domingo, 3 de agosto de 2008

La Revolución, 55 años después del Moncada

Por Saul Landau

No se puede construir el socialismo en un solo país, gritaban los revolucionarios por gran parte de Europa mientras los bolcheviques tomaban el poder en 1917. En cuatro años, bajo el liderazgo de Lenin, la audaz insurrección se había extendido hasta los últimos rincones del imperio zarista. Pero los intentos por duplicar el primer derrocamiento del capitalismo fracasaron en otros países europeos. Para 1921, el socialismo comenzó a desarrollarse en un solo país, la mayor masa de tierra del mundo. La Unión Soviética perduró durante 70 años como una economía dolorosamente ineficiente dirigida por el estado y una sociedad represiva, hasta que hizo implosión.

Para mediados de la década de 1980, las revoluciones china y vietnamita ya habían comenzado a transformarse en economías capitalistas dirigidas por partidos comunistas que pregonan su adhesión al socialismo.

Sin embargo, el socialismo cubano permaneció siendo singular, rechazando comprometer lo que sus líderes definían como principios básicos, sin permitir instituciones capitalistas. Ahora, al llegar a su cincuenta aniversario, envejecidos revolucionarios conmemoran haber sobrevivido la hostilidad constante del vecino más peligroso y capitalista del mundo. Cuando el tío rico soviético se desplomó en 1991, Cuba parecía condenada. La seguridad nacional de Washington celebró.

En fiestas de oficinas, los "expertos" hacían apuestas acerca de cuántas semanas --o meses, cuando máximo-- podría aguantar Castro. A medida que pasaron los años y ninguna oposición interna amenazó al liderazgo comunista, a pesar de la aprobación de dos leyes diseñadas para endurecer el ya duro embargo --Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996)-- Washington simplemente continuó echando espuma por la boca y dedicándose al hostigamiento mezquino.

Al igual que sus predecesores, W. Bush prometió que él liberaría a Cuba. Es más, él estaba muy endeudado con los combativos exiliados que habían contribuido con su campaña y ayudado a detener el conteo de votos en la Florida. Bush alardeó y luego aprobó nuevas reglas tontas para "castigar a Fidel" --como limitar las remesas y hacer más estricta la prohibición de viajar a Cuba a los cubanos residentes en EEUU. Llegó a anunciar que controlaría la transición en Cuba –una transición que ocurriría sin Fidel, Raúl ni el socialismo.

Los planes de transición de Bush siguieron sin ser leídos ni aplicados. Fidel fue hospitalizado en julio de 2006 y cedió temporalmente el poder a Raúl, luego renunció como presidente en febrero de 2008, después de ser el "máximo líder" durante más de 49 años. A medida que académicos bien remunerados --por el gobierno de EEUU-- publicaban tomos acerca de cómo debía ocurrir la transición, Cuba realizó una tranquila transición. En febrero de 2008, como era de esperar, la Asamblea de Cuba eligió a Raúl como el nuevo presidente.

El socialismo cubano sobrevivió, pero sus problemas aumentaros, tanto debido a la desaparición de la URSS como por la aparición de agudas contradicciones en el "período especial" que sobrevino a esa desaparición. Los cubanos tuvieron que violar principios éticos básicos para poder sobrevivir. "Cada cual para sí" reemplazó a la repartición colectiva. La moral socialista, que ya se había debilitado en la década de 1980 debido a la inflexible burocracia y a una espantosa ineficiencia económica, se desgastó a ojos vista. En 1991 el estado se vio forzado a retractarse de importantes cláusulas en su contrato social con el pueblo. Ya no podía garantizar a todos una dieta adecuada, empleo verdadero o muchos de los beneficios que solo los cubanos disfrutaban: permaneció la vivienda gratuita, pero la cantidad de alimentos subsidiados por persona se redujo drásticamente.

Mientras el comercio exterior de Cuba descendió en casi 30% y el nivel de vida también cayó con él, los cubanos comenzaron a adoptar "chanchullos de supervivencia". La compra y venta ilegales para obtener ciertos artículos se convirtieron en patrones diarios de comportamiento, algo que no es precisamente un estimulo para mantener una alta moral socialista.

Adicionalmente, Cuba legalizó el dólar y adoptó el turismo extranjero como su dudoso ingreso principal. Mientras lo hacía, la pandilla de exiliados que se habían dedicado a la violencia en décadas anteriores regresaron con ataques armados cada vez más feroces. Para 1997 se hicieron frecuentes las bombas en hoteles y lugares turísticos. En uno de los sabotajes murió un italiano, turista y hombre de negocios. Según el razonamiento de los financieros en Miami de los ataques, la violencia contra las instalaciones turísticas amenazaría la frágil base de la mayor fuente de ingresos de Cuba.

El gobierno norteamericano respondió a los ataques terroristas contra Cuba con la inacción. Es más, en 1988 Cuba entregó al FBI una gran cantidad de materiales para arrestar a los perpetradores, pero el Buró arrestó a las fuentes de información, cinco agentes de la inteligencia cubana que se habían infiltrado en las violentas pandillas. En Miami, donde un juicio justo es tan frecuente como que vuelen los cerdos, los hombres fueron condenados y sentenciados a largas penas de prisión.

Los cuidadores de la llama imperialista de Washington --en el caso de Cuba ellos antecedieron a la Doctrina Monroe-- no permiten la desobediencia. Solo un hombre se ha ganado el puesto en el Libro Guinness de los Records por su medio siglo de resistencia a los dictados de EEUU. Como demuestra toda la palabrería del poderoso cabildo anti Castro, la súper emite no perdona al hombre que en cincuenta años de Revolución cubana dirigió la lucha de resistencia en Latinoamérica, una región que la mayor parte del mundo suponía automáticamente que "pertenecía" permanentemente a la esfera de EEUU. En la actualidad, los hijos ideológicos de Fidel gobiernan países, y algunos de sus primos lejanos dirigen otros.

Aunque la Casa Blanca dedicó bastante tiempo a "odiar" al líder cubano destructor de la Doctrina Monroe, hizo poco por conocer a su enemigo. La pequeñísima izquierda norteamericana dedicó horas interminables a la discusión de los hechos y significados de la revolución cubana, pero el gobierno de EEUU imito el modelo de los reyes Borbones de Francia: ni aprenden ni olvidan nada.

A partir de 1959, por ejemplo, Estados Unidos importó gustosamente a los opositores de Fidel. Esta política continúa. Como señaló proféticamente Nelson Valdés, un investigador y experto en asuntos cubanos de la Universidad de Nuevo México, la política norteamericana continúa ordenando a sus funcionarios que cultiven la disidencia en Cuba con el propósito de desestabilizar el régimen. Luego Washington concede visas a estos supuestos agitadores para que vengan permanentemente a Estados Unidos y se unan a las filas del exilio.

De manera similar, Washington comparte con los exiliados violentos una obsesión común por Fidel --lo cual dificulta pensar con claridad. Fíjense de qué manera el lenguaje que promueve las leyes anti-Cuba se ha centrado en "castigar a Castro", al cual, como resultado, nunca le ha faltado un plato de comida ni una oportunidad conyugal.

Los hechos raramente han sido parte de las discusiones políticas. Así, el comportamiento de EEUU no desarrolló síntomas de realidad. La ignorancia premeditada, nunca mayor que en los últimos ocho años, contribuyó a la retórica vocinglera --griten a todo pulmón y no lleven garrote--y a políticas que no tienen sentido, excepto para la pequeña pandilla de línea dura del exilio cubano en el Sur de la Florida.

Sin embargo, la ineptitud de EEUU no soluciona los problemas de Cuba. Los envejecidos revolucionarios cubanos, no importa cuán frustrados por las vicisitudes de la vida diaria, pueden enorgullecerse de haber alcanzado sus objetivos. Cuba obtuvo su independencia después de numerosas guerras y alzamientos desde la década de 1860. Cuba defendió su revolución durante cincuenta años en contra de la constante agresión de EEUU. Cuba estableció un sistema de justicia social y de derechos --el derecho a comer, a tener una vivienda, a los cuidados médicos, a la educación, etc. Como una especie de salsa sobre la carne del éxito, los cubanos bailaron --y lo siguen haciendo al ritmo del mambo-- en el escenario del mundo como libertadores de partes de África, liquidadores de la Doctrina Monroe, suministradores de equipos médicos de emergencia que salvaron a paquistaníes, hondureños y muchos más de los efectos de desastres naturales. Médicos cubanos devuelven la visión a incontables personas del Tercer Mundo. Los artistas, atletas y científicos cubanos han grabado su nombre en las páginas de honor del talento en todo el mundo.

Sin embargo, una buena parte de los cubanos más jóvenes comparan su vida presente con las glorias pasadas. Aunque poseen una buena educación, altos niveles de entrenamiento y buena salud, consideran que merecen mejores empleos. Pero esos buenos empleos son escasos en la isla y un típico joven cubano se encogerá de hombros y dirá: "No veo mucho futuro para mí aquí."

Independientemente del descenso de la moral en un sector significativo, Cuba se enfrenta a una dramática carencia de maestros --8 000 según cifras oficiales--, un sistema agrícola que obligó al gobierno a importar más del 70% de sus alimentos el año pasado, una estructura salarial que no tiene mucho sentido cuando se mide contra la productividad o la justicia, y una Habana parásita de 2 millones de habitantes que producen poco y consumen mucho, aunque no tanto como quisieran

Bajo Raúl y con Fidel como apoyo literario, el Partido Comunista de Cuba ha comenzado a enfrentarse a estos retos, Para ofrecer a las más jóvenes generaciones el sentido de optimismo que enmarca el futuro en una brillante oportunidad en vez de en una oscura incertidumbre, Raúl Castro ha iniciado un proceso de reforma --incluyendo la democratización del propio Partido-- que implica la necesidad de reflejar opiniones diversas.

"En 1994", dijo Raúl en TV, "el momento más crítico del Período Especial, se hicieron muchos ajustes para la reducción y fusión de instituciones, así como para la redistribución de tareas previamente asignadas a algunas de ellas. Sin embargo, esos cambios se realizaron con la premura impuesta por la necesidad de adaptarse rápidamente a una situación radicalmente diferente, muy hostil y extremadamente peligrosa."

El 11 de Julio pronunció un discurso en el que ofrecía planes específicos para enfrentar multiples asuntos que han permanecido sin atención en la Isla. Los que han observado a Cuba y visto algunos de sus programas inspiradores le deseará toda la suerte democrática y socialista del mundo. La necesitará, así como los ingresos que provengan de las reservas de petróleo recientemente descubiertas en los mares de Cuba.

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