lunes, 24 de diciembre de 2007

Caso Lydia Cacho: manifestación frente a la Suprema Corte

Elena Poniatowska/ I

Caso Lydia Cacho: manifestación frente a la Suprema Corte


“Suprema Corte, Suprema Corte, violación a los derechos humanos.”
–¿Habrá como 400 personas? Yo creo que sí…
–Si no vinieron más es por la Navidad…
–Se ven bonitas las nochebuenas pegadas a la banqueta de la Alameda.
Al pasar, miro la pista de hielo instalada por el gobierno de Marcelo Ebrard. Está amurallada. Sólo pueden verse las gradas de los espectadores.
–¿Y no les cobran? –le pregunto a mi vecina.
–Sí, creo que sí, poquito pero cobran.
–¿Los patines o qué?… Están limpiando la parte superior de Palacio Nacional. ¡Qué padre!
–¡Qué bueno que los pobres disfruten las diversiones de los ricos! –se entusiasma mi vecina.
Una mujer baja de la acera y se acerca: “¿Qué está pasando? ¿Por qué protestan?”
–¡Es por Lydia Cacho! ¡Es por Lydia Cacho! Denunció a los pederastas en su libro Los demonios del Edén, la encarcelaron y el 29 de noviembre, la Suprema Corte de Justicia falló en su contra en vez de hacerlo en contra del gobernador de Puebla, Mario Marín.
–Me voy con ustedes, yo también sé mucho de explotación sexual y no quiero que México se convierta en el paraíso de los pederastas.
–Sí, eh… “Lydia somos todos”.
–En México, 85 mil menores son usados para producir pornografía infantil y 25 mil explotados sexualmente.
“¡Justicia sí, pederastas no!” –grita una muchacha.
Jesusa Rodríguez: “Estamos aquí saludando a niñas y niños valientes, un aplauso muy grande (aplausos y gritos) para las personas que van a hacer de México un país diferente. Tenemos presencia de chiquitos y chiquitas desde seis meses, un año y hasta 10 y 15 años”.
“¡No están solos, no están solos, no están solos!”, “¡recorte, recorte, a la Suprema Corte!”
Jesusa: “El segundo y gran reconocimiento que queremos dar hoy es a esa luchadora extraordinaria que ha cambiado la faz de nuestro país con su defensa de los niños y las niñas: Lydia Cacho (gritos y aplausos). ¡Todos somos Lydia! –vocea mi vecina y los manifestantes corean de nuevo: “¡Todos somos Lydia! ¡Todos somos Lydia!” Quiero informarles que están con nosotros grupos feministas que afirman que el juicio de los seis ministros de la Corte deja a la niñez mexicana en estado de indefensión.
“¡Lydia, escucha, el pueblo está en tu lucha!”
Jesusa: “Nos acaba de decir Elena que Lydia necesita de nuestra energía, que le mandemos toda nuestra fuerza así que desde aquí se la hacemos llegar”.
“Toda nuestra fuerza para Lydia Cacho”, “no estás sola, no estás sola”. “Toda nuestra fuerza para Lydia Cacho”.
–Que nadie aviente un huevo ahora, sólo al final vamos a hacer una rociada de huevos a la Suprema Corte (“Sí, sí”, gritos y aplausos: “¡Huevos, huevos, huevos!” sonrío al pensar que México es el primer consumidor mundial de huevo: casi 22 kilos por cabeza al año, según la encuesta Gallup). Y ese acto simbólico se va a hacer con huevos podridos para que sepan que allá adentro están más podridos que lo que les vamos a echar. (“¡Preparen, apunten, huevos”!) Apunten hacia las fotos amplificadas de los jueces que manchan la justicia de nuestro país y están recargadas en la puerta.
“¡Que renuncien, que renuncien!” “¡Qué vergüenza!” “¡Justicia, justicia, justicia!”
Un cartel advierte: “Suprema Corte de Injusticia corrupta versus Lydia Cacho”; “calificación: 0”.
Jesusa: “Esta es una convocatoria totalmente ciudadana, entonces vamos a escuchar la voz de la gente que quiere decirnos algo. Voy a pasarle el micrófono a esta señora”.
“El que apoya o exonera o solapa a un delincuente, es su cómplice. Mario Marín es cómplice de los pederastas.”
“¡Culpables, culpables!” “¡Pederastas, pederastas!”
Pienso en Lydia Cacho que dice que quienes compran a jueces y magistrados son los grupos de poder y quienes están vinculados con el crimen organizado. Pienso en Lydia, en su rostro grave, en la expresión seria de sus ojos oscuros, en lo que ella tiene de Pessoa, de Saramago, de Tabucchi, en el Portugal de sus ancestros. Seguramente le heredaron su valentía.
Jesusa: “Vamos a escuchar a otro ciudadano que trae un cartel que dice: ‘Presidente Felipe Calderón, ¿tú qué vas a hacer? Lydia Cacho te apoyamos. Suprema Corte de Injusticia Corrupta contra Lydia Cacho’.
“Sabemos que hay pederastas que en el nombre de Dios violan a los niños en México y ésos –señala la Catedral– no pueden quedar impunes.” (Aplausos)
“Renuncien, renuncien.”
Sube una mujer joven con una niña en brazos: “Denuncien, denuncien, denuncien, denuncien, hombres y mujeres por favor denuncien, pido su apoyo para mi hija que a los dos años y ocho meses fue agredida sexualmente por su padre y no se nos ha hecho justicia, no se nos ha abierto ninguna puerta, por favor ciudadanos ayúdenme y ¡denuncien, mujeres, denuncien! Mi hija ahora tiene cuatro años, mírenla, la averiguación previa está por resolverse después de un año siete meses, yo no puedo permitir que mi hija vea a su padre porque fue su agresor, ¡pido justicia ante las autoridades!”
“¡No están solas! ¡No están solas!”
La mujer llora y se limpia las lágrimas con la mano izquierda. Con la derecha abraza a su hija.
–¡Qué gran vergüenza!
“El hombre consciente ama y defiende al niño” –corean.
“Lydia Cacho, perseguida por documentar”, escribió El Fisgón.
Jesusa: “Ciudadanas y ciudadanos, necesitamos hacernos todos hacia atrás para permitir que los niños queden adelante y avienten los primeros huevos. ¡Los niños son primero!”
“¡Los niños son primero, los niños son primero!” “Un saludo para los magistrados”. La rechifla se desboca en mentadas de madre.
Unos niños, cada uno con su botella, vierten coñac sobre las pancartas de los jueces recargadas en la puerta de la Suprema Corte. “En este momento, los magistrados se están atascando de coñac corriente porque ni siquiera se merecen nada fino –explica Jesusa. Los niños rocían el coñac del góber precioso encima de los jueces”. “¡Que se haga para atrás la prensa si no quiere que le toquen los huevos!”
–¿Quién trae los huevos?
–Dentro de un momento les echaremos huevos podridos. ¡Todavía no los tiren, todavía no! –Jesusa levanta los brazos.
“Señores ministros, ustedes son un estorbo para el desarrollo de la infancia, tengan vergüenza, váyanse.”
“¡Ahora sí, preparen, apunten, huevos!” –ordena Jesusa.
Una treintena de huevos se estrellan contra la puerta.
“¡Muy bien!”
“¡Preparen, apunten, huevos!” y otra vez se estrellan docenas de huevos sobre la puerta de la Suprema Corte.
“¡Que renuncien, que renuncien!”
“¡Huevos, huevos, huevos!”
“El pueblo, unido, jamás será vencido.”
“Sí se puede.”
“Ya basta, ya basta, de tanto pederasta”.

http://www.jornada.unam.mx/2007/12/23/index.php?section=opinion&article=a03a1cul


Elena Poniatowska/ II y última

Caso Lydia Cacho: manifestación frente a la Suprema Corte

Lydia Cacho no es una mujer indefensa, aquí estamos todos nosotros –me dice una mujer de cabello blanco.
–Dirige en Cancún un centro de atención para mujeres víctimas de violencia. El Unifem (Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer) la tiene dentro de sus especialistas en violencia y género. Se ocupa también de las madres de las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez.
–¡Cuánta dignidad, cuánta valentía!
Jesusa: “Queremos informarles que hay una mujer que dignamente acaba de renunciar al cargo de fiscal especial (aplausos). Alicia Elena Pérez Duarte se enfrentó a la porquería –que no se puede llamar de otra forma– que han hecho estos magistrados, si es que así se les puede llamar a esos corruptos: Guillermo Ortiz Mayagoitia (presidente de la Corte), Sergio Valls, Salvador Aguirre Anguiano, Mariano Azuela, Olga Sánchez Cordero y Margarita Luna Ramos. ¡Mírenlos! Allí están recargados en la puerta, miren sus pancartas, mírenlos bien para que se les queden grabados y no se nos olvide en qué manos está la justicia”.
Una ciudadana se acerca a decirme que la ahora ex fiscal especial, Alicia Elena Pérez Duarte se tardó en renunciar para proteger a su gente, quiso dejarla segura en la fiscalía.
–Todavía traigo muchos huevos –una señora señala su bolsa con dos cajas con seis blanquillos cada una.
Jesusa: “No vamos a permitir que continúe este estado de cosas”.
Una muchacha con una gran boca roja blande un cartel. Sobre su blusa escribió: “Soy la justicia”. Su cartel dice: “No más pederastas, no más corrupción, no más impunidad”. Lydia Cacho llevaba una playera parecida cuando acudió al juzgado.
Jesusa: “Aquí tenemos a una compañera que ha logrado reunir 8 mil firmas. Queremos agradecer a todos los ciudadanos que vinieron a esta marcha y decirles que varias organizaciones civiles exigen la renuncia de los magistrados. No quitaremos el dedo del renglón hasta que los pederastas estén en la cárcel, incluido Norberto Rivera, Yunes, Gamboa, Nacif, Marín. Aquí seguiremos luchando, no vamos a dejar a los niños indefensos, vamos a luchar y vamos a ganar”.
–Lydia Cacho jamás imaginó que escribiría un libro sobre una red de presuntos pederastas. Su libro se enfocaba más bien a la vida de las víctimas de abuso…
–Por eso la trataron como una criminal…
–Investigó la vida de las niñas y dio con un asunto de crimen organizado que tiene que ver con pederastia, pornografía infantil, lavado de dinero y complicidad de gobernantes.
–Yo ni sabía de la explotación sexual infantil en Cancún.
–Allá sucede de todo.
–Cuando yo conocí Cancún era un paraíso –interviene el novelista Agustín Ramos–, sólo había un hotel y una playa con arena que parecía harina… Como diría Lydia Cacho, los demonios se apoderaron de ese edén para hacer toda clase de negocios y de fechorías.
“Niños y niñas contra Marín”, vocean una y otra vez. “Justicia corrupta que apoya a delincuentes”, “¡Ya basta, ya basta, de apoyo a pederastas!”, “¡Juicio político a Marín!”, “¡Todos somos Lydia!”, “Que renuncien, que se vayan los jueces”, “Ellos son los cerdos”.
La actriz Dolores Heredia lleva en brazos a la más joven manifestante: una bebita de dos meses que aguanta el sol y los gritos. “Niños y niñas, estamos con ustedes”, “¡Justicia sí, pederastas no!”
¿Y el sonido, quién trae el sonido? –pregunta un muchacho frente a la puerta de la Suprema Corte de Justicia.
Una ciudadana de sombrero blanco toma el micrófono: “Fuera la porquería de este país, que se vaya la mierda de este país. Este movimiento es del pueblo, ya basta de corrupción, la Suprema Corte de Injusticia solapa y protege al góber precioso y al gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, a todos los que tienen a este país sumido en la miseria y la desesperación. Por un lado los curas predican el Evangelio desde el altar y atrás de él violan niños, y ¿qué pasa? Repican las campanas para acallar al pueblo. ¡Fuera la Suprema Corte de Injusticia!
“¡Fuera, fuera, fuera!”
Se oye una voz que alienta a la siguiente oradora: “¡Duro, duro!”
–¿Quién nos gobierna y para qué? –pregunta Agustín Ramos, el rostro enrojecido por el sol. Cada día hay una mala noticia, que Perverto Rivera esto, que Pemex lo otro, que la señora Ascención murió de gastritis mal atendida, que lo de Acteal no es cierto, que la inundación de Tabasco fue culpa de la luna llena y no de las trasnacionales que venden energía eléctrica. En este país tienen que pasar 30 años para que se empiece a saber la verdad y los culpables se les indulte por seniles, como Luis Echeverría. Cada día estamos más indefensos, Elena. Por eso Lydia Cacho es todos nosotros, porque también nos pueden encarcelar y torturar, sin juicio, sin cargos, sin testigos.
“¡Ese apoyo sí se ve, ese apoyo sí se ve!”
–Los ministros de la Suprema Corte cobran sueldos millonarios que pagamos los ciudadanos –me dice mi compañera de marcha.
–El gobierno no tiene palabra.
“Gran parte de la sociedad mexicana no puede asistir –mucha gente no viene por razones económicas, porque no tiene para su pasaje–, pero muchos se solidarizan con esta protesta desde su casa”, explica Jesusa.
Un hombre fuerte toma el micrófono: “Los magistrados actúan mal, tienen hijos, no piensan que pagarán sus culpas en sus hijos, Marín pagará sus culpas, al igual que Kamel Nacif. Por eso estamos aquí, para apoyar a Lydia Cacho, únanse, todos los que tienen hijos y nietos, yo tengo nietos, por eso vine a la manifestación”.
–A nosotros no nos van a hacer menos.
“¡Justicia, justicia, justicia!”
–A quienes les va peor es a los 13 mil niños de la calle…
–¿A poco son tantos?
–A ellos los buscan los pederastas. Les ofrecen casa y comida.
–El ejemplo mayor de la influencia de las redes de pederastia es la alianza entre el gobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario Kamel Nacif, que quisieron destruir a Lydia. ¡Pero no pueden con ella! ¿Sabías que las botellas de coñac de las que hablan son muchachas?
Jesusa: “Son los ministros quienes han manchado esta institución, son ellos los que la han hecho pedazos. Cantemos ahora junto a los niños el Himno Nacional mexicano”.
¡Qué bonita Jesusa con su rebozo blanco y su voz alentadora!
“Mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón, y retiemble en su centro la tierra, al sonoro rugir del cañón…”
“¡Viva México! ¡Viva! ¡Viva Lydia Cacho! ¡Viva! ¡Vivan los niños y las niñas de México! ¡Vivan! Gracias, ahora vamos a ir todos al Hemiciclo a Juárez a comer.”
Jesusa y Liliana agradecen: “Los domingos la gente lleva de comer para todos. ¿Has probado el chicharrón en salsa verde de Emilia?”

http://www.jornada.unam.mx/2007/12/24/index.php?section=opinion&article=a07a1cul

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