Pablo Cabañas Díaz
* Nueve de cada 10 mujeres, discapacitados, indígenas, homosexuales, adultos mayores y pertenecientes a minorías religiosas opinan que existe discriminación por su condición * Una de cada tres personas pertenecientes a dichos grupos, dice haber sido segregada * 30% ha sido discriminado en el trabajo * Más del 40 por ciento está dispuesto a organizarse para evitar que se establezca un grupo étnico cerca de su casa * La discriminación “tiene mucho más que ver con el clasismo que con el racismo. Hay más bien una discriminación socioeconómica”: Beatriz Urías
La discriminación en México es un problema generalizado que involucra factores culturales, económicos, jurídicos y políticos, y que además se reproduce a lo largo y ancho del territorio, lo que agrava las desigualdades e impide el pleno desarrollo de las personas, comunidades y las sociedades. En la actualidad, una idea central que ocupa la agenda política del desarrollo es que la reducción de la pobreza sólo se puede alcanzar a través del aumento de la equidad. Se entiende que para superar los rezagos de determinados grupos poblacionales, no se deben acotar las medidas a correcciones en el mercado de trabajo sino también atacar las asimetrías en acceso a los servicios de educación y de salud, así como de representación política. Se visualizan entonces nuevos factores que explican la exclusión estructural tales como las relaciones de género y de etnicidad, que no habían sido considerados en el pasado en el diseño de políticas.
El 7 de marzo de 2001, se instaló
De acuerdo con el estudio La discriminación en México: por una nueva cultura de la igualdad, se advierte que no se trata de una problemática restringida o que solamente toque los márgenes del tejido social. Por el contrario, la discriminación en México es un problema de carácter estructural.
Para abatir esta problemática fue aprobada
Los cambios legislativos para acotar la discriminación han sido mínimos teniendo en cuenta la dimensión del problema. En 1992 se reconocía por primera vez en
El 1 de enero de 1994 irrumpía en Chiapas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuyo lema “Nunca más un México sin nosotros”, expresaría el sentir de la exclusión de la que han sido objeto los indígenas.
En 2001 se modificaron los artículos 1º, 2º, 18 y 115 de
Al respecto, el artículo Violencia en las relaciones interétnicas y racismo en la ciudad de México, de Cristina Oehmichen, que apareció en la revista electrónica Cultura y Representaciones Sociales, en marzo de 2007, menciona que de acuerdo con
Un total de 765 indígenas formaron parte de la muestra y los resultados son elocuentes: nueve de cada 10 indígenas opina que en México existe discriminación debido a su condición; 90.3% de los indígenas siente que tiene menos oportunidades para conseguir trabajo. Tres de cada cuatro indígenas consideran que tienen menos oportunidades para ir a la escuela que el resto de las personas. Dos de cada tres indígenas opinan que tienen pocas o nulas posibilidades para mejorar sus condiciones de vida. 45% afirma que no se le ha respetado sus derechos debido a su condición. Uno de cada tres en el último año, por ser indígena, ha sido sujeto de discriminación. A uno de cada cinco se le ha negado trabajo por el simple hecho de ser indígena.
Los datos de la encuesta coinciden con otras condiciones de violencia estructural. En 1990, se contabilizaron a 17 millones de personas que vivían en la pobreza extrema. Los indicadores del censo de ese año presentaron una gran coincidencia entre pobreza extrema y regiones con alta densidad de población indígena (Programa Nacional de Solidaridad, 1990).
El censo del año 2000 muestra que la mayoría de los indígenas continúa viviendo en esas condiciones: el 52.6% de la población indígena de 15 años y más, es económicamente activa, pero sus ingresos por producto del trabajo no tienen una situación aceptable: 25% de los indígenas no recibe ingreso por su trabajo; 56% recibe hasta dos salarios mínimos mensuales y, solamente 19.4% recibe más de dos salarios mínimos al mes.
A los bajos o nulos ingresos por su trabajo se agregan problemas de marginalidad: el 25% de la población indígena de 15 años y más no sabe leer ni escribir; el 39% de quienes tienen entre cinco y 24 años no asiste a la escuela y el 40% de quienes tienen 15 años de edad y más, no cuenta con el nivel de primaria concluido. En todos los casos, la situación afecta en mayor medida a las mujeres.
Según Miguel Székely, quien era subsecretario de Prospectiva, Planeación y Evaluación, de
Uno de cada cinco hombres considera como algo natural que a las mujeres se les prohíban más cosas.
El 15 por ciento de los hombres opina que no hay que gastar tanto en la educación de las hijas porque luego se casan.
Nueve de cada 10 mujeres en el país afirma que sí hay discriminación contra ellas y señalan que los derechos que menos se les respetan es tener un trabajo con salario justo y un trato igualitario ante la ley.
El 48.5 por ciento de las mujeres considera que tiene menos libertad que sus hermanos varones.
El 44 por ciento ha vivido una situación en que las tareas de las casas las hacen sólo las mujeres, señala la encuesta.
Las cifras arrojadas por
El estudio expone que la persona con la que menos estarían dispuestos a compartir su casa sería, en primer lugar, con un homosexual, ya que 48.4 por ciento opinó así; 20.1 con un indígena y 15 por ciento con una persona con discapacidad, entre otros. La encuesta arrojó también que ocho de cada 10 mexicanos consideran que revertir este fenómeno es tan importante como abatir la pobreza. La encuesta tuvo una muestra de 5 mil 608 cuestionarios en todo el país y reveló que pese a que “a primera impresión el mexicano promedio (hombre) no da un trato discriminatorio a las mujeres”, los hechos hablan de lo opuesto.
“Uno de cada cinco considera que es natural que a las mujeres se les prohíban más cosas que a los hombres (39.2 por ciento), casi 15 por ciento opina que no hay que gastar tanto en la educación de las hijas porque luego se casan, uno de cada cuatro pediría un examen de embarazo a una mujer al solicitar empleo (24.4 por ciento) y casi 40 por ciento opina que las mujeres que quieren trabajar deben hacerlo en tareas propias de su sexo.”
En historias secretas del racismo en México 1920-1950 (Tusquets, 2007), la investigadora Beatriz Urías menciona que la investigación es resultado de un trabajo previo sobre la transformación racial que “se buscó en el siglo XIX, sobre todo en el porfiriato. En el texto aparece documentado cómo el proyecto para crear “un hombre nuevo” era seguido por antropólogos, demógrafos, médicos, psiquiatras y gobernantes. “Lo que buscaban era crear una sociedad de masas, una raza trabajadora en la que no habría vicios como el alcoholismo o las toxicomanías, una raza trabajadora y productiva que participara en las organizaciones corporativas y las instituciones que arrojó
Desde su perspectiva, en la actualidad “no sería posible” la búsqueda de esta unificación “porque hay mucha diversidad”. Y, agrega, en México ahora la discriminación “tiene mucho más que ver con el clasismo que con el racismo. Hay más bien una discriminación socioeconómica”. Urías agrega que el reciente interés de algunos gobiernos por el rescate de las culturas indígenas “probablemente es un reclamo a través del reconocimiento de una diversidad. Porque durante mucho tiempo hubo un proyecto de
La investigadora menciona que la discriminación en las escuelas la viven todos los que son identificados como indígenas. Los profesores de la escuela Ponciano Arriaga, ubicada detrás de Palacio Nacional, informan que los niños triquis que acuden a dicho plantel sufren graves problemas al relacionarse con los niños mestizos, ya que no desarrollan amistad y tienden a crear círculos cerrados y separados del resto de la población infantil.
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