martes, 6 de agosto de 2013

Minera canadiense en busca de oro y plata pone en riesgo la zona de Xochicalco


Angélica Enciso L




Temixco, Mor., 5 de agosto.

El centro arqueológico Xochicalco, tierras de cultivo, lagos, sitios ceremoniales y zonas de selva baja caducifolia forman parte de las 15 mil hectáreas concesionadas a Esperanza Silver, minera canadiense que busca obtener oro y plata en la zona. El primer proyecto es la explotación a cielo abierto del cerro El Jumil, ubicado a 17 kilómetros de Cuernavaca y a 500 metros de los vestigios, y sería el primero de este tipo en el estado.

Mediante convenios que la empresa firmó con varios comisariados de bienes comunales a cambio de entre 80 mil y 100 mil pesos, realiza exploración del subsuelo en sus siete concesiones, otorgadas por la Secretaría de Economía, que abarcan territorio de los municipios de Xochitepec y Temixco, y colindan con Miacatlán.

La llegada de Esperanza Silver a la región, desde hace una década, ya provocó fracturas en la vida comunitaria de Tetlama, cuyos comuneros son propietarios de los terrenos de El Jumil y demandan las 350 fuentes de empleos directos que ofrecerá la empresa si entra en operación. Además, se han visto beneficiados por ella con las rifas de pantallas planas e infraestructura en las escuelas.

Hay otro sector de habitantes de la comunidad y residentes de poblados aledaños que ven efectos negativos en el futuro si se realiza la explotación minera: daños al acuífero, contaminación de aire y lagos, la agricultura se vería vulnerada por la escasez de agua, los lagos contaminados perderían su productividad, habría pérdida de selvas y desaparición de empleos agropecuarios.

Por ahora el proyecto está en punto muerto, debido a que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) rechazó el 7 de junio la manifestación de impacto ambiental, pero la empresa anunció en su página de Internet que volverá a presentar el documento, ya que las deficiencias señaladas por la dependencia en su resolución pueden someterse a estudios adicionales.

Apunta que el proyecto de extracción de oro es importante para la comunidad de Tetlama. Cuenta con un fuerte apoyo de la comunidad local, con la que la compañía tiene un contrato de derechos de superficie a largo plazo y han trabajado diligentemente con la empresa a través de la exploración.

Este plan está en marcha aunque la zona de monumentos arqueológicos de Xochicalco está a medio kilómetro de distancia. Para esta zona arqueológica, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1999, el cerro El Jumil es parte de su diseño. El primero de noviembre, desde el lado izquierdo de la peña de El Jumil se traza una línea recta del sol al momento de salir, y pasa por la plaza principal de Xochicalco, la pirámide de serpientes emplumadas y la acrópolis. El trazo de la ciudad está pensado a partir de El Jumil, señala Silvia Garza experta que desde 1984 ha estudiado el sitio. Señala que si se hace un tajo abierto al cerro se acabará con el trazo de la ciudad de Xochicalco y ya no se entenderá el concepto de los monumentos.

Comunidad dividida

Unos 30 comuneros de Tetlama llegan alrededor de las 9 de la mañana a la explanada del palacio de gobierno en Cuernavaca para demandar que Esperanza Silver no se retire de la comunidad. Decimos sí a la mina. Sabemos de todos los riesgos, todo trabajo tiene un riesgo, aquí el cianuro se maneja muy vigilado. La empresa nos da apoyos que el gobierno no ha dado, señala Noé Espíndola.

Con pancartas que dicen: El cianuro no mata, mata la ignorancia. Todos con la mina por el porvenir de nuestras familias, explica que si esa sustancia que se usa en el proceso de extracción del oro fuera tan mala, ya hubiera muchos muertos. Los que se oponen lo hacen por envidia, y son 20 personas. Yo creo que a ellos les ofrecieron dinero. Además, la mina nos ofrece un pozo de agua, y esto el gobierno nunca lo ha hecho.

En Tetlama hay 160 comuneros, la mayoría de ellos en favor de la mina, y alrededor de mil 400 habitantes. Quienes están en contra del plan minero señalan que los comuneros están acostumbrados a estirar la mano para recibir dinero, no les gusta trabajar. Relatan que primero concesionaron las tierras comunales del cerro Milpilla al gobierno para que creara allí un basurero que recibió desechos de diez municipios y ya está cerrado.

Ahora, apuntan, ceden sus tierras a la mina para seguir en las mismas. No ven más allá del dinero que reciben, que habrá consecuencias para el medio ambiente y la salud. Ellos y sus hijos también serán afectados, señalan habitantes de Tetlama que pidieron mantener sus nombres en anonimato debido a la confrontación interna del poblado.

Relatan que a los pocos comuneros que están en contra de la minaz las autoridades comunales pretenden expulsarlos. A los pobladores opositores al proyecto en las tiendas ya les niegan la venta de productos; en las escuelas a sus hijos los señalan.

En un documento enviado el 18 de junio a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, integrantes del Movimiento Morelense en Contra de las Concesiones Mineras de Metales Preciosos denunciaron una campaña de intimidaciones en contra de los habitantes de Tetlama que son parte de esta organización.

Detallaron que desde enero han ocurrido diversos hechos en el poblado, como la presencia de un dispositivo policial municipal para vigilar y amedrentar a los opositores, a quienes les toman fotografías; han sido amedrentados por Macario Espíndola, secretario de bienes comunales; ha habido robo a sus negocios; el agua se les entrega en forma diferenciada, y la casa en Cuernavaca de Lilián González, activista del movimiento, fue allanada el 7 de junio, mientras ella estaba en una conferencia de prensa.

La empresa llegó a la comunidad y rompió el tejido social, advierte González. Con contratos que hizo con las comunidades por 100 mil pesos en promedio que se repartan entre los comuneros, la empresa obtuvo derechos para hacer la exploración y con convenios similares puede hacer la explotación, señala.

Hay algunas autoridades comunales que no han aceptado, como es el caso de Miacatlán, explica Juan Jiménez, campesino. En el zócalo de Alpuyeca, platica que Esperanza Silver tiene concesionado el subsuelo de territorios donde hay tierras de cultivo, ojos de agua, lagunas que riegan mil 700 hectáreas de áreas agrícolas y cerros donde hay sitios sagrados, las raíces de los pueblos.

En esta región se produce desde maíz, sorgo, frutas, hortalizas hasta ganadería. Es fuente de empleos para jornaleros que vienen de otros estados para el corte de calabaza y flor de calabaza, además hay unos 100 pescadores que trabajan en los lagos de Coatetelco –fuera de la zona concesionada– y El Rodeo. Cientos de empleos generan estas actividades, que no estamos dispuestos a sacrificar por los pocos trabajos de la mina, dice Jiménez.

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