Reuters
Llamó a los opositores al nuevo texto constituyente a sumarse a la voluntad del pueblo.
La Paz, Bolivia. Como en sus viejos tiempos de luchador callejero, el presidente de Bolivia, Evo Morales, se puso este lunes a la cabeza de una marcha sindical en la que lanzó duros ataques a la oposición derechista tras un tormentoso fin de semana que dejó al menos tres muertos.
El gobierno de Morales, que pasa por uno de sus peores momentos en sus 20 meses de mandato, estudia medidas de emergencia para reponer el orden en la ciudad sureña de Sucre, donde reclamos en torno a la asamblea constituyente provocaron disturbios con el saldo de víctimas y cientos de heridos.
Pese a que el lunes no había reportes de nuevos hechos de violencia, Sucre vivía su segundo día de vacío policial que dejó a la urbe de estilo colonial sin autoridades visibles y acechada por casi dos centenares de delincuentes comunes que se fugaron el domingo de la cárcel local.
Mientras se preparaban los funerales de los dos civiles y un policía muertos entre sábado y domingo, el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, dijo que estudiaba un plan de emergencia para restablecer la calma en la también denominada "ciudad blanca" de casi 200 mil habitantes, a 700 kilómetros al sur de La Paz.
Por otra parte, cerca de la capital, Morales se incorporó en la madrugada -a partir de las 05.30 horas, tiempo local, al último tramo de una marcha de sindicalistas y ancianos que comenzó hace 10 días con un recorrido de 200 kilómetros en favor de la llamada renta universal.
"Es una alegría ver a los hermanos aymaras y quechuas en esta gran marcha, vengo a participar pacíficamente, persuadir a las autoridades (opositoras), a que pues estén con el pueblo y no con pequeños grupos", dijo Morales.
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