lunes, 12 de octubre de 2009

La izquierda en el campo de lo político

Editorial 202 de Machetearte, Erandi Villavicencio


Se ha vuelto común hablar de desaceleración económica, decrisis donde las burbujas financieras estallan o de rescates multimillonarios para detener la caída de las bolsas. Se ha opinado y analizado de manera exhaustiva la crisis inmobiliaria y crediticiaque haarrastrado al sistema financiero internacional.

Las causas se ocultan y confunden entre una avalancha de noticias que día a día nos hablan de una crisis “abstracta” que vuelve siempre de algún desconocido lugar. Todo “aparece” desconectado y sin sentido: por un lado la crisis económica mundial, el incremento del desempleo, la subida de los precios y por el otro la barbarie del narcotráfico y del ejército mexicano, las pugnas interpartidistas y la enajenación cultural masiva promovida por las televisoras y empresas culturales. A lo largo del 2008 la incapacidad social para hilar estos acontecimientos nacionales e internacionales, ha provocado que las crisis aparezcan como problemas específicos y como luchas aisladas y separadas, minando la posibilidad de una comprensión global de la crisis y por tanto de una solución común a ella.

Pero lo que está en crisis no es una porción aislada de la realidad, sinouna dinámica sistémica de nuestro mundo. El desempleo del 2008, el peor en 8 años que vive México, l oviven todos los países del mundo, basta ver la quiebra económica de Islandia uno de los países modelo del capitalismo. Los contrastes de las calles de la ciudad de México, son los contrastes en América Latina y África, la exclusión de pueblos en el sureste mexicano es la exclusión de naciones enteras en medio oriente y el continente africano. Las diferencias aparentes se vuelven coincidencias catastróficas. La “crisis abstracta” tiene un nombre concreto: la crisis del sistema capitalista mundial.



Debemos recordar que el neoliberalismo nació entre las décadas de los setentas y ochentas como una respuesta GLOBAL del sistema capitalista ante una crisis de rentabilidad, es decir, una medida estratégica de los capitalistas para apropiarse de los medios de producción estatales como TELMEX, los bancos, la televisión, los ferrocarriles, etcétera,dándose con esto un respiro a su propia dinámica contradictoria. Fue gracias al despojo (permitido por el gobierno) de las antes empresas estatalesque el capitalismo se fortaleciópara enarbolar la bandera del fin de la historia, donde el capitalismo neoliberal sería la última palabra en el camino tortuoso de la humanidad.

Pero a lo largo de las últimas décadas tales medidas neoliberales volvieron a traer una nueva crisis de la rentabilidadque ha hecho que los gobiernos del mundo cambien su discurso para salvar política y económicamente a las empresas que antes habían “liberado” al mercado capitalista. El gobierno gringo anuncia un cambio en su política para volver a salvar al capitalismo de su propio fracaso, la comunidad europea habla de la necesidad de un cambio en el orden mundial yhasta el gobierno calderonista modera su triunfalismo (mientras continúa con las políticas neoliberales de privatización).

El capitalismo lleva la crisis en sus entrañas porque en el enriquecimiento de las minorías capitalistas por el empobrecimiento de las mayorías trabajadoras ,el capital se desvaloriza así mismo. Mientras menos ganancia quiera perder, más perderá, porque más desempleados habrá, menos consumo vendrá y menos plusvalor acumulará.

Ante estos hechos -no ideas-, resulta irresponsable la incapacidad política de las organizaciones socialistaspor mostrar al mundo no sólo el fracaso común del capital sino la vigencia y urgencia de una alternativa mundial.

Si los movimientossocialistas y anticapitalistas se empecinan en susdiferencias tácticasy en el dogma “antimarxista” de que el capital y sus gobiernos caerán automáticamente, permitiránque el capital vuelva a salir airoso de estas crisis en que cae irremediablemente.

Es por todo esto que tenemos que recuperar lo perdido y renovar lo caduco. Volver a traer a la mesa el gran debate de la modernidad,a esas palabras prohibidas y enterradas vivas por la cultura del individualismo y del egoísmo: capitalismo y socialismo.

La antitesis entre ellas aparece hoy como el reto cotidiano de argumentar, de organizarse políticamente parade-construir un sistema capitalista criminal y absurdo, para afirmar en cada acto particular y comunitario la factibilidad y esperanza de un modo comunitario de pensar, de vivir y de luchar.

Ni discursos economicistas ni intenciones a-políticas podrán ser una opción real. Ni actos localistas ni promesas globales. El reto económico de una transformación global inicia con el acto político comunitario de una nueva cultura socialista, y ahí nadie es experto y nadie tiene modelos universales. Todos tendremos que construir la unidad y afirmar la diferencia.

Por un bicentenario de lucha, conciencia y organización.
OPC-CLETA

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