José María Pérez Gay/ I
Los nuevos mercenarios
En las últimas décadas, las compañías militares privadas están presentes en todos los escenarios bélicos del mundo y, sin duda, se han convertido en una suerte de minas de oro internacionales. No sólo han adquirido enormes sumas de dinero, sino también han cambiado, al parecer, el rumbo de la política internacional. El instituto de investigaciones British American Security Information Council (BASIC) publicó, en septiembre de 2005, un amplio informe en el que revela que sólo en Irak se encuentran 68 compañías militares privadas oficiales con diferentes contratos y mandatos secretos específicos –la cifra no oficial asciende a más de 105 compañías militares privadas.
Las compañías militares privadas cuentan con 25 mil efectivos en Irak, constituyen la segunda fuerza de ocupación, después de Estados Unidos y superior al Ejército británico. Un recuento hasta 2005 arroja el suguiente resultado: 928 mercenarios muertos y unos 4 mil heridos. Según un informe de la Oficina de la Contraloría de Estados Unidos (Government Accountability Office) desde 2003 se han otorgado contratos por un valor de más de 766 millones de dólares a las compañías privadas de seguridad.
El informe de BASIC resume las actividades de las compañías militares privadas en Irak: la compañía Airscan vigila por la noche con cámaras especiales los oleoductos y los pozos petroleros; la Blackwater vigiló y protegió, entre muchos otros políticos, a Paul Bremer, director de Reconstrucción y Asistencia Humanitaria en Irak –de abril a mayo de 2004– y puso a su disposición “grupos móviles de seguridad”. La ISI Group tiene a su cargo la protección de personas y edificios dentro de la llamada zona verde, donde están los edificios del gobierno de Irak. La Cochise y la OS&S han custodiado a personalidades importantes (VIP), y la Centurion Risk entrena a personas de organizaciones internacionales y humanitarias, así como también a varios corresponsales de la prensa extranjera y medios televisivos, para enfrentarse a situaciones de extremo riesgo y peligro.
Triple Canopy obtuvo el resguardo armado de convoyes y transportes militares irakíes. Las firmas Titán y WWLR han enviado equipos de traductores, han efectuado tareas de traducción durante los interrogatorios a prisioneros de guerra y han enseñado a las tropas no sólo los principios elementales del árabe, sino de otros dialectos; la CACI International y la MZM enviaron también especialistas en lengua árabe a Bagdad, fueron asistentes en interrogatorios y “operaciones sicológicas”; la Vinell debía reconstruir y entrenar al nuevo ejército irakí; la Dyn Corp reorganizar a la policía de Bagdad y sus escuelas de aprendizaje; la Ronco desarmar, desmovilizar y reintegrar al antiguo ejército iraquí. De acuerdo con el contrato de Group 4 Securiror (G4S), su tarea la desempeñan hombres armados y vigilan personas, objetos, edificios y custodian pilotos aviadores de combate. Combat Support brinda apoyo al ejército estadunidense en acciones de combate, sobre todo a las unidades de asalto. Mantech mantiene 44 especialistas en radiotransmisiones en un centro de telecomunicación cerca de Bagdad. Kellog, Brown &Root es responsable de la logística en territorio de Irak, cuenta con algo más de 50 mil personas, desde albañiles hasta mecánicos de automóviles, ingenieros electricistas y cocineros. “En su mayoría son individuos reclutados en los países del tercer mundo –sostiene el informe de BASIC–, sobre todo filipinos.”
Las compañías militares privadas no sólo se han establecido en Irak, sino en casi toda la península árabe. Un ejemplo contundente: en Arabia Saudita han cubierto casi todos los frentes y han desplazado al ejército o la policía nacionales. La lucha contra el terrorismo, la planeación estratégica y táctica militares, las recomendaciones de seguridad y las informaciones secretas, la red de espionaje contra los grupos islámicos integristas, la guerra sicológica, todas estas actividades están en las manos de corporaciones militares privadas. La Vinnell tiene a su cargo el entrenamiento de la guardia nacional y brinda protección a las zonas de máxima seguridad; la Bozz Allen dirige y controla la Academia Militar Saudita; la O’Gara custodia y protege a la familia real y se dedica a formar fuerzas de seguridad locales; la Cable and Wireless se encarga del entrenamiento de las fuerzas de seguridad en el combate contra el terrorismo y adiestra comandos en la guerra urbana.
Tim Spicer, ex oficial británico, es el creador de las “compañías militares privadas contemporáneas”, y además uno de sus más grandes empresarios. En su autobiografía: An unortodox Soldier. Peace and war and the Sandline Affair (Un soldado poco ortodoxo. Paz y guerra y la aventura de Sandline) describió sus experiencias como soldado raso en las filas de los Scott Guards, la guardia escocesa, los cursos en la reconocida academia militar Sandhurst, las misiones suicidas como miembro de los comandos especiales británicos; además combatió en la guerra civil en Irlanda del Norte, en Chipre, en las islas Malvinas y, al paso el tiempo, luchó también en Bosnia, en la guerra de los Balcanes y participó en la destrucción de Yugoslavia.
Spicer ha sido distinguido con altas condecoraciones, abandonó el Ejército de su majestad a los 43 años y se convirtió en director para Medio Oriente de la compañía de inversiones británica Foreign and Colonial. Durante 10 meses visitó todos los países árabes, estableció multiples relaciones políticas y militares y fundó su propia compañía militar privada: Sandline International.
A finales de 1975, el Estado de Papúa-Nueva Guínea, al norte de Australia, declaró su independencia; sin embargo, en marzo de 1989 dio comienzo una sangrienta guerra civil en el Estado independiente, sobre todo en una de sus provincias lejanas, la isla de Bougainville, donde se encuentran grandes minas de cobre en manos de ingleses y australianos, verdadera causa de la disputa. Durante nueve años (1989-1997), la guerra civil en Papúa-Nueva Guínea cobró la vida de miles de personas; el movimiento independentista Bra se fortaleció, ocupó varias ciudades y sus guerrilleros avanzaron sobre Kieta. En 1997 Julius Chan, jefe de gobierno de Papúa-Nueva Guínea, llamó en su ayuda a Sandline International, firmó con esta compañía militar privada un contrato de tres meses por 45 millones de dólares. Así nació la historia contemporánea de las compañías militares privadas.
La Jornada Mièrcoles 19 de septiembre del 2007
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