ALONSO FRAGUA
Del productor al consumidor. Sin intermediarios. Comercio justo le llaman algunos. Eso es lo que ofrece el Tianguis Alternativo de Puebla, que cada sábado monta sus puestos en la entrada de la laguna de San Baltasar de la capital poblana de 10 a 13 horas. Además de la diferencia en el método de comercialización, el origen de los productos es parte fundamental del proyecto. Ya sean materias primas, frutas, verduras, granos o productos procesados, todos ellos entran en la denominación de orgánicos. Productos para cuya elaboración no intervinieron químicos, entre otras características.
“Anteriormente no se llamaba orgánicos, sino simplemente productos naturales. Esa palabra es nueva”, cuenta Martín Cabello, productor y comerciante de frutas y verduras del DF. El puesto de Martín es de los más concurridos por el tipo de producto. Espinaca, acelga, brócoli, calabaza, chícharo, ejote, tomate, jitomate y zanahoria. Y eso sólo en esta temporada invernal. En total, Martín representa a cerca de 60 agricultores de cinco delegaciones de la capital del país colindantes con el estado de México. Desde hace un año, y bajo el nombre de Vida Verde, este colectivo comercializa sus hortalizas en el DF y otras plazas como Puebla, siempre buscando ofrecer frescura y calidad a un precio justo.
Hace año y medio, el Tianguis Alternativo de Puebla nació de la preocupación de un “grupo de consumidores que trabajaban en el medio de la ecología y la cultura, inquietos por hacer un proyecto de beneficio común en la región”, explica Bertrand Rault, uno de los iniciadores. Y pensando que un tianguis no es sólo un espacio para la compra y venta, el proyecto incluye talleres y actividades artísticas y culturales que difundan los valores que en ese sitio se comparten.
“La idea de los productos orgánicos o alternativos no solamente es el consumo. Es desde la producción que se cuida el medio ambiente y a las personas que los producen porque no se envenenan con los químicos”, dice Margit Schlagenhauf, quien ofrece pan de harina integral y pan dulce con fruta fresca. Siguiendo la idea de comunidad que también se comparte en el tianguis, la harina que utiliza Margit viene de su compañero del puesto de al lado.
José Pablo García Hernández es un productor de Álvaro Obregón, comunidad del municipio de Españita, Tlaxcala. Cada semana, José Pablo y su hermana se trasladan a la laguna de San Baltasar para ofrecer chapulines, habas, pepita de calabaza, pinole, doraditas de trigo y centeno, frijol y polvo de haba, entre otras muchas opciones. Todas producidas sin químicos y procesadas por ellos mismos. “Aquí se vende del productor al consumidor. Directo. Los que no saben qué es un orgánico cuando lo prueban notan la diferencia. Las personas mayores dicen que sabe a cómo eran los alimentos antes de que se usaran químicos”.
Fuente: La Jornada de Oriente.
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