Alberto Hìjar
Nada más trágico que las muertes inútiles. Así parece por la orientación de la Asamblea Universitaria que ha logrado reunir a los diferentes grupos del Movimiento Estudiantil lo cual está muy bien, pero no logra superar el inmediatismo de las marchas y los plantones. A dos o tres nos apena corear consignas salvadoreñas de los setenta, tales como “porque el color de la sangre jamás se olvida, los masacrados serán vengados y ¿quién los vengará?, el pueblo organizado ¿cómo? Luchando; entonces lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar por un gobierno obrero, campesino y popular”, o la muy larga de “vestido de verde olivo, políticamente vivo, no has muerto camarada, tu muerte será vengada”. En realidad, los acuerdos de asambleas son reducidos a la defensa de los derechos humanos violados y a la denuncia ante el Estado mexicano y las instituciones americanas como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (LIMEDDH) tiene en su presidente Adrián Ramírez un activista muy efectivo que no sólo encabeza las presentaciones jurídicas, sino se ha dado a la tarea de organizar talleres donde se aprende todo sobre el objetivo principal de la organización. Pero no basta.
Lo que falta es continuar la lucha informativa del Núcleo Bolivariano devastado en Sucumbíos. Si algo distinguió a los compañeros masacrados fue su presencia discreta nada escandalosa a cambio de organizar presentaciones de libros y revistas de dar vida a la Cátedra Bolivariana. Esta necesidad incumplida por los planes y programas escolares siempre retrasados, atraía interesados en ponerse al día sobre los avatares de América, no sólo ignorados sino deformados por los medios. Ahora habría que salirle al paso a la criminalización desatada mediante calumnias de todo tipo a los estudiantes masacrados en territorio ecuatoriano. Esto habría que explicarlo a fondo.
De aquí la necesidad de revivir la Cátedra Bolivariana y la distribución de publicaciones y videos que permanecen encerrados en el Cubículo de la facultad de Filosofía que luce en la puerta un bello rostro de Bolívar arriba de la frase “No hay mejor medio de alcanzar la libertad que luchar por ella”, por esto, a la par de la defensa de los derechos humanos denegados por estado que hacen vigente la advertencia de Tomás Mojarro sobre el vano intento de pedirle al cacomixtle que se vuelva vegetariano y deje de atacar a los pobres inocentes, urge revalidar la reflexión crítica sobre lo ocurrido. Rompieron los dignísimos padres con la Secretaría de Relaciones Exteriores que tanto aquí como en Ecuador ha reaccionado con lenta precaución hasta encontrar en la solicitud de indemnizaciones negada de inmediato por Uribe, una salida indigna rechazada por los padres que exigen castigo a los criminales. El Consejo Universitario de la UNAM presidido por vez primera por el rector Narro, condena la masacre, exige castigo y rechaza la criminalización de la UNAM dando así seguimiento superior a la declaración del Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía y Letras.
En el foro celebrado el jueves 27 sobre la represión de la conciencia crítica, faltó insistir en la certeza de la gravedad de la autocensura, la autorepresión y el conformismo comodo meramente contestatario. Esto es mucho más grave que la impunidad propiciada por los Estados y su compañera la campaña mediática de criminalización no sólo de la lucha, sino del derecho a la información y la comunicación de todo lo acallado en y por la ideología dominante. Asombra que sean los afligidos padres, quienes proponen articular las comunidades dignas de la Universidad Autónoma de Chapingo y del Instituto Politécnico Nacional para dar lugar y sentido a un movimiento de defensa de las universidades públicas para ganarles su autonomía como derecho a disentir de los Estados opresores. Con esto, los padres capaces de marchar por Ciudad Universitaria acompañados de sus familiares y con las urnas de las cenizas, prueban que no sólo es necesario exigir al gobierno la condena de lo ocurrido, sino ganar el repudio latinoamericano. Una especie de orientación bolivariana en defensa de los derechos humanos plenos, tendría que ser completada con la superación del duelo como reflexión crítica-histórica de lo que ocurre.
No son muchos los periodistas que han procurado ir al fondo del problema con información precisa. José Steinsleger ha precisado las relaciones de Álvaro Uribe desde que era gobernador, con paramilitares y narcotraficantes coordinados desde la presidencia de Colombia con la ingerencia yanqui e israelí para la estrategia militar contrainsurgente. La agencia de noticias Narco News ha documentado todo esto desde la primera campaña presidencial de Uribe al comenzar el siglo XXI. Gilberto López y Rivas ha narrado el encuentro de él y Carlos Payán cuando en su calidad de miembros de la COCOPA fueron invitados por el comandante Raúl Reyes, responsable de las relaciones internacionales de las FARC, quien resultó un amable y sensato anfitrión. La silenciosa Beatriz Paredes algo podría decir de cuando albergó en Tlaxcala en su calidad de gobernadora, a una comisión de las FARC y otra del gobierno colombiano para dialogar ante la presencia de un representante de Relaciones Exteriores de México. Carlos Fazio ha descrito la relación político-militar entre el proyanqui Plan Colombia y las injerencias que exigirían alerta roja ante la Iniciativa Mérida en marcha para subordinar la seguridad del Estado mexicano a las urgencias de explotación globalizadora extrema de la energía, el agua y la biodiversidad. Luis Hernández Navarro ha narrado la larga historia de las organizaciones de solidaridad internacionalista de México y se quedó corto porque no contó a las decenas de mexicanos combatiendo por Cuba con los mambíses martianos y la reciprocidad de los cubanos con los ejércitos juaristas. Laura Castellanos escribe un reportaje para Gatopardo , la revista Cambio publicará una investigación nada rutinaria mientras la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos organiza en Ecuador la denuncia ante instancias internacionales. Hay películas para documentar todo esto, en especial Colombia no es un plan, 40 años de las FARC y Frente a Frente . En esta narran sus historias antidictatoriales y antinazis mexicanos distinguidos de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), el Frente Antiimperialista de las Américas, el Socorro Rojo Internacional, Manos fuera de Nicaragua. La Filmoteca de la UNAM tiene más, como una excelente película alemana sobre la ejemplar internacionalista Tina Modotti. Ya que TV UNAM, Radio UNAM, la Revista de la Difusión Cultural y los dos centros de Estudios Latinoamericanos callan, al menos debieran facilitar materiales para hacer lo que ellos no hacen: luchar por la dignidad ofendida de los universitarios, por lograr que los masacrados en Sucumbíos levanten a los pocos indignados y dolidos dispuestos a oponerse a la ignominia estatal y a criticar para avanzar en la construcción de Nuestra América, como llama a Martí a la Patria Grande amenazada por el Plan Colombia que por lo visto, desarrolla una fase nueva de terrorismo de Estado encabezado por el gobierno colombiano protegido por el poder yanqui, francés y mexicano.
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