martes, 11 de marzo de 2014

GUERRERO: Expulsados por la violencia, vuelven a Papanoa; la economía, a la baja: ONG


HERCILIA CASTRO (Corresponsal)

Tecpan, 10 de marzo. Las casas que hasta hace unos meses fueron abandonadas por familias víctimas de la violencia en Papanoa, hoy ya lucen habitadas, sin embargo queda aún por sanar el rezago social y falta de servicios, contó el activista del Frente Libre Hermenegildo Galeana Juan Ramón Jiménez.

Manifestó que al menos la violencia que asoló a la región de Papanoa desde 2010 por parte de grupos delictivos, bajó notablemente hace algunos meses, luego de que pobladores de Santa Rosa, Los Laureles y Coyuquilla Norte exigieran un alto a la violencia y bloquearan a finales de junio la carretera Acapulco-Zihuatanejo.

Sin embargo, reconoció que a pesar de que los hechos delictivos momentáneamente se detuvieron, el rezago y la baja economía siguen en esa comunidad.

Subrayó, que el único centro de salud que hay en esa comunidad, sufre la ausencia de médicos, así como las clínicas particulares que atendían en caso de urgencia, cerraron desde hace más de un año ante la inseguridad que hubo.

“Mira, pues, sí, la cosa está más tranquila, ya hay menos violencia a comparación de hace meses, pero siguen faltando cosas y la gente sigue mal en su economía”, resaltó.

Aseguró que casas que estuvieron abandonadas por sus dueños debido a los hechos violentos y cotidianos, ya son habitadas otra vez; “algunos ya regresaron a sus casas”.

Subrayó que ahora, es necesario se atiendan las necesidades básicas como son los servicios de salud y pavimentación, entre otros.

Sin embargo, las huellas de la violencia siguen en Papanoa, con casas donde se notan los impactos de bala de las luchas entre grupos delictivos, al igual que un kínder deja notar esos hechos.

Mientras, siguen las calles del pueblo con el aspecto de abandono, polvorientas y con años sin pavimentar o tener alguna mejora, sumado a la carencia de médicos y la débil economía.

Entre esas calles olvidadas, una cruz dice y recuerda un “Dios mío no nos abandones” como plegaria a que todo mejore en esa población.

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