Por Alejandro Torres Rivera.
“El hambre, inseparable compañera de los pobres, es hija de la desigual distribución de las riquezas y de la injusticias de este mundo.” Con estas expresiones denunciaba Fidel Castro Ruz la situación alimentaria en el mundo hace ya doce años.
Luego de más de una década, la denuncia hecha por Castro, es hoy una de las principales preocupaciones del mundo y tema de discusión a escala planetaria. En efecto, la crisis alimentaria, que no es otra cosa que la crisis en la producción de alimentos para abastecer las necesidades de la población mundial, es tema actual de reflexión por parte de la comunidad internacional.
De acuerdo con Jaques Diouf, Director General de Programa Alimentario de la Organización de las Naciones Unidas, los factores que han precipitado hoy la situación de crisis alimentaria que ya se manifiesta crudamente en no menos de 37 países del mundo y que amenaza con una rápida extensión a otras decenas de naciones, principalmente en Asia, África y América Latina son: la repentina subida en los precios, una baja productividad debido al cambio climático, niveles de existencias de alimentos sumamente bajos, consumo elevado por parte de las economías emergentes como las de China e India, altos costos en el transporte y a energía, y finalmente, una demanda cada vez más alta de producción de biocombustibles.
Es último renglón, cuyo desarrollo supone la producción de trigo, maíz y caña de azúcar para la producción de combustibles que sustituyan el petróleo y el gas natural, ha supuesto el detrimento en el cultivo de comestibles, utilizando para ellos amplias reservas de agua, desviando así tierras y capitales, lo que ha proporcionado una situación de inseguridad alimentaria a 854 millones de personas.
Esteban Lazo, Vice Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba durante la Cumbre Presidencial Soberanía y Seguridad Alimentaria, Alimentos para la Vida, celebrada el pasado 7 de mayo, denunció el incremento en los precios del petróleo como resultado de la aventura bélica de Estados Unidos en Irak y el desvío de importantes cantidades de granos y cereales por países como Estados Unidos y la Unión Europea para destinarlos a la producción de biocombustibles, junto con las prácticas de gran capital internacional “que apuesta a los inventarios de alimentos a costa del hambre de los pobres.”
Para algunas personas como Boaventura de Sousa Santos en Brasil, uno de los factores presentes en esta crisis ha sido la “sustitución de la agricultura familiar, campesina, orientada a la autosuficiencia alimentaria y los mercados locales, por la gran agroindustria, orientada hacia el monocultivo de productos de exportación (flores o tomates).” Indica Sousa Santos que el hambre que hoy recorre el mundo es la nueva fuente de beneficios del gran capital financiero, afirmando que sus beneficios aumentan en la misma proporción que el hambre. Así, nos indica que en los últimos meses donde ha arreciado el problema alimentario, los beneficios de los productores de semillas y cereales ha incrementado en un 83%. Por su parte, Robert Zoelick, Presidente del Banco Mundial indica que el problema no es uno temporal. Señala que los precios de los alimentos han aumentado en un 45% en los pasados 9 meses.
Una experiencia cercana de esta crisis la vemos en Haití. Hecmilio Galván de los Servicios Informativos de la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI) comienza su evaluación sobre la situación haitiana con esta descripción:
“En los barrios pobres de Haití, la tierra arcillosa que cubre el centro del país (zona de Hincha) se ha convertido en una valiosa mercancía que se recolecta y se vende en los mercados. Es materia prima, increíblemente, para galletas comestibles que, con su sabor salobre y mineral, sacian el hambre de los habitantes empobrecidos de Haití.”
Haití, con un gobierno apenas funcional desde el punto de vista de su institucionalidad, es un país ocupado militarmente por fuerzas de la Naciones Unidas. Allí recientemente miles de ciudadanos tomaron las calles en fuertes protestas por la situación alimentaria. Haití vive en estos momentos un grave problema alimentario en su ya empobrecida población.
Para Galván, la crisis alimentaria en el hermano país, agrava como resultado de su ausencia de “soberanía alimentaria”. De acuerdo con el profesor de la Escuela de Planificación de la Universidad de Puerto Rico Félix Aponte, “soberanía alimentaria”es “aquel derecho que tienen los Pueblos y la soberanía de los Estados, para de forma democrática, determinar sus propias políticas agrícolas”. En Haití el problema de la soberanía alimentaria ha venido a complicarse producto de una liberalización comercial acelerada donde se abrieron a partir de 1981 los principales puertos; se eliminaron los impuestos en las exportaciones y licencias de importación; se establecieron cadenas de montaje y exportación agrícola en zonas francas; y se redujo de manera gradual, hasta su total eliminación, la imposición de aranceles. Estas medidas produjeron a su vez el abandono de la producción interna en el campo.
En Puerto Rico hemos venido sintiendo cada vez de manera más fuerte y directa el resultado de estas políticas alimentarias. En un país donde se ha abandonado la producción de alimentos para el consumo interno; donde cada año el presupuesto del Departamento de Agricultura se ve menguado con recortes y más recortes; donde a nivel central el Gobierno todavía no ha aprobado un Plan Nacional de Uso de Terrenos en el cual se detenga la entrega a manos de los desarrolladores de las tierras con potencial agrícola; donde consumimos lo que no producimos y producimos lo que no consumimos; donde el Estado no cuenta con una visión de futuro, ni una política definida, sobre lo que debe ser la “seguridad alimentaria” para su población; se sienten ya los vientos de una crisis en la cantidad y calidad de los alimentos a los cuales tiene acceso nuestra población.
Se ha dicho que la mayoría de los alimentos que consumimos se importa. La realidad es que Puerto Rico importa anualmente en el año 2006 en productos agrícolas y no agrícolas la cantidad de $38,900 millones de los cuales $19,134 provenía de empresas estadounidenses. Una política de sustitución de importaciones, particularmente en el renglón agrícola, contribuiría no solo a reducir la tasa de desempleo en el país generando nuevas fuentes de trabajo, sino también a crear un escenario donde pudiéramos dedicar miles de cuerdas de terreno hoy totalmente improductivas a atender el problema alimentario a nivel nacional.
Existen estudios como el que publicara el Doctor René Marqués Velasco en 1993 en su libro Nuevo Modelo Económico para Puerto Rico, donde a partir de las características de suelo y geografía natural en Puerto Rico se hacía una rigurosa evaluación de las posibilidades agrícolas de nuestro país en la atención de importantes renglones de la producción agrícola para el consumo local y para la exportación de determinados productos. Es falsa la premisa de que la agricultura no es un modelo viable en Puerto Rico. De hecho, si alguna característica es constante en aquellos países considerados desarrollados y donde existen altos niveles de salario en su fuerza de trabajo, es la existencia de una fuerte y vigorosa agricultura.
El desarrollo de un modelo agrícola en Puerto Rico, con nuevas y apropiadas tecnologías de cultivo y manejo del terreno, no supone como muchos piensan, un regreso al pasado monocultivista del Puerto Rico de comienzos del Siglo XX ni mucho menos desvalorizar la fuerza de trabajo en nuestro país. Tenemos los técnicos, especialistas, terrenos y centros de enseñanza desde los cuales podríamos, si así nos lo proponemos, darle un verdadero impulso al desarrollo agrícola de Puerto Rico que asegure la reducción alimentaria en productos importados, incluyendo de paso el potencial de Puerto Rico en la exportación de algunos productos hacia diferentes mercados en este Hemisferio y en Europa.
En aquella alocución de Fidel Castro en 1996, el entonces Presidente cubano dejaba sobre el tapete la siguiente afirmación: “Las campanas que doblan hoy por los que mueren de hambre cada día, doblarán mañana por la humanidad entera si no quiso, no supo o no pudo ser suficientemente sabia para salvarse a sí misma.” ¿Habrá algún contenido premonitorio en las expresiones de Fidel Castro sobre el grito y lamento de millones de seres humanos para los cuales está perdida hoy toda expectativa de solución al problema de qué comerá hoy, mañana o sencillamente, cuándo? ¿Estará a tiempo la Humanidad para encarar tan difícil situación? ¿Qué alternativas tiene el pueblo puertorriqueño?
Fuente: Alternativa Bolivariana.
“El hambre, inseparable compañera de los pobres, es hija de la desigual distribución de las riquezas y de la injusticias de este mundo.” Con estas expresiones denunciaba Fidel Castro Ruz la situación alimentaria en el mundo hace ya doce años.
Luego de más de una década, la denuncia hecha por Castro, es hoy una de las principales preocupaciones del mundo y tema de discusión a escala planetaria. En efecto, la crisis alimentaria, que no es otra cosa que la crisis en la producción de alimentos para abastecer las necesidades de la población mundial, es tema actual de reflexión por parte de la comunidad internacional.
De acuerdo con Jaques Diouf, Director General de Programa Alimentario de la Organización de las Naciones Unidas, los factores que han precipitado hoy la situación de crisis alimentaria que ya se manifiesta crudamente en no menos de 37 países del mundo y que amenaza con una rápida extensión a otras decenas de naciones, principalmente en Asia, África y América Latina son: la repentina subida en los precios, una baja productividad debido al cambio climático, niveles de existencias de alimentos sumamente bajos, consumo elevado por parte de las economías emergentes como las de China e India, altos costos en el transporte y a energía, y finalmente, una demanda cada vez más alta de producción de biocombustibles.
Es último renglón, cuyo desarrollo supone la producción de trigo, maíz y caña de azúcar para la producción de combustibles que sustituyan el petróleo y el gas natural, ha supuesto el detrimento en el cultivo de comestibles, utilizando para ellos amplias reservas de agua, desviando así tierras y capitales, lo que ha proporcionado una situación de inseguridad alimentaria a 854 millones de personas.
Esteban Lazo, Vice Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba durante la Cumbre Presidencial Soberanía y Seguridad Alimentaria, Alimentos para la Vida, celebrada el pasado 7 de mayo, denunció el incremento en los precios del petróleo como resultado de la aventura bélica de Estados Unidos en Irak y el desvío de importantes cantidades de granos y cereales por países como Estados Unidos y la Unión Europea para destinarlos a la producción de biocombustibles, junto con las prácticas de gran capital internacional “que apuesta a los inventarios de alimentos a costa del hambre de los pobres.”
Para algunas personas como Boaventura de Sousa Santos en Brasil, uno de los factores presentes en esta crisis ha sido la “sustitución de la agricultura familiar, campesina, orientada a la autosuficiencia alimentaria y los mercados locales, por la gran agroindustria, orientada hacia el monocultivo de productos de exportación (flores o tomates).” Indica Sousa Santos que el hambre que hoy recorre el mundo es la nueva fuente de beneficios del gran capital financiero, afirmando que sus beneficios aumentan en la misma proporción que el hambre. Así, nos indica que en los últimos meses donde ha arreciado el problema alimentario, los beneficios de los productores de semillas y cereales ha incrementado en un 83%. Por su parte, Robert Zoelick, Presidente del Banco Mundial indica que el problema no es uno temporal. Señala que los precios de los alimentos han aumentado en un 45% en los pasados 9 meses.
Una experiencia cercana de esta crisis la vemos en Haití. Hecmilio Galván de los Servicios Informativos de la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI) comienza su evaluación sobre la situación haitiana con esta descripción:
“En los barrios pobres de Haití, la tierra arcillosa que cubre el centro del país (zona de Hincha) se ha convertido en una valiosa mercancía que se recolecta y se vende en los mercados. Es materia prima, increíblemente, para galletas comestibles que, con su sabor salobre y mineral, sacian el hambre de los habitantes empobrecidos de Haití.”
Haití, con un gobierno apenas funcional desde el punto de vista de su institucionalidad, es un país ocupado militarmente por fuerzas de la Naciones Unidas. Allí recientemente miles de ciudadanos tomaron las calles en fuertes protestas por la situación alimentaria. Haití vive en estos momentos un grave problema alimentario en su ya empobrecida población.
Para Galván, la crisis alimentaria en el hermano país, agrava como resultado de su ausencia de “soberanía alimentaria”. De acuerdo con el profesor de la Escuela de Planificación de la Universidad de Puerto Rico Félix Aponte, “soberanía alimentaria”es “aquel derecho que tienen los Pueblos y la soberanía de los Estados, para de forma democrática, determinar sus propias políticas agrícolas”. En Haití el problema de la soberanía alimentaria ha venido a complicarse producto de una liberalización comercial acelerada donde se abrieron a partir de 1981 los principales puertos; se eliminaron los impuestos en las exportaciones y licencias de importación; se establecieron cadenas de montaje y exportación agrícola en zonas francas; y se redujo de manera gradual, hasta su total eliminación, la imposición de aranceles. Estas medidas produjeron a su vez el abandono de la producción interna en el campo.
En Puerto Rico hemos venido sintiendo cada vez de manera más fuerte y directa el resultado de estas políticas alimentarias. En un país donde se ha abandonado la producción de alimentos para el consumo interno; donde cada año el presupuesto del Departamento de Agricultura se ve menguado con recortes y más recortes; donde a nivel central el Gobierno todavía no ha aprobado un Plan Nacional de Uso de Terrenos en el cual se detenga la entrega a manos de los desarrolladores de las tierras con potencial agrícola; donde consumimos lo que no producimos y producimos lo que no consumimos; donde el Estado no cuenta con una visión de futuro, ni una política definida, sobre lo que debe ser la “seguridad alimentaria” para su población; se sienten ya los vientos de una crisis en la cantidad y calidad de los alimentos a los cuales tiene acceso nuestra población.
Se ha dicho que la mayoría de los alimentos que consumimos se importa. La realidad es que Puerto Rico importa anualmente en el año 2006 en productos agrícolas y no agrícolas la cantidad de $38,900 millones de los cuales $19,134 provenía de empresas estadounidenses. Una política de sustitución de importaciones, particularmente en el renglón agrícola, contribuiría no solo a reducir la tasa de desempleo en el país generando nuevas fuentes de trabajo, sino también a crear un escenario donde pudiéramos dedicar miles de cuerdas de terreno hoy totalmente improductivas a atender el problema alimentario a nivel nacional.
Existen estudios como el que publicara el Doctor René Marqués Velasco en 1993 en su libro Nuevo Modelo Económico para Puerto Rico, donde a partir de las características de suelo y geografía natural en Puerto Rico se hacía una rigurosa evaluación de las posibilidades agrícolas de nuestro país en la atención de importantes renglones de la producción agrícola para el consumo local y para la exportación de determinados productos. Es falsa la premisa de que la agricultura no es un modelo viable en Puerto Rico. De hecho, si alguna característica es constante en aquellos países considerados desarrollados y donde existen altos niveles de salario en su fuerza de trabajo, es la existencia de una fuerte y vigorosa agricultura.
El desarrollo de un modelo agrícola en Puerto Rico, con nuevas y apropiadas tecnologías de cultivo y manejo del terreno, no supone como muchos piensan, un regreso al pasado monocultivista del Puerto Rico de comienzos del Siglo XX ni mucho menos desvalorizar la fuerza de trabajo en nuestro país. Tenemos los técnicos, especialistas, terrenos y centros de enseñanza desde los cuales podríamos, si así nos lo proponemos, darle un verdadero impulso al desarrollo agrícola de Puerto Rico que asegure la reducción alimentaria en productos importados, incluyendo de paso el potencial de Puerto Rico en la exportación de algunos productos hacia diferentes mercados en este Hemisferio y en Europa.
En aquella alocución de Fidel Castro en 1996, el entonces Presidente cubano dejaba sobre el tapete la siguiente afirmación: “Las campanas que doblan hoy por los que mueren de hambre cada día, doblarán mañana por la humanidad entera si no quiso, no supo o no pudo ser suficientemente sabia para salvarse a sí misma.” ¿Habrá algún contenido premonitorio en las expresiones de Fidel Castro sobre el grito y lamento de millones de seres humanos para los cuales está perdida hoy toda expectativa de solución al problema de qué comerá hoy, mañana o sencillamente, cuándo? ¿Estará a tiempo la Humanidad para encarar tan difícil situación? ¿Qué alternativas tiene el pueblo puertorriqueño?
Fuente: Alternativa Bolivariana.
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