lunes, 3 de junio de 2013

Rechazan en Zapotitlán acuerdo sobre minas


Por : Javier Puga Martínez
2013-06-03 04:00:00

¿Y dónde quedó el documento del acuerdo? Durante más de dos meses, las agrupaciones Serranos Unidos en Resistencia Indígena (SURI) y Tetela hacia el Futuro estuvieron trabajando con los representantes de unas 40 organizaciones de la Sierra Norte de Puebla en la elaboración de un acuerdo que, sin restricciones ni adéndums, impediría a Grupo México, Almaden Minerls, a Frisco y otras empresas construir hidroeléctricas, abrir minas y explotar los recursos naturales de este lugar para beneficio del sector privado.

A eso obedeció la visita, por segunda ocasión en ese lapso, del comisionado de la Secretaría de Gobernación para el Diálogo con los Pueblos Indígenas, Jaime Martínez Veloz, al municipio de Zapotitlán de Méndez, quien llegó con más de dos horas de retraso a esta comunidad enclavada justo a mitad de la serranía poblana.

Pero tras luego de cinco horas de discursos, gritos entusiasmados, aderezados por huapangos, rap, poesía, un sol inclemente y un chubasco que sofocó el calor, no se firmó el acuerdo esperado y anunciado.

“Fueron los intelectuales de la ciudad de Puebla los que impidieron que se firmara”, señaló uno de los organizadores en aras de no romper la convocatoria y participación de cerca de mil indígenas y campesinos, que se dieron cita ayer por la mañana en la plaza principal de esta comunidad totonaca y nahua.

Mientras en los puestos del tianguis dominical de Zapotitlán retumbaba el “no a la mina”, “la tierra no se vende, se trabaja y se defiende”, y “agua sí, proyectos de muerte no”, detrás del micrófono las discusiones y señalamientos subían de tono.

“No hicimos todo el acto para tu lucimiento, cabrón”, le dijo uno de los anfitriones a uno de los “intelectuales”, quien reclamó su derecho a hablar y participar.

Un organizador más comentó a otro sobre los citadinos: “No tienen idea de derecho indígena. No saben. Viven en las calles del centro de Puebla y vienen aquí a imponer, a querer decirnos qué hacer. Echaron a perder todo y hay que volver a empezar”.

Raymundo García López, quien también estuvo a cargo de la organización del segundo encuentro con Martínez Veloz, se negó a compartir los detalles sobre qué contenía el acuerdo que este domingo se firmaría.

–Hay puntos en los que no todas las organizaciones estuvieron de acuerdo. Vamos a trabajar sobre ellos, pero lo importante es que ya se abrió la mesa para que sea un gran diálogo nacional con otros pueblos...

–¿Y el acuerdo, qué decía? Veo que lo tiene ahí bajo el brazo.
–Sí y contiene el protocolo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para protegernos…
–¿Pero qué dice?
–Vamos a seguir trabajando sobre ello.

Luego de que los representantes de Teziutlán y Hueytamalco expusieron sus problemas con la hidroeléctrica que pretenden instalar Grupo México, un hombre, Gerardo Pérez, ex director de Culturas Populares en Puebla, tomó el micrófono.

Aunque los organizadores le habían indicado que, como todos los participantes, sólo tendría tres minutos, para exponer, habló por siete minutos alentando a los asistentes a que le permitieran continuar. Leyó un pliego petitorio: cancelación total a las concesiones mineras e hidroeléctricas, reconocimiento a los derechos indígenas, renegociación del Tratado de Libre Comercio, mesas de trabajo y otros puntos que no diferían del acuerdo original. Y remató: “No podemos firmar ningún documento o acuerdo, sin antes ver qué es lo que vamos firmar, cuales son los puntos y en especial, cómo se integrara las mesas de trabajo: Esto implica elaborar una agenda con los compañeros, su consulta y aprobación y ver los alcances de la misma (sic)…”.

Había de por sí un sentimiento de duda sobre la firma del anunciado acuerdo, porque no había sido dado a conocer. Para saltar el escollo se propuso un documento de compromisos en el que estuvieron todos de acuerdo, incluso Martínez Veloz, quien suponía que iba a sacar el otro acuerdo que no se quiso hacer público. Manuel Bartlett, Roxana Luna y los organizadores firmaron este nuevo acuerdo, que sustituyó el acuerdo original; los legisladores se comprometieron a legislar par revisar la ley minera. Pérez Muñoz encendía un cigarrillo tras otro para aliviar la tensión que le provocaron las discusiones y desencuentros, y sonreía con cada adhesión que sumaba.

Entrevistado por separado, el ex gobernador de Puebla consideró pertinente no haber signado el documento que se dijo había sido elaborado por Martínez Veloz y dirigentes comunitarios de la Sierra. “No dudo de la buena voluntad de ellos ni de la de Martínez Veloz, quien tiene una trayectoria reconocida en defensa de los indígenas; pero no tiene el poder para evitar que Peña Nieto cumpla con los compromisos internacionales mediante los cuales se está entregando el país a los extranjeros, a los grandes capitales”. Bartlett calificó de “fantástica” la participación de los serranos y la firmeza en su decisión por evitar la instalación de mineras e hidroeléctricas en su territorio. “Estos campesinos, estos indígenas, representan a todos los afectados de México y del mundo en su lucha de resistencia contra los grandes capitales y la destrucción del medio ambiente”, asentó visiblemente entusiasmado.

Cuando la visita del funcionario federal terminó y tras degustar unos tamales y otros alimentos, la tensión desapareció y hubo, ahora sí, un hecho en el que absolutamente todos estaban de acuerdo: hay que volver a dialogar. ¿Y dónde quedó el acuerdo original? Se perdió bajo el brazo de uno de los organizadores, en medio de la Sierra Norte de Puebla, y sin saber exactamente qué decía.

Entre rap y huapango

A pesar del sol y la lluvia, los totonacos y nahuas de esta región del estado no se movieron. Su rechazo a las minas e hidroeléctricas es tema de conversación, aunque no lo parezca. Ayer en el tianguis dominical de Zapotitlán, hasta entre una orden de tlayoyos y los elotes hervidos el “no a la mina”, el “no a la presa”, estuvo presente.

El cambio y el sincretismo cultural estuvieron presentes en convivencia pacífica. Los más viejos no entendieron qué cantaron los jóvenes de “Voces de la Calle”, un grupo de rap integrado por alumnos de la escuela “Paulo Freire”, de Huehuetla. Son cuatro, tienen 18 años y ninguno ha estado en Estados Unidos, pero visten como raperos de aquel país: gorra al revés, tenis, cadena metálica al cuello.

“Somos indígenas con tradiciones y cultura, las minas nos ofrecen la sepultura, yeah, yeah”, rapeó El Cuervo. Su compañero, El Inquieto también rapeó: “Carnal, ponte a pensar, qué futuro a tus hijos dejarás, la tierra no se vende, se trabaja y se defiende…”. Se fueron con una fuerte ovación.

Pero fue el trío Tradición Serrana compuesto por tres hermanos adolescentes del vecino Xochitlán de Vicente Suárez, los que pusieron a bailar a medio mundo.

Con algunas adecuaciones al clásico Querreque, cantaron al puro estilo de la Huasteca poblana: “AyTutunakú, mi hermano, hermano mejikanero, extranjeros y empresarios nos quieren hacer mineros y eso significa esclavos de los dueños del dinero… Querreque”.

Los niños que hicieron pancartas expresando su rechazo a las minas, las señoras que gritaron “no a las hidroeléctricas”, los danzantes quetzales y las mujeres enfundadas en sus vestimenta tradicional nahua y totonaca, junto con los hombres de camisa, sombrero y machete al cinto reafirmaron que siguen en pie de lucha “como hace 150 años, que nos defendimos de los franceses, vamos contra una nueva invasión extranjera. Si hace 150 años nuestros antepasados pudieron, ¿nosotros por qué no?”.

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