación de dolor”.

Rechaza también la especie mediática del ajuste de cuentas entre guerrillas, o entre éstas y el narco. Para ella, los viajes de Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, al DF son sólo para preparar un escenario en el que Ruiz pueda permanecer en el poder. Le parece absurdo que en Oaxaca los mismos que ella asegura se llevaron a su padre sean quienes investigan ese crimen. “Que se permita a organismos internacionales venir a investigar. Que sean autoridades externas las que investiguen”, propone Nadín. El secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, recién declaró que México no es un país de desapariciones. A esto Nadín contrapone la postura del juez del 10º. Juzgado de Distrito de Oaxaca, que, cuando todas las autoridades negaron tener a Edmundo, dictaminó que hubo una “desaparición forzada”. —¿Qué piensa sobre la lucha del EPR? —Ellos habrán tenido razones para optar por esa vía. Es respetable, como la decisión de mi padre de haber escogido esa lucha. —¿La vía armada es respetable? —Si de veras existiera la democracia –alega–, no habría extrema pobreza ni 60 millones de pobres en México.

No habría necesidad de EPR ni de otras organizaciones. —Pero el EPR no es democrático. ¿No es autoritario imponer su modelo social con armas? —No sé cómo lo vean ellos. Yo pienso que si todo se ha agotado, la única herramienta que queda es esa. —Envió una carta a Flavio Sosa. ¿Ya conocía a los de la APPO? —A raíz de que desaparece mi papá tuve cercanía con la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca). Tuve la fortuna de conocer a las hijas de Flavio Sosa – uno de los dirigentes del movimiento–. Estábamos luchando por cosas parecidas, por la libertad de nuestros padres. “Ante la impunidad te unes. Surgió una hermandad. Cuando liberaron a Flavio me proyecté y me imaginé el día en que liberarían a mi padre. Felicité a Flavio por las mujeres que tiene.” —¿APPO y EPR son una misma cosa? —El Estado trata vincular a la APPO con un grupo que denomina terrorista. Y así criminalizar las protestas sociales. —Se ha escrito que el EPR se queja de la desaparición de sus miembros mientras que contaría con una historia de secuestros. —Es un juego. Para que la gente diga: “mira, ellos también lo hacen”.

Y si el EPR tiene delitos, tendría que responder por ellos. —¿Qué piensa de la lucha del EZLN? —Cada contexto va creando su forma de lucha. Los respeto. —¿Hay nexos entre el EPR y el bolivarismo y las FARC? —No lo sé. —¿Usted es bolivariana? —Yo me asumo como una defensora de los derechos humanos. —¿Qué valores le inculcó su padre? —Crecimos en libertad, podía hacer lo que quería, pero con responsabilidad. Los valores que me brindó mi padre son la responsabilidad, la solidaridad con la familia y con los necesitados, a ayudarlos como sea posible, y la disciplina. Es decir, ser ordenada en lo que haces, priorizar, levantarme temprano, ayudar en la casa. —¿Cómo se vive ser la hija de un importante dirigente de la guerrilla más relevante de México? —Fue un golpe muy duro saber que desapareció. Él siempre nos protegió. Nunca nos dijo nada de eso. Para nosotros él era comerciante. Lo percibíamos como muy honesto y respetado.

Fuente: Kaos en la Red.

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