lunes, 14 de abril de 2008

Hechos aislados, bombazos en México

gloria leticia díaz

México, D.F., 14 de abril (apro).- Experto en sistemas de Seguridad y Protección Corporativa, Rubén Fajardo Correa, minimiza los recientes atentados contra instalaciones públicas y privadas, en los que los autores materiales han utilizado artefactos explosivos, como ocurrió en el caso de ductos de Petróleos Mexicanos en los estados de Querétaro y Guanajuato, y, más recientemente, contra una sucursal de Banamex, en la delegación Coyoacán.

Afirma que se trata de “hechos aislados” y rechaza que este tipo de actos tiendan a generalizarse en el país.

En entrevista con Apro, puntualiza: “En México es muy baja la probabilidad de que se fabriquen explosivos por la dificultad para acceder a materiales de alto impacto”.

Además, refiere que tampoco hay gente preparada para elaborar los explosivos. Pone como ejemplo el fallido atentado contra un funcionario de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal en esta ciudad, donde el artefacto estalló antes de ser activado.

Con 20 años de experiencia en seguridad corporativa, el director de la empresa especializada Siprosi asegura, así mismo, que sólo 2% de cada mil llamadas de amenaza de bomba son reales.

Sostiene que se trata de “petardazos con fines publicitarios” que ocurren, generalmente, en momentos específicos, como en vísperas de elecciones o en medio de eventos que ponen al país “en la vitrina internacional”.

Luego de insistir en que los riesgos de bombazos generalizados son mínimos, Fajardo Correa advierte, en cambio, otro grave problema en puerta en México: el incremento del secuestro económico.

Debido a ese problema, dice, los empresarios se han visto obligados s reforzar su seguridad personal y la de sus negocios en México.

Asegura que la gravedad de la incidencia de este delito es tal que las “aseguradoras inglesas tienen ubicado al país como el primer lugar mundial en secuestro económico; Colombia ocupa el primero en cantidad de eventos, pero aquí opera básicamente el móvil político”.

Fajardo Correa ofreció el pasado 8 de abril un curso denominado “Preparación y Atención de Amenazas de Bomba y Atentados”. Es el tercer año consecutivo que realiza una conferencia sobre ese tema.

“Las empresas sabemos que nuestro trabajo es preventivo, no hacemos investigación ni andamos cazando terroristas”, dice el conferencista, que ofrece cursos de seguridad a empresas de Chile, Argentina, México y España.

Fajardo enumera algunos de los casos más fuertes, muchos de ellos no abordados en los medios, como el estallido de la sucursal del Citibank en 1990; la localización de cinco artefactos sospechosos en el Auditorio Nacional durante el certamen Miss Universo 1993; y cómo a mediados de la década de los 80, la embajada de Estados Unidos se apropió de la calle que está a sus espaldas y de un estacionamiento, a partir de la localización de un automóvil con explosivo C-4, uno de los más peligrosos, “que sólo los estadunidenses y los rusos podrían tener”.

En cuanto a atentados recientes provocados por grupos armados, el especialista ubica como el más aparatoso el derribe de un torre de electricidad en Chiapas, durante los primeros días de combate del EZLN en 1994.

De las explosiones en instalaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex) en Querétaro y Guanajuato, adjudicadas al EPR, dice, “no fue necesario un dispositivo, porque el objetivo (el ducto) hizo todo el trabajo”.

“Es una ventaja que en América Latina, los ‘terroristas’ son buena gente, porque llaman antes de que estalle una bomba, porque su finalidad es meramente política”, dice Fajardo Correa.

A pesar de que considera que hay bajas probabilidades de atentados –“mientras haya válvulas de escape, como el plantón de (Andrés Manuel) López Obrador en Reforma en 2006”- , el experto señala que las empresas “tienen que estar preparadas”.

Fajardo agrega que aplicar sistemas de control de ingresos, permite una mejor valoración de una amenaza telefónica para considerar si se evacua el local sin la intervención policíaca, “que es lo que menos quieren los empresarios”.

“No hay estimaciones de las pérdidas por una amenaza real y la eventual evacuación –puntualiza— pero como ejemplo pongo el asalto a una casa de bolsa en 1988, los delincuentes de llevaron 200 millones de viejos pesos y pusieron una bomba para cubrir su huida, y el establecimiento reportó una pérdida de 3 mil millones de pesos por el tiempo en que estuvo parada.”

Fajardo insiste que no existen riesgos de que ocurran atentados provocados por las mafias del narcotráfico, como sucede en Colombia: “No lo veo en corto plazo, tendremos escaramuzas pero no una situación sistemática. Lo único que vemos es a narcos peleándose entre ellos, y los pocos incidentes de bombas, en los años noventa, también ha sido dirigido a las bandas rivales.”

El especialista asegura que los únicos grupos que tendrían interés en colocar bombas, son los guerrilleros, “pero en menor medida mientras haya formas pacíficas de manifestar inconformidad, y podrían ocurrir en sitios muy focalizados, en estados con gobernantes que mantienen a la población reprimida”.

A las empresas, advierte, “no nos queda más que estar atentos a cualquier eventualidad, que no será nunca descartable”.

http://www.proceso.com.mx/noticia.html?sec=0&nta=58513

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