martes, 21 de diciembre de 2010

Adiós a la Dream Act


Por: Jorge Durand

El sábado a las 10 de la mañana el Senado estadounidense votó en contra de la ley conocida como Dream Act, que daría la posibilidad de regularizar su situación a cerca de un millón de jóvenes que ingresaron de niños (no mayores de 15 años) acompañando a sus padres en su aventura migratoria.

La ley proponía una camino a la legalización a aquellos que hubieran llegado a Estados Unidos antes de 2005, es decir que tuvieran cinco años de residencia, que hubieran ingresado antes de cumplir los 16, que se hubiesen graduado de la preparatoria o hubieran ingresado a la universidad y que tuvieran entre 12 y 29 años. Si cumplían estas condiciones podían postular para la Dream Act y se les daría residencia temporal condicional. La condición obligaba a los candidatos a tener dos años de estudio universitario, lo que se conoce como community college, o ingresar a alguna de las fuerzas armadas. Después de seis años y cumplidos los requisitos podían pedir la residencia permanente y luego la naturalización.

Se trataba de apoyar a la generación uno y medio, aquellos que estaban en el limbo legal, pero que habían sido socializados como estadounidenses, que habían estudiado hasta la preparatoria, que eran buenos estudiantes y que además podían demostrar calidad moral, es decir, no haber tenido problemas con la ley.

Los que apoyaban la propuesta consideraban que la ley tendría un influjo muy positivo para la sociedad al incluir e integrar a muchachos que habían demostrado ser buenos estudiantes y buenos ciudadanos. También las fuerzas armadas se podían beneficiar con reclutas jóvenes que quisieran legalizar su situación.

Las estadísticas jugaron en contra. No se sabía exactamente cuántos podrían ser beneficiados con la ley. Mientras el Migration Policy Institute (MPI) afirmaba que podrían ser legalizados 2.1 millones de muchachos, las estadísticas del Congreso afirmaba que serían aproximadamente 1.1. La guerra de cifras fue parte de la batalla política y en el camino quedaron varadas cerca de medio millón de familias mixtas, que tienen hijos que ingresaron de manera irregular y otros que tienen ciudadanía. Estas familias divididas afrontan serios conflictos internos entre hermanos, ya que unos tienen el camino abierto y a otros se les ha cerrado la puerta. La puerta del estudio, que es el único medio que lleva a la integración y a la movilidad social.

La propuesta de ley había pasado en la Cámara de Representantes, después de un largo debate, por una votación de 216 votos a favor y 198 en contra. Faltaba la aprobación del Senado, se necesitaban 60 votos y sólo alcanzaron 55. Los cinco votos que faltaron podían haber llegado de la bancada demócrata, pero no se presentaron los representantes de Montana (2), Carolina del Norte, Nebraska y Arkansas. Richard J. Durbin, represente de Illinois y uno de los promotores de la ley, se refirió amargamente a sus colegas demócratas que habían faltado a una cita con un proyecto que lo único que pretendía era hacer justicia. Los niños que ingresaron irregularmente no pueden considerarse ni como ilegales ni como culpables. Fueron sus padres los responsables, asunto que todo corpus legal debe tener en consideración.

La palabra amnistía se ha convertido en un anatema. La alternativa de una reforma integral está totalmente desechada, pero con esta votación se rechaza la posibilidad de reformas parciales que vayan abriendo un camino a la legalización.

A pesar de la presión personal del presidente Obama y del caucus latino, faltaron los votos que podrían haber cambiado parcialmente el panorama migratorio en Estados Unidos. Los promotores y voluntarios de la iniciativa de la Dream Act trabajaron en diferentes frentes a lo largo de varios años: manifestaciones, bloqueos, llamadas, correos electrónicos y recolección de fondos. Fue una estrategia política de ganar voto por voto, presionando a cada diputado en su distrito, en especial a los indecisos, a los que todavía era posible hacer cambiar de opinión.

Pero fueron los estudiantes mismos los que tomaron la iniciativa, los que salieron a la calle y a las plazas a protestar, los que se organizaron y consiguieron apoyos de las universidades, incluso los que se arriesgaron a manifestarse y hacer bloqueos en la oficinas de los diputados y senadores indecisos. Ellos estuvieron presentes en el Senado con sus birretes en la cabeza y no pudieron lanzarlos al aire como habían soñado por tanto tiempo.

Si se analizan los votos demócratas se percibe un claro componente racial en la votación. Los dos senadores de Montana no tienen problemas migratorios en su estado, pero tienen un electorado blanco y conservador. Son granjeros y ganaderos que no requieren de mano de obra mexicana. Los otros tres son representantes de los estados del sur (Nebraska, Arkansas y Carolina del Norte), conservadores por definición, a pesar de ser demócratas, pero sobre todo acostumbrados a la relación social y racial bicolor (blanco-negro). Les crea problema y conflicto la presencia de latinos, de hispanos, de mexicanos.

Sin embargo, estos tres estados dependen en buena parte de la mano de obra mexicana y centroamericana. En Carolina del Norte, la mano de obra mexicana se encarga de la recolección del tabaco. Por su parte, la industria avícola y las empacadoras de carne de Nebraska y Arkansas dependen de la mano de obra latina. Fue una decisión consciente y planeada por los industriales que relocalizaron las fábricas, despidieron a los obreros y se cancelaron los sindicatos. Una vez realizado el proceso de reconversión industrial le abrieron la puerta a la mano de obra mexicana y centroamericana.

Mohammad Abdollahi, cofundador de DreamActivist.org, en su página web, afirma que la lucha continúa. Pero que habrá que recordarles a todos los que votaron en contra que nunca olvidarán su voto que impidió que el sueño fuera realidad

Fuente: TeleSur

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