sábado, 29 de diciembre de 2007

MEXICO: Oaxaca: en 82 municipios, “la palabra de las mujeres no existe” (Fuente: Cimac).

En el 19.6 por ciento de lo 418 municipios oaxaqueños que se rigen por el sistema de usos y costumbres (otros 152 realizan elecciones bajo el régimen de partidos políticos) las mujeres no tienen derecho a elegir ni a ser electas en comicios municipales.

Se trata de 82 municipios semiurbanos, rurales e indígenas. Algunos ubicados en la zona metropolitana a la capital del estado, otros a nueve horas en camión, como Santa María Quiegolani donde Eufrosina Cruz Mendoza despertó la polémica, cuando el 4 de noviembre de este año las autoridades municipales anularon su participación en la contienda electoral por ser mujer y profesionista.

“Se imagina en 82 municipios del estado la palabra de las mujeres no existe”, señala Eufrosina Cruz Mendoza, quien con 27 años de vida ha enfrentado todas las adversidades posibles, en un intento por “ser una mujer libre, estudiar una carrera, ser una mujer capaz de elegir su propio destino”, pues necesitó huir de su pueblo para no ser entregada en matrimonio a un hombre quizá desconocido para ella. Así que en base a muchos y hasta dolorosos esfuerzos se graduó como Contadora Pública.

Su indignación desaparece frente a la incredulidad. En unos días más (el 1 de enero) se consumará una de las más graves infamias contra sus derechos políticos consagrados en la Constitución, cuando asuma el cargo de presidente municipal el profesor Eloy Mendoza Martínez, su contrincante a quien por ser hombre se le perdonó ser profesionista, una de las razones por las que fueron anuladas las boletas electorales y tiradas a la basura, el pasado 4 de noviembre durante la elección en una asamblea comunitaria, donde el recuento la ponía como una clara triunfadora.

Su incredulidad crece, tras las inconcebibles respuestas obtenidas de parte de funcionarios del Instituto Estatal Electoral (IEE) y de legisladores y legisladoras del Congreso local, quienes no avalaron su derecho ciudadano a ser electa presidenta municipal en Santa María Quiegolani y ofrecieron toda clase de pretextos que violentan en pleno siglo XXI los derechos políticos de las oaxaqueñas.

El 19 de diciembre, Eufrosina frente a diputadas y diputados se sintió impotente. El Congreso local calificó la elección a favor de Eloy Martínez y se negó a anular la elección, pues frente a los usos y costumbre nada podía hacer.

La presidenta de la Comisión de Gobernación, la priista Sofía Castro, le pidió que abandonara su deseo de ser presidenta municipal, que hiciera “un ejercicio para ver si realmente le tocaba”. En tanto, la presidenta de la Comisión de Equidad y Género, la panista Perla Woolrich, le aconsejó que al menos tomara una regiduría. El recuerdo le indigna.

Asegura que no logra entender la actitud de las legisladoras, “no es un capricho querer ser presidenta municipal, se trata de validar el derecho de las mujeres a participar en las elecciones, además no existen razones para anular las boletas donde la gente me habían elegido”. Y no entiende “como estas mujeres se dejaron invadir por el patriarcado”. Entonces preguntó ¿qué han hecho estas mujeres por todas las mujeres?

UN CAFÉ DE CONSUELO

Pero hay más, el director de Usos y Costumbres del IEE, Jorge Cruz Alcántara, le pidió que no insistiera más, que mejor le invitaba un café y se ofreció a asesorarla para intentarlo tres años más tarde cuando él ya no estuviera en el cargo, según relata Eufrosina Cruz Mendoza.

Del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, Eufrosina no espera nada, el organismo –sostiene- no tiene ningún tipo de injerencia en el resto de las instituciones pública, “lo cierto es que por nosotras, las mujeres, nadie se arriesga, ni la titular del IMO, Norma Reyes Terán”. Pese a todo, ya interpuso una queja frente a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos contra la autoridad municipal, el Instituto Estatal Electoral de Oaxaca y los servidores públicos que resulten responsables. Por la violación a sus derechos humanos y la conculcación de sus garantías individuales. Hoy mismo espera una notificación. Su último recurso y esperanza para que las elecciones se anulen y sean reprogramadas en la comunidad ubicada en la Sierra Sur, es el Tribunal Electoral donde interpondrá una nueva denuncia por las diversas violaciones en las que habrían incurrido “los caciques de la comunidad, encabezados por el actual presidente municipal, Saúl Cruz Vásquez”.

En Santa María Quiegolani son 250 las mujeres que podrían votar y ser electas y unos 200 los hombres que tienen “el derecho” a decidir el destino de la población, aunque no todos están de acuerdo.

A ESTA VIEJA LAS BALAS SÍ LE ENTRAN

Con una amenaza de muerte “porque a esta vieja las balas si le pueden entrar” --como dijo el munícipe Cruz Vásquez, molesto porque Eufrosina Cruz Mendoza se negó a permanecer callada frente a la violación a sus derechos--, la Contadora Pública por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca sostiene que su anhelo es servir a su pueblo, a su gente, a las mujeres y no servirse del pueblo como ha sucedido hasta ahora. “Ser mujer indígena no debe ser condición inquebrantable de pobreza, de hambre, de olvido, de tristeza, nosotras tenemos los mismos derechos que las demás mujeres de Oaxaca, de México y del mundo”.

A los 11 años, hablando sólo el zapoteco, salió por primera vez de Santa María Quiegolani rumbo a la región del Istmo, como no había transporte. Tuvo que caminar hasta Santa María Ecatepec durante 10 horas. El cansancio no la doblegó, era más fuerte el miedo a ser “entregada” a un hombre que ni siquiera conocía para casarse a los 12 años, como había sucedido con otras mujeres de su casa.

Eufrosina lamenta que la costumbre “de entregar a las hijas en matrimonio con desconocidos” siga en Santiago Quiavijolo, una de las tres agencias del municipio que no la dejaron gobernar, y donde las mujeres tienen hasta 17 hijos. Su historia es esfuerzo cotidiano. Cuando estudiaba bachillerato en Salina Cruz, gracias a sus calificaciones que desde entonces no eran menores a nueve, tenía una “beca alimentaria” que consistía en una torta y un refresco, pero nunca los consumió, porque prefería venderlos y tener para comprar útiles escolares y con suerte ropa.

Durante su etapa estudiantil estudió y trabajó, pero su sueldo era apenas suficiente para lo necesario. Incluso cuando se graduó como Contadora Pública no tenía zapatos. “Unas personas me regalaron un par de zapatos, pero eran rojos, así que compré pintura y los pinté de negro, para mi desgracia llovió ese día y se despintaron”, recuerda seria “para no olvidar de donde vengo”.

ESTUDIANTE EJEMPLAR

Eufrosina estudió la carrera luego de hacer un servicio en el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), lo que le permitió por tres años recibir el pago de 600 pesos mensuales. Luego obtuvo una beca Pronabes por tener 9.7 de promedio en la carrera, mismo que complementaba con otra becaotorgada por la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) por hablar zapoteco.

Cuando terminó la carrera, invitada por la ahora diputada local Sofía Castro “dio tequio” ocho meses en la Cámara de Diputados, hasta que finalmente, gracias a otra persona, la contrataron y recibió por primera vez en su vida un sueldo digno. También trabajó para el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado (CECyTE) donde fundó en tres comunidades marginadas los colegios de Bachilleres, cuando fue directora de Educación Media Superior a Distancia. Tarea que, dice, le permitió aprender a gestionar con las autoridades municipales la donación del terreno y parte de la inversión necesaria para la construcción de las escuelas e incluso fundó un albergue comunitario. Actividad que compartía yendo cada 15 días a su casa en Santa María Quiegolani, donde organizaba talleres para las mujeres.

Así se ganó el respeto de los hombres de la comunidad. Fue la primera mujer que sentó a la mesa en una asamblea comunitaria y fue la primera en entrar a la Sacristía, un lugar donde sólo podían entrar los hombres. En agosto pasado, junto con más de 170 mujeres y sus hijos e hijas participó en una protesta por los derechos de las mujeres a votar y ser electas, “las mujeres saben, están sensibilizadas”.

El caso de Eufrosina Cruz Mendoza puso de manifiesto que en Oaxaca muchas mujeres son ciudadanas de segunda, que las instituciones violentan los derechos humanos de las mujeres o son, como dice ella, paredes blancas sobre las que nadie quiere escribir una nueva historia, menos quienes las dirigen.

Con información de AIPIN

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