viernes, 24 de mayo de 2013

Sociedad acosada


JOHN M. ACKERMAN

MÉXICO, D.F. (Proceso).- El retorno de los dinosaurios al trono ha venido acompañado de un ataque sistemático a los movimientos sociales. J. Edgar Hoover, el repudiado director del FBI durante casi cinco décadas (1924-1972), decía que su objetivo era “exponer, trastornar, redirigir, desacreditar y neutralizar de cualquier forma” a los grupos disidentes. Hoy el PRI y sus aliados en los gobiernos estatales y los medios de comunicación aparentemente están decididos a seguir el nefasto y criminal ejemplo de Hoover al pie de la letra.

La estrategia de shock & awe (conmoción y pavor) implementada por Enrique Peña Nieto durante los primeros meses de su gestión (véase mi análisis: http://ow.ly/l3RBb) no funcionó para eliminar la resistencia popular. Si bien desarticuló algunos movimientos juveniles e intimidó a otros sectores, el río ya empieza a regresar a su cauce.

Una gran parte de la sociedad se niega a aceptar el cuento falso de que en México hay democracia y de que la mejor vía para ser escuchado es votar en la próxima elección en favor del candidato menos peor. Simultáneamente, el aumento en los precios de la gasolina y de los alimentos, junto con los regalos desde el poder a empresas monopólicas como Televisa, atizan el descontento social e incrementan el repudio al gobierno en turno.

Llama la atención que sean los maestros y los estudiantes quienes hoy encabezan las protestas. Son las personas más cultas, con conocimiento de la historia de México y el mundo, quienes ponen el ejemplo en rechazar las mentiras de los medios de comunicación dominantes y tomar el destino del país en sus manos.

Después de la Revolución Mexicana, los maestros rurales exponían su vida para llevar la educación científica y racional a las comunidades más alejadas y bajo el control de la Iglesia. Al grito de “¡Viva Cristo Rey!”, los Cristeros linchaban a los maestros que buscaban enseñar a sus hijos la evolución de las especies y los orígenes del ser humano. Hoy los profesores vuelven a tomar la batuta en el combate a la ignorancia fomentada desde las cúpulas del poder. Y hoy los nuevos pastores apostados en Avenida Chapultepec también linchan a los maestros, desde la pantalla televisiva, al relacionarlos con “narcotraficantes”, “guerrilleros” y “vándalos”.

En los años sesenta y setenta las movilizaciones estudiantiles obligaron al régimen a abrirse e iniciar un largo y sinuoso proceso de liberalización. Pero cientos de estudiantes primero tuvieron que pagar con sangre en la masacre de Tlatelolco de 1968 y los actos represivos posteriores, como el Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971. Hoy de nuevo los estudiantes en todo el país sacrifican sus importantes actividades cotidianas para luchar por el interés general y exhibir las injusticias del sistema. Y también son recibidos con balas, denuncias penales y oídos sordos de parte de los gobernantes.

Este es un fragmento del análisis que se publica en la edición 1907 de la revista Proceso, ya en circulación.

www.johnackerman.blogspot.com

Twitter: @JohnMAckerman

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