lunes, 11 de febrero de 2013

Migrantes: las vallas metálicas que Ferrosur puso a un costado de las vías atentan contra la vida


Por : José Carlos Avendaño
2013-02-11 05:50:27

APIZACO, TLAXCALA. Jimy Fernando Acosta Alfaro, hondureño de nacimiento y de 19 años de edad, terminó su sueño americano en las vías del ferrocarril, pues La Bestia le arrebató su brazo y su pie izquierdo al impactarse con las vallas de concreto colocadas por la empresa Ferrosur en los dos costados de la vía en octubre de 2012. El tren pasó sin piedad por las extremidades de este joven centroamericano.

Mientras espera la salida del tren hacia Lechería, estado de México, Francisco, otro migrante hondureño que presenció el accidente, relata que alrededor de las 11 horas se suscitó el accidente.

El joven de 19 años de edad decidió subir al ferrocarril para acercarse más a la estación del tren en Apizaco, pero no logró mantener el equilibrio y al caer rebotó en la primera valla colocada al lado de la vía y su cuerpo se proyectó hacia las ruedas del tren que le cercenaron su brazo y pie izquierdo.

“Corrió para agarrar el tren, al subir lo agarró este poste –señala Francisco–, lo rebotó, se pegó en la cintura y lo tiró, le pasó el tren encima”.

Detalla que 75 por ciento de la pierna y el brazo completo se quedaron entre los rieles.

Jimy Fernando fue asistido por paramédicos de Apizaco, quienes lo trasladaron al Hospital Regional de la Secretaría de Salud (Sesa) en Tzompantepec. Días después este joven fue dado de alta y deportado a su país de origen.

Mientras Francisco explica cómo fue el accidente, encuentra un pedazo de hueso de José entre las piedras; alrededor están sus dos pantalones, un tenis roto, pasta dental, un desodorante, una mochila, rastros de sangre y material de curación. Dice que el tren arrastró a Jimy casi cinco metros entre la piedra y quedó gravemente herido.

Este es un ejemplo de los riesgos a los que se enfrentan los migrantes centroamericanos a su paso por Apizaco, debido a que la empresa Ferrosur colocó vallas metálicas a un costado de la vía del tren para impedir que los indocumentados suban o bajen de La Bestia cuando se paran los vagones en la estación.

De acuerdo con información de la Casa del Migrante La Sagrada Familia, ubicada en el municipio de Apizaco, en 2012 al menos siete centroamericanos resultaron seriamente lesionados a causa de la colocación de vallas, aunque es incuantificable la cifra de accidentes y golpes en el cuerpo de indocumentados que a diario suben y bajan del tren cuando hace parada La Bestia en la estación.

Los centroamericanos consideran que la colocación de los postes a un costado de la vía del tren es un peligro para ellos, e incluso algunos han acudido a quejarse de esta situación a la visitaduría en Apizaco de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tlaxcala, ubicada a un lado de la estación, cuyos trabajadores se comprometieron a realizar las gestiones para “quitar los postes”.

Las solicitudes de la sociedad civil para retirar las barreras de concreto colocadas a lo largo de un kilómetro, poco antes de la estación del tren de la Colonia Ferrocarrilera de Apizaco, que ponen en peligro la vida de los migrantes, además de que consideran que violan sus derechos humanos, han sido ignoradas por la mpresa Ferrosur y tampoco se ha tenido respuesta de parte de las autoridades federales y estatales a esta exigencia. Por el contrario, Ferrosur ha continuado colocando las barreras en las cercanías de la estación del tren.

Representantes de la organización Un Mundo, una Nación (Umun), el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuria y la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana de la Diócesis de Tlaxcala señalan que no ha habido disposición y voluntad política para atender este problema que ha provocado hasta el momento siete accidentes y en el mejor de los casos diversos golpes a los migrantes que pernoctan en el albergue La Sagrada Familia.

El Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuria reporta que a principios de junio de 2012, la empresa Ferrosur instaló aproximadamente un kilómetro de barreras de concreto, antes de la estación del tren en la Colonia Ferrocarrilera de la ciudad de Apizaco, justo enfrente del albergue para migrantes La Sagrada Familia.

A consecuencia de las barreras se han registrado siete accidentes, cinco víctimas de entre 19 y 31 años de edad de origen hondureño, un salvadoreño de 18 años y un menor guatemalteco de 17 años. El caso grave fue el que se cita al inicio de este trabajo.

Los representantes de la sociedad civil enfatizan que la presencia de las barreras dificultan a los migrantes el ascenso y descenso de La Bestia, como llaman al tren, por lo que representan un riesgo para la seguridad de quienes transitan por la entidad en su búsqueda de llegar a Estados Unidos.

Ante esta situación, han solicitado audiencias tanto con la empresa Ferrosur como con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) para que retiren las barreras a por lo menos 300 metros del albergue, con el fin de evitar más accidentes y pérdidas humanas en el peor de los casos.

Por su lado, el Movimiento Migrante Mesoamericano “No nos vamos” emprendió acciones en contra de la colocación de vallas a un costado de las vías del tren en Apizaco, ya que ha incrementado el número de accidentes de indocumentados, asevera Elvira Arellano, integrante de esta organización.

“Estamos en contra de estos barrotes que se han puesto y de esos postes de concreto, porque están ocasionando más accidentes de migrantes, que de una manera u otra van a querer subir al tren”, Elvira Arellano lamenta que la empresa ferrocarrilera haya construido las barreras en Apizaco, punto importante de paso para centroamericanos.

Aunque no precisa en qué porcentaje ha aumentado el número de accidentes, afirma que esta agrupación seguirá su lucha para conseguir que Ferrosur dé marcha atrás en esta medida y además acusa que los migrantes son víctimas de extorsión por parte de garroteros del tren.

Por su lado, el alcalde panista de Apizaco, Orlando Santacruz Carreño denuncia que los vigilantes de las empresas de seguridad privada contratadas por la firma Ferrocarriles del Sur (Ferrosur) agreden a los migrantes centroamericanos y además les cobran cuotas por dejarlos ascender a los vagones para que prosigan su viaje con rumbo al norte del país en busca de llegar a Estados Unidos.

Ante esta situación, dice que ya solicitó a Ferrosur que exija a las empresas de seguridad privada que capaciten a su personal en materia de derechos humanos para que respeten las garantías de las personas que viajan en los trenes.

El edil considera que en promedio arriban alrededor de 200 indocumentados centroamericanos a la semana a este municipio a través del ferrocarril.

Señaló que el flujo migratorio se ha incrementado por la situación económica que se vive a nivel mundial y que afecta a América Latina, sobre todo a los países de Centroamérica, lo que aunado a la estabilidad económica de México, genera que los indocumentados se empiecen a quedarse en el país y en este municipio.

“Apizaco está entre los cinco puntos más importantes en el trazo que tienen los migrantes rumbo al norte del país y en los últimos meses varios de ellos se empiezan a quedar en este municipio y por los términos de la nueva ley que regula la migración, la autoridad tiene que ofertar servicios y aplicar acciones de carácter humano, de salud y de educación, menciona.

Refiere que los migrantes a su arribo a Apizaco buscan abastecerse de alimentos y de cobijas para luego subir al tren, aunque reconoce que algunos indocumentados se quedan en este municipio.

Respecto de las vallas colocadas por la empresa Ferrosur a un costado de las vías del tren para impedir que los indocumentados asciendan al tren, el alcalde enfatiza que en el seno del Consejo Estatal de Seguridad Pública y en foros ha hecho llamados a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y a Ferrocarriles del Sur, que tiene la concesión del tramo denominado Mexicano, de que se retiren esos postes.

Sin embargo, su solicitud no ha sido atendida con el argumento de que las vallas fueron colocadas dentro del derecho de vía y, por lo tanto, no trasgreden al ley, de acuerdo con lo reportado por el Centro SCT Tlaxcala.

“En todo el estado de Tlaxcala, Apizaco es el único punto donde hace parada el tren y el que hago a los migrantes es que no se bajen cuando el tren aún está en marcha, como se dice trivialmente en el vuelo, es mejor que esperen a que haga alto total para que no corran ningún riesgo. La estructura (las vallas) no genera los accidentes, cuando ha habido casos de indocumentados que pierden alguna extremidad es por bajarse cuando el tren va en movimiento, las vallas no disminuyen los accidentes”, enfatiza. Por su lado, la directora del albergue La Sagrada Familia, Carolina González Cuevas da a conocer que en dos años esta casa ha atendido más de mil 500 migrantes centroamericanos que viajan en el tren. 70 por ciento de las personas es de origen hondureño y en los últimos meses se han detectado a personas homosexuales y lesbianas que huyen de su lugar de origen por el rechazo de sus paisanos.

Menciona que el albergue para migrantes La Sagrada Familia se abrió formalmente en octubre de 2010 por iniciativa del presbítero Ramiro Zárate Tonix –quien falleció en julio de 2012–, con la finalidad de facilitar el tránsito de las personas centroamericanas en busca del sueño americano.

Sin embargo, el apoyo netamente asistencialista no fue suficiente, de manera que este albergue se convirtió en asociación civil para ampliar los servicios que brinda a este sector de la población.

En febrero de 2011 se constituyó como asociación civil y el albergue opera con cuatro áreas: 1) ayuda humanitaria, 2) desarrollo humano y comunitario, 3) derechos humanos y 4) defensa estratégica.

“De octubre de 2010 a la fecha se ha atendido a alrededor de 15 mil personas. Cerca de 70 por ciento de esta población proviene de Honduras, en segundo lugar la gente de El Salvador, en tercer lugar la de Guatemala, posteriormente población de origen mexicano de los estados del sur del país que se transportan en tren y por último los nicaragüenses.

Carolina González agrega que cerca de 90 por ciento de las personas atendidas son hombres, “estamos hablando de la mayoría y es una población con una edad promedio de 22 a 25 años, son jóvenes los que vienen”.

Aunque el flujo migratorio no es estable, en promedio este albergue atiende a 40 personas al día, pero hay ocasiones que reciben a cinco o 10 y hay días que reciben a más de 200.

El albergue se ubica en una zona estratégica en Apizaco, pues estáaunladodelavíadeltreny tiene una barda que los migrantes pueden ver desde La Bestia. Además, cita Carolina, “trabajamos en constante comunicación con otros albergues del país, entonces los albergues anteriores informan a los migrantes que hay uno en Apizaco y nosotros les informamos del albergue posterior que es el comedor de Huehuetocan”.

Agrega que este albergue monitorea constantemente con el Hospital Regional de Tzompantepec cuántas personas atienden por enfermedad, heridas o lesiones. También el Instituto Nacional de Migración (INM) comparte sus datos estadísticos para que todos tengan la misma información.

“Entre julio y octubre de 2012, a raíz de la colocación de las barreras que hizo la empresa Ferrosur a un costado de las vías del tren, los datos oficiales revelan siete accidentados. Uno de ellos fue el que tuvo peores consecuencias por la amputación de un brazo y de una pierna, los otros tuvieron heridas menores, pero también un poco delicadas”.

Sin embargo, a raíz de la colocación de las vallas a un costado de la vía del tren, a diario hay personas que sufren contusiones por las barreas al acceder o descender de los trenes. 90 por ciento de los que ingresan a este albergue han sufrido golpes menores que son atendidos con medicamentos y con alguna curación básica por nosotros. Si es de mayor gravedad la lesión, se solicita una ambulancia para llevarlo a un Centro de Salud.

“Lamentamos reconocer que las violaciones a los derechos humanos y los delitos cometidos en contra de los migrantes son una constante, ellos llegan y quieren hablarnos de sus experiencias, otros llegan en situación de crisis y les es difícil hablar. La mayor parte de ellos revela que desde su ingreso a Guatemala empiezan a ser víctimas de robos y asaltos. En el caso de las mujeres, ellas sufren violaciones y discriminación”.

Un problema que enfrentan para presentar una denuncia es que no identifican a la autoridad que comete la violación a sus derechos humanos, se confunden por los colores de los uniformes de los policías; “sin embargo, nosotros creemos que lamentablemente la policía municipal es quizá la autoridad que más viola los derechos humanos de los migrantes en el país”.

Los migrantes denuncian acoso, maltrato y extorsión de la Policía Federal y de los agentes del INM. También se quejan de los guardias de seguridad del tren, quienes constantemente los extorsionan, los maltratan y les cobran una cuota para permitirles subir al tren, abusan de las mujeres en ocasiones que viajan solas y además golpean a los migrantes, apunta.

A pesar de esta situación, los migrantes no inician un proceso jurídico porque les urge llegar a Estados Unidos, amén de que no confían en el sistema de justicia mexicana.

Asimismo, Carolina revela que los migrantes han denunciado la operación de pandillas urbanas y de organizaciones delictivas en los estados del sur de México. “Hablan de que han sido testigos de que llegan camionetas con hombres armados y los obligan a bajarse del tren para secuestrarlos, es una realidad dramática la que ellos viven en la región sur del país”.

–¿Cuáles son las causas por las que migran los centroamericanos? –Son tan variadas como variadas las personas que vienen. Las causas principales son la pobreza, la violencia en Honduras, los desastres naturales, el deseo de superación personal, pero cada vez llama más la atención que llegan migrantes homosexuales y lesbianas que son juzgados en sus lugares de origen y deciden irse. Otros viajan para buscar trabajo a fin de apoyar a sus familias, otros para estudiar y unos más por el afán de aventura para conocer y ver otras realidades.
La directora de este albergue también relata otra realidad cruda de los migrantes y que está relacionada con las enfermedades con las que llegan a este lugar. “En general los padecimientos con los que llegan al albergue son enfermedades respiratorias e intestinales, llegan con diarrea y vomito por tomar agua sucia y comer cosas sin higiene; con los pies muy lastimados, con hongos; fiebre por alguna infección; labios, rostro y orejas resecas por el sol, frío y viento; deshidratados o con hipotermia, según la época del año”.

Por último, menciona que en este albergue se han detectado familias completas que viajan en el tren, pero son pocas. Otro fenómeno es el de acompañamiento temporal, es decir, se establecen relaciones esporádicas que para acompañarse en el camino y al llegar al albergue se presentan como esposos, pero sabemos que se es cierto”.

Los meses de mayor flujo migratorio por Apizaco se presentan entre marzo y agosto, puntualiza

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