miércoles, 26 de diciembre de 2007

LA EXPROPIACIÓN PETROLERA

(1876 – 1938)

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

En 1876 se perforó con éxito en México el primer pozo petrolero. Desde entonces, el curso de la industria petrolera mexicana se ha establecido por la interacción de factores geológicos, económicos y políticos. Antes de 1910 se formó una gran industria de petróleo crudo en la costa del golfo de México gracias a las condiciones favorables para la inversión y a importantes descubrimientos de depósitos petrolíferos. Tanto las compañías estadounidenses como las británicas competían para dominar el mercado de exportación de petróleo crudo y el mercado interno de productos refinados.

Durante todo este periodo, los sucesos estuvieron influidos por dos actitudes o posiciones mexicanas recíprocas, muy diferentes: una actitud antiestadounidense y el nacionalismo económico. El nacionalismo económico, una determinación para evitar la explotación por parte de empresas extranjeras, especialmente por parte de Estados Unidos y sus grandes compañías petroleras, y controlar su propio destino económico, se convirtió en una preocupación similar que ha llegado hasta la vida política moderna de México. Estas dos actitudes se afianzaron durante los primeros días de la experiencia petrolera mexicana.

EL RÉGIMEN DE DÍAZ

El temor de Díaz de que un monopolio estadounidense dominara la industria petrolera mexicana, ocasionó la entrada a México de un gran empresario de la industria petrolera, el inglés Weetman Dickinson Pearson.

En 1906, el gobierno mexicano otorgó a Pearson grandes concesiones petroleras en tierras desocupadas pertenecientes al gobierno en cinco estados. El secretario de Hacienda, Limantour, aprobó la concesión para evitar el dominio de la Standard Oil.

Finalmente, en 1910, Pearson tuvo éxito en su búsqueda de petróleo. Después de haber gastado varios millones de libras esterlinas y haber perdido su primer yacimiento debido a un incendio, descubrió el yacimiento más grande conocido hasta entonces en el mundo, POTRERO DEL LLANO No. 4, que produjo más de 100 millones de barriles de petróleo en sólo ocho años. Para desarrollar este yacimiento, Pearson formó la Mexican Eagle Company, conocida como El Águila. Después de la incorporación de esta empresa, Porfirio Díaz hijo, se convirtió en miembro importante del consejo de directores, Pearson desde entonces no tuvo problemas financieros en México.

Desafortunadamente, el ciudadano mexicano promedio, golpeado por la pobreza y la desigualdad social, no gozó de los frutos de esta bonanza petrolera. Por esta razón, el auge petrolero fue considerado como un ejemplo de la dominación económica extranjera apoyada por Díaz y los científicos que eran considerados como los beneficiados por la riqueza petrolera (lo que no ha cambiado).

En 1910 existía un enorme desconcierto en todo el país, la época del presidente Díaz se acercaba a su fin. Las concesiones que Díaz había otorgado a los capitalistas europeos, en especial a Pearson, provocaban enojo y resentimiento entre la comunidad estadounidense en México. La Standard Oil of New Jersey, con su riqueza y sus conexiones políticas, era un importante oponente del envejecido presidente. La combinación del descontento popular y el disgusto de las empresas norteamericanas estaban destinados a aplastar el régimen de Díaz con una revolución, en donde los intereses petroleros extranjeros desempeñaron una parte importante de la intriga revolucionaria.

EL RÉGIMEN DE MADERO

La conducta de las empresas petroleras extranjeras durante el Régimen de Madero se caracterizó por un cambio de papeles entre las compañías estadounidenses y británicas y por la agresiva intervención de los asuntos internos de México del embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, artífice del asesinato de Madero. La caída de Díaz fue un duro golpe para Pearson y para los intereses petroleros de El Águila.

A pesar de su optimismo inicial de que Madero podría estabilizar las condiciones en México, el embajador Wilson y la comunidad estadounidense pronto se dieron cuenta de que él no podría evitar intentos de golpe de Estado, ni controlar el movimiento contrarrevolucionario del Gral. Orozco.

El gobierno de México debía restaurar la ley y el orden o admitir su incapacidad para hacerlo. En este último caso, Estados Unidos se vería forzado a “considerar qué medidas debía adoptar para resolver la situación a fin de defender sus intereses económicos” (ahora el pretexto que están utilizando es el supuesto combate al narcotráfico a través del Plan México o Iniciativa Mérida). El problema no era el conflicto bélico, sino el cobro de .03 dólar por barril, que era un impuesto que se aplicaba tanto a británicos como estadounidenses, el escándalo que provocó esta situación fue tan grande, que intervino el propio presidente de los Estados Unidos, quien le envió a Madero un ultimátum, en el que le recordaba “la gran obligación moral de prestar especial atención a los intereses de la Unión Americana”, y que fue hábilmente utilizado por su embajador Wilson, en complicidad con Huerta y Félix Díaz para planear el complot para derrocar y asesinar a Madero y a Pino Suárez, conocido como el “Pacto de la Embajada”.

LA DICTADURA DE HUERTA

A pesar de la petición de Wilson, Estados Unidos nunca reconoció al gobierno del general Huerta. La opinión pública de Estados Unidos, encabezada por la prensa, condenó el asesinato de Madero.

Durante esta etapa de la Revolución Mexicana, las empresas petroleras extranjeras concentraron su atención en dos áreas: la defensa de sus propiedades contra la depredación de las fuerzas federales y constitucionalistas (es decir, rebeldes), y en intentar influir en la política de sus gobiernos para que reconocieran el régimen de Huerta, lo que se convirtió en un tema diplomático de relevancia.

Mientras tanto, en Estados Unidos, las empresas que tenían grandes inversiones en México ejercían presión sobre el Presidente Wilson para que reconociera el régimen de Huerta. Cuando se hizo obvia la utilidad de esta petición, apoyaron la intervención militar por parte de Estados Unidos para proteger sus propiedades. La situación se tornó más complicada el 3 de mayo de 1913, cuando Gran Bretaña reconoció el régimen provisional del general Huerta.

La excusa que utilizó el gobierno estadounidense para una nueva intervención fue que siete de sus soldados fueron arrestados en Tampico y puestos en libertad más tarde pidiéndoles disculpas. El almirante Henry T. Mayo exigió una excusa formal que incluyera 21 cañonazos para la bandera norteamericana, lo cual Huerta se negó a hacer. Los marines estadounidenses ocuparon Veracruz durante los siguientes siete meses, pese a la heroica resistencia que opuso el pueblo veracruzano.

CARRANZA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1917

Contrariamente a las expectativas del gobierno de Wilson, la derrota de Huerta y la victoria de los revolucionarios aumentaron los problemas a los que los Estados Unidos enfrentaban en México, esto obedeció al estallido de la primera guerra mundial en Europa. Los objetivos de la política norteamericana eran a menudo contradictorios, por una parte querían imponer la “ley y el orcen” tan pronto como fuera posible, y la mejor manera de lograrlo era apoyando a uno de los bandos en lucha. Pero el gobierno de Wilson también quería un gobierno mexicano dispuesto a aceptar la preeminencia norteamericana. Fuera de la intervención armada, la mejor manera de obtener esto era enfrentando entre sí a las partes contendientes.

Al principio Wilson apoyó a Villa y confió en el triunfo de éste. Sin embargo, animado quizá por el deseo de impedir que cualquiera de los dos bandos obtuviera la victoria total, los norteamericanos evacuaron Veracruz en diciembre de 1914 y la entregaron a las tropas de Carranza que se hallaban cerca. Evidentemente Washington tenía sus esperanzas puestas en un arreglo entre los diversos movimientos mexicanos, pero cuando la lucha continuó, cambió de táctica.

El 2 de junio de 1915 Wilson dirigió una áspera nota a los beligerantes conminándolos a llegar a un acuerdo lo antes posible. De lo contrario el gobierno norteamericano se vería “constreñido a decidir qué medios debían emplearse para ayudar a México a salvarse a sí mismo. El Departamento de Estado también pensó en “resolver” el problema mexicano mediante un golpe militar que eliminara a los jefes revolucionarios: Carranza, Villa y Zapata.

Finalmente, los norteamericanos decidieron convocar una conferencia panamericana, en la que participarían representantes de Argentina, Brasil y Chile. Al hacer esto, perseguían dos objetivos: disipar la sospecha de que los Estados Unidos tenían intenciones agresivas y favorecer sus propios intereses al darle un cariz panamericano. No la pudieron realizar porque se percataron que resultaría imposible llegar a formar un gobierno mexicano por intermediación de los jefes menores, debido a la desigualdad de fuerzas entre las facciones revolucionarias

Fue en ese momento cuando las simpatías norteamericanas por Villa menguaron rápidamente, al empezar éste a exigir contribuciones económicas cada vez mayores a las compañías norteamericanas. Carranza, por el contrario se había comprometido a “proteger las vidas y propiedades de los extranjeros, conceder una amnistía general a mexicanos y extranjeros, garantizar la libertad religiosa y resolver la cuestión agraria sin expropiaciones”.

El cambio de Wilson a favor de Carranza se debió exclusivamente a la Texas Oil Company, que obtuvo amplios beneficios con esta política.

Las compañías británicas, por otro lado, nunca habían apoyado al Primer Jefe y las norteamericanas perdieron su entusiasmo inicial por Carranza en 1915, cuando su gobierno intentó aumentar sus impuestos. En 1915, la mayoría de las compañías petroleras norteamericanas apoyaban la conspiración, contando con el apoyo de León Canova, encargado de asuntos mexicanos en el Departamento de Estado, y algunos mexicanos exiliados para imponer a un candidato conservador como presidente de México.

Cuando se enteraron de que Wilson estaba considerando el reconocimiento de Carranza, llegaron incluso a enviar un represente a entrevistarse con el embajador británico en Estados Unidos, para solicitarle no lo reconociera hasta en tanto Carranza no se comprometiera a respetar debida y legalmente los compromisos que se habían hecho los gobiernos anteriores, a lo que accedió y en un gesto de “buena voluntad” hacia Carranza, decidió sacrificar a Villa, que no sabía lo que estaba pasando. El 1º de noviembre de 1915 Villa libró su última batalla decisiva contra Carranza en Agua Prieta, el resultado de la misma aún no se definía, cuando en la noche del 2 de noviembre, tres mil hombres del ejército carrancista a quienes el gobierno de Estados Unidos había permitido atravesar el territorio norteamericano sorprendieron a Villa y le infligieron una derrota pavorosa.

Mientras tanto las relaciones entre Wilson y Carranza mejoraron a partir del reconocimiento que le otorgó el gobierno norteamericano, aun cuando había ciertos conflictos debido principalmente a los esfuerzos de Carranza por aliviar la desastrosa situación económica de México al aumentar los impuestos a las compañías norteamericanas.

Con la esperanza de aliviar estas tensiones y permitir al gobierno mexicano obtener nuevos ingresos sin gravar a las compañías norteamericanas, el gobierno de Wilson intentó ayudar a Carranza a obtener un gran préstamo en los Estados Unidos. Estos esfuerzos se malograron cuando, en la noche del 9 de marzo de 1916, una fuerza de 500 mexicanos atacó el pueblo de Columbus, en el estado de Nuevo México, al grito de “VIVA VILLA”, “VILLA MÉXICO”.

El 13 de marzo de 1916 el gobierno norteamericano envió una nota a Carranza pidiendo permiso para que una expedición punitiva norteamericana persiguiera a Villa en territorio mexicano. Aunque Carranza no concedió “oficialmente” tal permiso, una fuerza expedicionaria al mando del general John J. Pershing cruzó la frontera el 15 de marzo y penetró en el estado de Chihuahua.

Villa, que en esos momentos se encontraba políticamente derrotado, abandonado por muchos de sus Dorados, al darse la intervención norteamericana la memorable División del Norte cerró filas con él, el pueblo, por otro lado, se vuelca a su favor y lo apoya incondicionalmente. Es cuando Villa demuestra el gran estratega que había en él; no enfrenta al ejército de Pershing conforme a los cánones militares, sino que desarrolla, sobre la marcha la táctica de guerra de guerrillas, y literalmente enloquece al ejército norteamericano, por lo Villa se convierte en el símbolo de la resistencia nacional.

Mientras tanto, las tensiones entre Estados Unidos y Alemania iban en aumento, al gobierno de Wilson no le queda otra salida, sino tratar de pactar con el gobierno de Carranza la misma, bajo las siguientes condiciones:

El gobierno de México accede solemnemente a otorgar plena y adecuada protección a las vidas y propiedades de ciudadanos de los Estados Unidos u otros extranjeros, y esta protección será suficiente para permitir a tales ciudadanos de los Estados Unidos para operar industrias en que puedan estar interesados.

Los Estados Unidos se reservan el derecho de volver a entrar en México y proporcionar tal protección con sus fuerzas militares, en el caso de que el gobierno mexicano no lo haga”.

Estas demandas no sólo contaban con el apoyo de las compañías petroleras, fueron propuestas por ellas.

Carranza se negó a considerar siquiera estas demandas. El 2 de octubre de 1916, en una reunión de la comisión que tuvo lugar en Atlantic City, sus delegados presentaron las siguientes contrapropuestas mexicanas: Señalar la fecha definitiva para el retiro incondicional de la expedición punitiva. Tampoco se podría penetrar más allá de 160 kilómetros de la frontera. En cuanto a los problemas internos de México, éstos serían resueltos por el propio gobierno mexicano, sin la injerencia de Estados Unidos. Es así como Carranza obtiene uno de sus mayores triunfos en su carrera política. El 28 de enero de 1917 se ordenó a la expedición punitiva que abandonara territorio nacional.

Fueron todas estas circunstancias políticas las que orillaron a Carranza a enviar un memorándum a Alemania, en el que le proponía una estrecha colaboración económica y militar, sin imaginar siquiera que con esto iba a cambiar la historia de la primera guerra mundial, y de la Revolución Mexicana.

El telegrama Zimmermann

La diplomacia alemana había adoptado primero una posición sumamente negativa frente a Carranza y había juzgado a su gobierno en términos muy críticos.

Tras la derrota de Huerta, Carranza asumió inicialmente una marcada actitud antialemana. En el transcurso de 1915, se operó paulatinamente un cambio en las actitudes de Carranza relativas a política exterior. Por ello Carranza buscó en otras potencias un contrapeso frente a los Estados Unidos, como lo habían hecho todos los gobiernos mexicanos desde 1900. Las únicas potencias en las que el gobierno mexicano se podía apoyar contra los Estados Unidos eran el Japón y Alemania.

Carranza intentó, en varias ocasiones, lograr un acercamiento con los japoneses. Éstos, sin embargo, sólo estaban dispuestos a vender armas a México, ya que no deseaban un enfrentamiento con los Estados Unidos, pues lo que les interesaba era China. Así tuvo lugar un paulatino acercamiento con Alemania.

En octubre de 1916, México se dirigió de nuevo al gobierno alemán, para tratar de lograr que Alemania hiciera una declaración en Washington en el sentido de que no vería con agrado una intervención armada en México. Como compensación, los mexicanos ofrecían un amplio apoyo a los submarinos alemanes en el caso de que quisieran atacar a los buques petroleros ingleses que zarpasen del puerto de Tampico, y que se señalan a continuación:

  • Elaborar un nuevo tratado de amistad, comercial y marítimo o mejorar el tratado del 5 de diciembre de 1882

  • El gobierno mexicano, que deseaba equipar a su ejército con la técnica más moderna, emplearía instructores alemanes.

  • El gobierno mexicano le pediría a Alemania que construyera fábricas de armas y municiones y proporcionara los especialistas necesarios.

  • Dado que la flota mexicana sólo se componía de 5 ó 6 cañoneros, el gobierno mexicano adquiriría submarinos alemanes.

  • Para eludir el control extranjero, sobre todo británico, se instalaría una poderosa radioemisora con el fin de establecer un contacto directo entre México y Alemania.

Si bien Alemania no deseaba mostrarse demasiado amistosa con Carranza, temía también que éste, abandonado a sus propias fuerzas, buscaría un reacercamiento con los Estados Unidos o fuera rápidamente derrocado por las fuerzas armadas norteamericanas.

Al principio de 1917, las relaciones germano-mexicanas entraron en una nueva fase, debido a que los dirigentes del Reich estaban convencidos de obtener una victoria final, y la única forma sería por medio de la guerra submarina ilimitada, lo que aumentaría aún más la probabilidad de una guerra germano-norteamericana. Zimmermann consideró, pues, que había llegado el momento de tomar medidas decisivas para atar a los norteamericanos, por lo que acogió entusiasmado la propuesta.

La diplomacia alemana tenía entonces que resolver el problema de cómo podría inducirse a Carranza a efectuar un ataque contra territorio norteamericano, por lo que Alemania ofrecería a México la devolución de Texas, Nuevo México y Arizona. Ahora enfrentaba el problema de decidir cómo y a través de qué canales debía enviarse la nota. Zimmermann primero se decidió a enviar el despacho a México en el submarino Deutschland, lo que tomaría mucho tiempo, por ello decidió transmitir el despacho por telégrafo, lo que resultó un bumerang al convertirse en una de las mayores derrotas de la diplomacia alemana como resultado de algo que nadie había previsto en Berlín: el servicio de inteligencia británico poseía las claves secretas alemanas.

El servicio de inteligencia de la Marina británica, al mando del almirante Reginald Hall, uno de los hombres más capaces en ese campo, logró obtener la clave de los mensajes cifrados alemanes. A principios de 1915 el gobierno alemán había enviado a Persia a un agente llamado Wassmuss, encargado de obtener la adhesión de ese país a la guerra contra Inglaterra, pero fue capturado y los persas decidieron entregarlo a los ingleses. Aunque logró escapar, tuvo que dejar atrás su equipaje, que cayó en manos británicas y fue enviado a Londres, habiendo encontrado así un ejemplar de la clave 13040, que era la utilizada para las comunicaciones con muchos países extranjeros, entre ellos, México.

Hall reconoció que la nota de Zimmermann era muy importante, ya que ésta desempeñaría la razón que obligaría a los Estados Unidos a entrar en el conflicto bélico al lado de los aliados, sin embargo, enfrentaba un delicado problema: ¿cómo podría hacer público el telegrama sin enterar a las autoridades alemanas de que el servicio secreto británico estaba en posesión de las claves alemanas, provocando así que se descontinuaran?. Para ello necesitaba una copia del telegrama que había sido enviado a México, de esa manera esperaba dar la impresión que el telegrama había sido interceptado en el continente americano y no en camino hacia América.

Hall encargó a uno de sus agentes en México que obtuviera una copia del telegrama. El agente hizo contacto con un empleado del servicio telegráfico mexicano, quien a su vez tenía un amigo que era propietario de una editorial, pero desafortunadamente un empleado de éste era un falsificador, quien al verse descubierto acusó a su jefe del delito, por lo que el dueño fue arrestado y condenado a muerte. El telegrafista para salvar a su amigo acudió al agente de Hall, quien logró la intervención del gobierno británico. Por agradecimiento, el telegrafista le consiguió al agente británico el famoso telegrama, el que cambiaría la historia de la primera guerra mundial.

El telegrama de Zimmerman llegó en un momento oportuno para Wilson. Estaba justamente en vías de pedirle al Congreso que tomara medidas contra la guerra submarina ilimitada de los alemanes, y lo hizo publicar por medio de la Associated Press. El ingreso de Estados Unidos en la guerra era eminente.

Como era de esperarse, Carranza y todo su gabinete negaron tener conocimiento del multicitado telegrama, de haberlo hecho Estados Unidos tendría el pretexto de invadir el país.

En medio de este conflicto, Carranza había promulgado la Constitución de 1917, la cual había vuelto a interpretar la Ley Minera Mexicana de 1884, que afectaba los intereses de las empresas petroleras, las que lucharon contra él.

El Artículo 27 de la Constitución no debería haber causado sorpresa a las empresas petroleras extranjeras; su contenido se había pronosticado muchas veces en los discursos revolucionarios y en proclamaciones durante los regímenes de Madero, Huerta y Carranza. Este artículo respondió a dos exigencias de la revolución: reducir la propiedad y las empresas en México, y extender la supervisión del Estado sobre la distribución y utilización de la riqueza minera del país.

Es indudable que las poderosas empresas petroleras extranjeras influyeron en Carranza para diferir la legislación confiscatoria. Estados Unidos y Gran Bretaña lograron imponerse en todo sobre los gobiernos revolucionarios de México para defender los derechos de éstas mediante notas diplomáticas, amenazas o incluso intervenciones efectivas.

EL REGIMEN DE OBREGÓN Y LOS TRATADOS DE BUCARELI

Antes de iniciar este apartado, es preciso saber que el gobierno mexicano no reconoce la existencia de los TRATADOS DE BUCARELI; las razones son las siguientes:

Primero, porque es una de las traiciones más lesivas para México; segundo, porque se desenmascararía a OBREGÓN, a quien se le ha exaltado como un héroe nacional; nada más alejado de la realidad. Él fue, además de un sanguinario asesino, uno de los traidores más grandes de México, comparable sólo con Santa Anna. (Cabe mencionar que actualmente, Carlos Salinas de Gortari, es un digno discípulo de Obregón, ya que se apoyó en estos Tratados para promover el TLC, que tanto nos ha dañado).

Obregón al llegar al poder, después del asesinato de Carranza, estaba obsesionado por obtener el reconocimiento de los Estados Unidos, y para lograrlo consuma la traición más grande de México, firma el 13 de Agosto de 1923 los TRATADOS DE BUCARELI..

Tres fueron las condiciones que exigieron los Estados Unidos al gobierno de Obregón:

  • Especificar en el contenido del Artículo 27 constitucional la situación legal en la que quedaría la industria petrolera, es decir pedían la NO APLICACIÓN DEL 27 y por ende la Ley Reglamentaria no entraría en vigor (cosa que sucedió hasta 1995 con el gobierno de Zedillo), y las propiedades agrícolas de los extranjeros, en pocas palabras, el gobierno estadounidense se pronunciaba en contra de la nacionalización de los bienes de sus ciudadanos, contra la aplicación retroactiva del decreto del 6 de enero de 1915 instrumentado por Carranza en el cual se reconocía la propiedad comunal por medio de la restitución y dotación de tierras a los grupos indígenas.

  • Reanudar el pago de la deuda externa, suspendida durante el gobierno de Carranza; Obregón estimó que se debía negociar la deuda externa con Estados Unidos, resultado de ello fue la aceptación de nuestro país de pagar, entre capital e intereses la cantidad de 1’451,737,587 pesos, una cantidad exagerada, esa deuda y la acumulada por la nacionalización de 1938, se acabó de pagar en el sexenio de Díaz Ordaz.

  • Pagar las compensaciones a los extranjeros, que por daños a sus personas o propiedades hayan sufrido durante la lucha revolucionaria.

El Artículo 27 Constitucional original, señala lo siguiente:

Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental y los zócalos submarinos de las islas; de todos los minerales o sustancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos constituyen depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes, tales como los minerales de los que se extraigan metales y metalices utilizados en la industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal de gema y las salinas formadas directamente por las aguas marinas; los productos derivados de la descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos; los combustibles minerales sólidos, EL PETRÓLEO y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, y el espacio situado sobre el territorio nacional, en la extensión y términos que fije el Derecho Internacional.

…..El dominio de la Nación es inalienable e imprescriptible, y la explotación, el uso y el aprovechamiento de los recursos de que se trata, por los particulares o por sociedades constituidas conforme a las leyes mexicanas, no podrá realizarse sino mediante concesiones otorgadas por el Ejecutivo Federal……

Sólo los mexicanos por nacimiento o por naturalización y las sociedades mexicanas tienen derecho para adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus accesiones, o para obtener concesiones de explotación de minas o aguas. El Estado podrá conceder el mismo derecho a los extranjeros siempre que convengan ante la Secretaría de Relaciones en considerarse como nacionales respecto de dichos bienes y no en invocar por lo mismo la protección de sus gobiernos por lo que se refiere a aquéllos, bajo la pena, en caso de faltar el convenio de perder en beneficio de la Nación los bienes que hubieren adquirido en virtud del mismo. En una faja de 100 kilómetros a lo largo de las fronteras y de 50 en las playas, por ningún motivo podrán los extranjeros adquirir el dominio directo sobre tierras y aguas.

Frac. IV. Las sociedades comerciales por acciones NO podrán adquirir, poseer o administrar fincas rústicas. Las sociedades de esta clase que se constituyeron para explotar cualquier industria fabril, minera, PETROLERA o para algún otro fin que no sea agrícola, podrán adquirir, poseer o administrar terrenos únicamente en la extensión que sea estrictamente necesaria para los establecimientos o servicios de los objetos indicados, y que el Ejecutivo de la Unión o de los Estados fijarán para cada caso.

En los Tratados de Bucareli se llegaron a los siguientes acuerdos:

  • Las propiedades agrícolas expropiadas a estadounidenses se pagarían con bonos, si no eran mayores a 1,755 héctareas. Las propiedades que rebasaran dicha extensión, el pago sería de inmediato y al contado.

  • Se integraría una comisión que se encargaría de revisar las reclamaciones pendientes a partir de 1868; las reclamaciones originadas por la Revolución Mexicana se resolverían aparte.

  • CON RELACIÓN AL PETRÓLEO, EL ARTÍCULO 27 NO ERA RETROACTIVO PARA LOS NORTEAMERICANOS QUE HABÍAN ADQUIRIDO SUS CONCESIONES ANTES DE 1917, LO QUE LES PERMITÍA SEGUIR EXPLOTANDO LIBREMENTE EL HIDROCARBURO.

En “La obra del gobierno de Obregón”, su autor, Isidro Fabela, llega a estas conclusiones relativas a los Tratados de Bucareli:

El gobierno obregonista se comprometió –sin tener derecho para ello- a que el párrafo IV del artículo 27 constitucional, no fuera aplicado retroactivamente, violando así el espíritu y la letra, claros y precisos en aquel precepto, que los constituyent4es de Querétaro quisieron que fuese, intencional y específicamente, retroactivo.

Dicho gobierno convino, con anterioridad a su reconocimiento por el de los Estados Unidos, en que los ciudadanos norteamericanos expropiados por el reparto de tierras fuesen pagados en efectivo al tiempo de la expropiación. Esto cuando a los mexicanos en iguales circunstancias se les pagó tarde, mal y nunca. De esa manera se establece una desigualdad injusta, favorable a los extranjeros, en contra de los mexicanos.

El reconocimiento del gobierno de Obregón se obtuvo después de las conferencias de Bucareli, es decir, cuando los comisionados mexicanos, la Suprema Corte de Justicia y el Congreso habían aceptado las peticiones del Departamento de Estado en sus bases fundamentales.

Las convenciones de reclamaciones, la especial y la general, fueron lesivas a los intereses económicos y morales del país.

Para Obregón, estos Tratados le beneficiaron cuando su gobierno solicita la compra de material de guerra en cantidad ilimitada. El gobierno de los Estados Unidos aprueba la venta, en vista de que el gobierno de la República Mexicana ya había sido oficialmente reconocido por lo que era importante mantener la estabilidad y el orden en México.

LA REBELIÓN DELAHUERTISTA

El 6 de diciembre del año de 1923, se levanta en armas Adolfo de la Huerta en Veracruz, respaldado por el General Guadalupe Sánchez. Al día siguiente don Adolfo publica en el diario El Dictamen una proclama en la que explica su levantamiento, acusando a Obregón de “conculcador de todas nuestras libertades públicas”. Promete que, si su movimiento triunfa fraccionará los latifundios con “sujeción irrestricta al espíritu del artículo 27 Constitucional”.

El 29 de diciembre de 1923, en Veracruz, recibe Adolfo de la Huerta a dos representantes del gobierno de Estados Unidos: el cónsul John Q. Wood y el vicecónsul Mayor. Por su conducto pretende Calvin Coolidge saber si don Adolfo apoya los Tratados de Bucareli. Al no hacerlo, el gobierno norteamericano decreta el embargo que impidió que los rebeldes delahuertistas pudieran proveerse de armas y cartuchos en los grandes centros productores. Se dan amplias instrucciones a las autoridades aduanales de los puertos norteamericanos y de las poblaciones limítrofes con México para que impidan el paso de pertrechos, aunque las remisiones estén hechas con apego a disposiciones anteriores.

En 1924, cuando parecía que la rebelión triunfaba, Adolfo de la Huerta lanzó un manifiesto en Frontera, Tabasco:

“Mexicanos, la guerra civil provocada por el presidente Obregón al intentar arrebatar al pueblo sus libertades políticas, se transforma en guerra nacional. El movimiento libertario que amenazaba nuestras instituciones democráticas, se ennoblece y agiganta con el deber sagrado de defender la soberanía y la independencia de la patria.

¡La patria está en peligro, todos sus hijos debemos defenderla! El actual movimiento revolucionario, que sólo fue el comienzo reivindicador del voto y de las instituciones democráticas, se eleva hoy, por aspiración inmensa y avasalladora, al deber sagrado de sostener incólume nuestra soberanía. ¡Exijimos ser únicos árbitros en nuestros asuntos internacionales! Para serlo tenemos que aniquilar a los traidores que han osado aniquilar la libertad de la patria!”.

Desgraciadamente don Adolfo de la Huerta y los Senadores que lo apoyaban fueron brutalmente asesinados por órdenes de Obregón.

EL RÉGIMEN DE CÁRDENAS Y LA EXPROPIACIÓN PETROLERA

Las compañías petroleras siempre fueron enemigas de los sindicados (y lo siguen siendo, sin importar el ramo productivo, por eso quieren reformar la Ley Federal del Trabajo). Las empresas, como todo poder colonial, asentadas en la corrupción y en el abuso generaban abusos y corrupciones que abarcaban los más altos funcionarios hasta el último obrero.

La situación se alteró radicalmente en 1935. Y en 1936, los sindicatos privados se unieron, apoyados por el gobierno del general Cárdenas, en el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. Una vez agrupados, exigieron un contrato colectivo y ventajas económicas y sociales.

Ante la amenaza de una huelga general, el gobierno propuso entonces que durante 120 días se celebrara una convención de obreros y patrones para solucionar el conflicto. En mayo de 1937, la convención terminó sus labores, manteniendo sus puntos de vista de las dos partes, y a fines de ese mes estalló la temida huelga general.

El paro afectó al país, y las compañías supieron aprovechar el descontento del público: insertaban en los diarios, aliados suyos, enormes desplegados en los que cubrían de reproches a los obreros (ahora son difamaciones y calumnias), porque ganaban los más altos salarios de la República y todavía solicitaban un aumento de 70 millones de pesos anuales, suma que las empresas eran incapaces de pagar.

Las compañías, presionadas, parecieron ceder ofreciendo 14 millones de pesos, suma que según dijeron estaba al límite de sus posibilidades.

Los obreros, ante la imposibilidad de continuar con una huelga impopular, rechazaron la oferta y decidieron plantear a la Junta de Conciliación y Arbitraje un conflicto de orden económico, consistente en que la “Junta designe peritos que analicen las condiciones financieras de la empresa o empresas afectadas y rindan un informe detallado”. Esta labor titánica cayó bajo la responsabilidad de Jesús Silva Herzog, creyendo que no la podría concluir.

Al enterarse las empresas, por medio de sus espías, que el peritaje estaría concluido en el tiempo fijado, le ofrecieron 3 millones de dólares a Silva Herzog con tal que lo modificara, pero él, con su vehemencia habitual, después de cubrir de injurias a los intermediarios los expulsó de su oficina, desvaneciéndose así la última esperanza de los petroleros. (La historia hubiera sido diferente si se hubiese tratado de su hijo, Jesús Silva Herzog Márquez, que es un traidor).

El dictamen constó de 40 conclusiones, pero sólo mencionaré algunas que vienen muy al caso con nuestra realidad actual:

Conclusión 11ª. La exploración de nuevos campos y la perforación de nuevos pozos es un problema de magnitud nacional que se precisa resolver. De lo contrario, existe el peligro de que México carezca de petróleo en un plazo relativamente corto y de que se vea obligado a importarlo.

Conclusión 16ª. La Compañía Mexicana (¿) de Petróleo El Águila con sus empresas filiales, representó en el año 1936 el 59.20% de la producción total. Esto acusa una tendencia monopolística.

Conclusión 39ª revelaba que las compañías habían necesitado invertir en México $8.64 pesos para producir un barril de petróleo, mientras que en los Estados Unidos debían invertir $48.12, y aún así se negaban a invertir en la exploración de nuevos pozos.

En relación a los obreros, se afirmaba que los precios de los artículos de primera necesidad que formaban la canasta básica, había aumentado en junio de 1937, en comparación con los promedios de 1934, un 88.96%, y que sus salarios reales eran mucho más bajos de los que ganaban los trabajadores de la industria minera y de los Ferrocarriles Nacionales de México.

La Junta concedió a las empresas 20 días para presentar sus puntos de vista sobre los peritajes y no las 72 horas fijadas por la Ley del Trabajo, si bien ya al día siguiente redoblaron su campaña de prensa y sus veladas amenazas al gobierno. Lo que les enojaba era que por primera vez los obreros de todo el país, con el apoyo de un gobierno revolucionario, se erigieran en un poder fuera de su control y que el Estado se metiera en sus cuentas privadas y descubriera sus trampas, era algo que no podían perdonar.

El 2 de septiembre de 1937, los empresarios se reunieron en Palacio Nacional con el Presidente Cárdenas y con el Lic. Silva Herzog, declarando que sus empresas eran totalmente mexicanas; Silva Herzog, sin inmutarse sacó de su portafolio un periódico financiero londinense y tradujo al español un informe de la Royal Dutch Shell, donde se decía: “Nuestra subsidiaria, la Cía. Mexicana de Petróleo “El Águila”, ha tenido buenas utilidades durante el último ejercicio”, (hipócritas, tramposos, depredadores, siempre lo han sido).

Las compañías estaban dispuestas a llegar hasta el fin. Por primera vez en la historia, el monopolio internacional del petróleo se veía seriamente cuestionado por un pequeño país al que habían saqueado, explotado, depredado impunemente a partir de 1900.

El 18 de diciembre de 1937, la Junta Federal, valiéndose del peritaje pronunció el laudo, según el cual las empresas debían pagar a sus obreros los 26 millones de pesos reclamados, y como era de esperarse, las compañías recurrieron a la Suprema Corte de Justicia en demanda de amparo.

En febrero de 1938, el Presidente Cárdenas, durante un discurso ante el congreso del STPRM, dijo lo siguiente:

“La reciente actitud de las compañías petroleras en lo que se refiere al conflicto con sus trabajadores, parece indicar un esfuerzo por acabarlos, mediante repentinos retiros de depósitos y una intensa campaña de prensa, para fomentar la alarma entre los empresarios y desacreditar a la industria, haciendo uso de coerciones ilícitas, con objeto de influir en el carácter de la decisión final a favor de sus intereses comerciales y evitar que se llegue a una conclusión normal y recta del caso que está en manos de las autoridades judiciales. (Desafortunadamente, ahora tienen a todos los medios de comunicación bajo su control, salvo dignas excepciones).

Las compañías se negaron a cumplir las resoluciones de la Suprema Corte, con la esperanza de obtener un convenio menos costoso. Esto colocó al gobierno de Cárdenas en la posición de hacer cumplir la decisión de la Corte.

La noche del 18 de marzo de 1938, el Presidente Cárdenas firmó la orden de expropiación de las empresas petroleras extranjeras. Cárdenas había resumido sus sentimientos en su diario privado unos días antes:

México tiene ahora la gran oportunidad de deshacerse del yugo político y económico que las compañías petroleras habían colocado sobre nosotros mientras explotaban en su beneficio uno de nuestros recursos más importantes, y deteniendo el programa de reforma social establecido en la Constitución. Varias administraciones desde la revolución, han intentado hacer algo acerca de las concesiones del subsuelo que ostentan las empresas extranjeras, pero hasta ahora, los problemas internos y la presión internacional han mitigado este esfuerzo. Sin embargo, ahora las circunstancias son distintas, no existen luchas internas y una nueva guerra mundial está a punto de comenzar”.

LA HAZAÑA DEL REMIENDO

Entre tanto seguía la batalla material por el petróleo. A las dos semanas no había con qué pagar los salarios de los obreros y empleados, y la falta de moneda fraccionaria era tan grande en Tampico que rompían a la mitad los billetes de un peso. Por otro lado, los banqueros se negaban prestarle al gobierno.

A medida que transcurría el tiempo, los efectos del boicot mundial se resentían duramente. Faltaban los tubos. Millares y millares de metros expuestos a la corrosión del aire marino y de los ácidos iban quedando inservibles y no había modo de sustituirlos. Se organizaron cuadrillas de trabajadores que desde la mañana salían a la pesca de viejos tubos desechados, hundidos en las marismas, o revolvían los cementerios de chatarra en busca de piezas de recambio. Los talleres trabajaban día y noche cortando, soldando, parchando.

Fue esa la hazaña del remiendo, de la improvisación, de las pequeñas y grandes sustituciones, realizadas por obreros acostumbrados a obedecer las órdenes de sus jefes, a vivir en casuchas de madera, la mayoría analfabeta, enferma y fatalista, que se escapaba de su infierno los sábados asistiendo a las tabernas y a los burdeles. La expropiación les devolvió su espíritu creador, porque cuando los seres humanos rescatan su dignidad, su espíritu se eleva a alturas insospechadas.

SEMBLANZA POLÍTICA DEL GENERAL CÁRDENAS

Desde 1913 en que se lanzó a la Revolución hasta 1970, año de su muerte, Lázaro Cárdenas no dejó un momento de servir a México. Era ante todo un hombre político. Por primera vez en nuestra historia no fue un liberal ni un populista, sino un presidente empeñado en borrar la desigualdad mexicana mediante una audaz reforma agraria y una política obrera que hizo de los trabajadores la punta de lanza de la Revolución triunfante. Se empeñó en devolverle a México sus riquezas naturales enajenadas, enfrentándose al imperialismo norteamericano y a la burguesía agraria e industrial dependiente de los mercados extranjeros.

Qué pena que su hijo Cuauhtémoc no sólo haya traicionado a México, a su Partido, sino lo más grave, a su propio padre.

COMENTARIOS:

La historia de la defensa de nuestro petróleo ha estado marcada por la traición, las amenazas, las invasiones militares, la corrupción, por eso es indispensable que sepamos, aunque sea de forma sencilla lo que significa para México el petróleo, porque un pueblo que no conoce su Historia, tiende a repetirla.

En estos momentos, el país está en manos, una vez más, de gobernantes, de líderes sindicales, de representantes políticos hipócritas, del PRI, del PAN y desgraciadamente de integrantes de la Nueva Izquierda del propio PRD, que lo único que los guía es la codicia, la ambición, pero sobre todo, el desprecio por lo que representa el orgullo nacional. PEMEX no es una empresa más, es la columna vertebral que sostiene a nuestra Nación, y no defenderla sería traicionar a los miles de obreros mexicanos, que sin importar su sacrificio, lograron la proeza de erigir esta industria, y ahora, esta partida de ladrones, de vende patrias, nos la quiere arrebatar argumentando que está en quiebra, que no hay recursos para capitalizarla, lo que es una falacia, ya que durante el periodo de enero-noviembre de 2007, obtuvo 34 mil 237 millones de dólares, que es el monto más elevado en la historia petrolera mexicana para ese periodo, basta de engaños, basta de traiciones, por eso estamos aquí, con López Obrador para defender nuestra soberanía y nuestra dignidad.

Bibliografía:

Título: El Petróleo Mexicano y los Estados Unidos

Autor: Mancke, Richard B.

Editorial: Enero

Año: 1981

Título: Lázaro Cárdenas y la Revolución Mexicana. I El Porfirismo

Autor: Benítez, Fernando

Editorial: Fondo de Cultura Económica

Año: 1978

Título: Lázaro Cárdenas y la Revolución Mexicana. III El Cardenismo

Autor: Benítez, Fernando

Editorial: Fondo de Cultura Económica

Año: 1978

Título: La Guerra Secreta en México

Autor: Friedrich Katz I Europa, los Estados Unidos y la Revolución Mexicana

Editorial: Era

Año: 1982

Título: La Guerra Secreta en México

Autor: Friedrich Katz 2 La Revolución Mexicana y la Tormenta de la Primera Guerra Mundial

Editorial: Era

Año: 1982

Título: Álvaro Obregón Resucita -De los Tratados de Bucareli al Tratado de Libre Comercio

Autor: Prieto Riódelaloza, Raul

Editorial: Daimon

Año: 1995

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos Febrero 1917

Cadena de Historia – CDN México

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SINTESIS REALIZADA POR: LIC. LUZ MARIA ACOSTA RODRÍGUEZ

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