domingo, 17 de agosto de 2008

LA HORA DE GOBERNAR


Por Carlos Rivera Lugo / Claridad

Ante la urgencia en salir cuanto antes del tranque catastrófico existente entre el bloque de fuerzas sociales y políticas representadas en el gobierno de Evo Morales Ayma y el conjunto de fuerzas que ha apuntalado la más recia oposición a éste, incluyendo el autonomismo secesionista y racista, ambos midieron el apoyo a sus respectivos proyectos en el referendo revocatorio celebrado el domingo pasado. Por más que la oposición hizo lo indecible por descarrillar la puesta en escena de esta apremiante prueba de fuerza democrática, no lo logró.

La afluencia de votantes sobrepasó el 80 por ciento en lo que fue descrito por el Presidente de la Corte Nacional Electoral (CNE), José Luis Exeni, como una gran fiesta democrática.

El soberano popular expresó su voluntad abrumadoramente a favor de la ratificación de Morales Ayma en la presidencia y Álvaro García Linera en la vicepresidencia, con un 64 por ciento del voto. Ello representa un incremento de prácticamente 10 puntos porcentuales en comparación al 53.7 por ciento con el que fue electo mandatario en diciembre de 2005. Según estimados, el primer presidente indígena en la historia del país cosechó un 84% de apoyo en el campo y un 56% en las ciudades. Evo Morales Ayma alcanzó así, según los analistas, una legitimidad nunca antes obtenida por otro jefe de Estado en la historia del país.

Sin embargo, también fueron ratificados los prefectos opositores de los departamentos que integran la llamada "media luna" autonomista: Santa Cruz, Rubén Costas, con 69.46 por ciento; Beni, Ernesto Suárez, con 67.72 por ciento; Tarija, Mario Cossío, con 57.83; y Pando, Leopoldo Fernández, con 58 por ciento. Incluso , según datos preliminares, la mayoría de los electores en tres de estos departamentos (Santa Cruz, Tarija y Beni) votaron en contra de la ratificación de Morales Ayma y García Linera. Éstos habrían sido ratificados en cinco departamentos: La Paz, Oruro, Potosí, Cochabamba y Pando. Por otra parte, se revocó los mandatos de los prefectos opositores de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, que recibió aproximadamente un 34 por ciento de votos, y de La Paz, José Luis Paredes, que sólo obtuvo cerca de un 36 por ciento de sufragios.

Así las cosas, en la noche del domingo, entre gritos de sus seguidores como "Evo se respeta, carajo", el mandatario boliviano se dirigió a la multitud con la humildad acostumbrada, llamando a la consolidación del proceso de cambio sobre el que preside y a garantizar la necesaria unidad del país mediante el diálogo. Sobre este particular, anunció que procurará consensuar, dentro del marco de la legalidad, la nueva Constitución Política, aprobada ya por la Asamblea Constituyente, con los estatutos autonómicos. Para ello, expresó su disposición a trabajar conjuntamente con los prefectos ratificados.

La mano conciliatoria tendida por Morales Ayma contrastó de inmediato con los ataques virulentos proferidos contra el mandatario y su nuevo llamado al diálogo, por algunos de los prefectos de la "media luna". Minimizando la decisiva victoria nacional del presidente, el prefecto cruceño, Rubén Costas, anunció que procederá de inmediato a una profundización unilateral y de facto de la autonomía y descalificó destempladamente a Morales Aymá con epítetos inflamatorios como "terrorista de Estado" o racistas como "macaco", es decir, una especie de mono. Alegó que el gobierno de Evo Morales Ayma quedó "revocado" en dicho departamento. Por su parte, el prefecto de Tarija Mario Cossío se unió a Costas al anunciar que habrá de implantar unilateralmente el estatuto autonómico y aún el prefecto cochabambino revocado, Manfred Reyes Villa, colaborador del depuesto presidente neoliberal Sánchez de Losada, aseguró que desconocerá el resultado de la consulta. Ante la reiteración de su voluntad confrontacional, hay analistas que aseguran que luego del referendo continúa, pues, el empate catastrófico de fuerzas.

El día antes del referendo, el vicepresidente García Linera afirmó que de salir airoso el gobierno de la nueva prueba democrática de fuerza, se entenderían ratificados sus grandes lineamientos políticos, aunque a la vez no dudaba que ello no podría hacerse al margen del reconocimiento de la fuerza y los criterios de la oposición. Habría, pues, que habilitar nuevos escenarios de diálogo que tengan como centro el bien común. Sin embargo, advirtió que no se podía seguir sobredimensionando el poder de los grupos opositores que se atribuyen el derecho a vetar la expresión de la voluntad popular. En ese sentido, el gobierno tendrá que ser firme y fuerte frente a éstos, pues hay que comprender que se acabaron ya los cálculos electorales y que llegó la hora de gobernar. Hay que ser implacable en la aplicación de la ley y en la garantía de la institucionalidad democrática.

En ese sentido, el proyecto autonomista de los departamentos opositores sólo tiene posibilidad real de materializarse en la medida en que éstos aprovechen esta coyuntura de apertura para consensuar su integración al repotenciado proyecto nacional representado por el gobierno de Evo Morales Ayma. Según el analista Alfonso Román, la carta confrontacional de los prefectos autonomistas es débil ante la mano que ahora le ha tocado al presidente. Las autoridades departamentales, señala Román, "deben tener la capacidad de llevar un proyecto con condiciones suficientes para ser ensamblado en el de la gran mayoría que ha votado por el presidente. Seguir en rebeldía y subversión no tiene sentido".

Luego de su fracaso en revocar el mandato de Evo, la oposición derechista, a la que se ha aliado fatalmente como rabiza el llamado autonomismo, está en un callejón sin salida. Sólo consiguió fortalecer la legitimidad del mandatario indigenista y socialista y ante ello sólo se le ocurre continuar su fuga del proceso democrático nacional mediante la aplicación unilateral de unos estatutos autonómicos ilegítimos, por representar unas perspectivas autonómicas maximalistas, de estricto interés regional y encubridoras del verdadero fin secesionista. Los prefectos opositores no han conseguido articular un proyecto nacional a partir de la suma de proyectos locales. De ahí que no cuentan con apoyo fuera de sus espacios inmediatos, excepto por el de Washington.

Como expresa el analista Ricardo Bajo, en el caso boliviano: "Toda autonomía y su aplicación (con el destino de los recursos financieros necesarios para levantar su aparato autonómico) debe contar con la aquiescencia del estado central. Así que la vacuidad sigue siendo la tara del proyecto autonomista. Es su signo de identidad, es del vaciamiento de contenido del propio término de autonomía hasta la falta de 'cuerpo' a la hora de llevar a cabo efectivamente su sueño autonomista. Es la gran tragedia de la derecha atrincherada".

En fin, no hay que llamarse a engaño. La realidad departamental, por más que se pretenda, no puede divorciarse de la realidad nacional. Como bien advirtió García Linera, el referendo lo que ha hecho es "sincerar la geografía política del país, la correlación de fuerzas". Y la ciudadanía democráticamente apoderada, en su calidad de soberano, habrá adjudicado finalmente el poder, por encima de las imposturas.

El autor es Catedrático de Filosofía y Teoría del Derecho y del Estado en la Facultad de Derecho Eugenio María de Hostos, en Mayagüez, Puerto Rico. Es, además, colaborador permanente del semanario puertorriqueño "Claridad".

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