martes, 21 de octubre de 2008

DISCURSO DE LAURA ITZEL CASTILLO, SECRETARIA DE ASENTAMIENTOS HUMANOS DEL GLM EN EL MONUMENTO A LA REVOLUCIÓN EL 19 DE OCTUBRE 2008.





Andrés Manuel López Obrador
Presidente Legítimo de México
Compañeras Brigadistas:

Una vez más, venimos frente al monumento a la Revolución, que recibe el amor y la valentía de miles de mujeres brigadistas, a reivindicar nuestra lucha en defensa del petróleo.

A pesar de las constantes descalificaciones de los escribanos del régimen, y de visiones machistas, incluso de algunos compañeros, hemos podido dar un ejemplo de lo que somos capaces de hacer, cuando está en riesgo el destino de la nación. Por eso, orgullosamente podemos afirmar que el movimiento en defensa del petróleo tiene rostro y voz de mujer.

La labor de nuestros diputados y senadores del FAP en el congreso, ha sido respaldada por las brigadas en la calle. Hemos estado y seguiremos estando, si así se requiere, al frente de las acciones de resistencia civil pacífica, para impedir la privatización de la industria energética. Reconocemos que hemos avanzado, pero que aún no podemos cantar victoria.

No aceptaremos la creación de filiales de Pemex, como lo propone la cúpula del PRI. Si insisten, nos movilizaremos. ¿Están de acuerdo?

No permitiremos los contratos-riesgo, ni abiertos ni simulados, como pretenden el PAN y el PRI. Si insisten, ¿qué haremos? ¡Nos movilizaremos!

Rechazamos tajantemente que Pemex se someta a la decisión de tribunales internacionales, porque se estaría permitiendo la violación de la soberanía. Si insisten, ¿qué haremos? ¡Nos movilizaremos!

Desde aquí reiteramos que este es un movimiento pacífico: que tomamos las tribunas y tomamos las calles, pero no tomamos las armas.

No tenemos miedo, pues nuestras mejores armas son el corazón y la razón.

Compañeras brigadistas:

La situación política, económica y social del país es grave, pero puede empeorar. Hay signos visibles de ingobernabilidad, producto de factores internos y externos. Pero en esta crisis hay culpables y hay víctimas.

Algunos de quienes creían que no se requería de legitimidad para gobernar se están dando cuenta de su equivocación. Y es que un poder percibido como legítimo se obedece mayoritariamente, mientras que el ilegítimo se desdeña, salvo que obtenga obediencia por medio de la violencia del Estado. Pero a Calderón ni así le hacen caso.

El panista ha fallado en todo. Prometió empleo y los únicos que lo tienen seguro es su grupo de amigos. Baste el ejemplo de ese vulgar traficante de influencias llamado Juan Camilo Mouriño.

En cambio, el plan anticrisis presentado por nuestro Presidente Legítimo, señala claramente cómo podrían ahorrarse 200 mil millones de pesos del presupuesto, si se reducen partidas destinadas a mantener los privilegios de los altos funcionarios públicos.
En medio del desplome financiero de los Estados Unidos, Felipe Calderón está empecinado en entregarle a esa nación nuestra riqueza petrolera. Erró en el diagnóstico —el catarrito inicial se convirtió en pulmonía—y se equivoca también en la receta.
En su discurso de cierre de campaña, Calderón aseguró que si López Obrador accedía al poder, se repetiría la película de terror que se vivió a principios de la década de los 80. ¿Y que creen? Exactamente eso pasó, pero con él en los Pinos.
“Defenderé el peso como un perro”, dijo José López Portillo en febrero de 1982. Aquel Presidente que prometió desarrollo económico para el país, decía que los mexicanos tendríamos que aprender a “administrar la abundancia”, a partir de la exportación petrolera. Finalmente acabó devaluando nuestra moneda. Lo mismo hizo Calderón.
Hace días, el secretario de Hacienda del gobierno espurio reveló que un grupo de empresas estuvo tras el ataque especulativo contra el peso. Los medios publicaron sus nombres y nada ha pasado. Igual que en el 82, los sacadólares tampoco habrán de ser castigados.
Calderón ha resultado tan perro como López Portillo para defender nuestra moneda.
En 2006 un chiste circulaba entre jóvenes de clase acomodada. Decían que votarían por López Obrador porque sus papás les habían anticipado que si él ganaba, se irían a vivir a Estados Unidos. Desafortunadamente eso es lo que está pasando hoy en día con Felipe Calderón. Y eso ya no es un chiste.

El caso más sonado es el de Alejandro Junco de la Vega, dueño del periódico Reforma. Hace pocas semanas, Reporte Índigo dio a conocer la carta completa que el empresario dirigió al gobernador de Nuevo León, en la que le informa a su amigo que, en efecto, ha cambiado su residencia a Texas.

Junco reconoce que estuvo en un dilema: comprometer la integridad editorial de su empresa o cambiar a su familia a un lugar seguro. Optó por lo segundo. A eso lo orillaron los problemas de inseguridad.

El empresario se asume como un “refugiado” en Estados Unidos y acepta que perdió la fe. Por cierto que los periódicos de su propiedad nada han dicho de la carta ¿Esa es la integridad editorial a la que se refiere?


Los potentados como Junco sí pueden huir del país. Pero millones de mexicanos que se han ido al “otro lado” en los últimos años, en busca de los empleos que la derecha es incapaz de crear, tendrán que regresar a sus lugares de origen ante la crisis.

A esos compatriotas habrá que decirles que en este sitio, y en todo el país, habemos mexicanas y mexicanos dispuestos a reconstruir la patria que nos legaron nuestros héroes. Por que juntos tenemos que edificar una Nueva República.

Amigas brigadistas:

Al discurso de odio de la derecha hay que anteponer el de la esperanza y el del entusiasmo de la izquierda, sin que ello implique renunciar a la crítica o a la denuncia.

Aunque existen muchos escépticos y pesimistas, la mayoría de quienes nos inscribimos en la izquierda somos optimistas. Es cierto: denunciamos con acritud el presente, pero creemos firmemente en el futuro.

Se van los potentados, pero nosotras nos quedamos a luchar por México. ¿Estamos de acuerdo, compañeras?

Señor Presidente Legítimo de México: con orgullo le reiteramos: estamos listas y firmes ante lo que venga.

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