sábado, 7 de mayo de 2011

El Presidente no entiende


En vísperas de que la Marcha Nacional por la Paz emprendiera su silenciosa caminata hacia la ciudad de México, la noche del miércoles apareció en las pantallas televisivas un mensaje del presidente Felipe Calderón a las mexicanas y mexicanos. Con severidad y convencimiento más histriónicos que fundamentados el Presidente hizo una afectada apología de su política de seguridad. Uno de los pocos mensajes donde el Presidente hace algún intento de empatía con las emociones de sus gobernados.

Inicia su mensaje con una frase desafortunada: “en las últimas semanas hemos sido testigos de una serie de indignantes actos criminales”. En efecto, eso es lo que generalmente hace su gobierno. Atestiguar. Además justificar, desde luego.

Y el Presidente los enumera: las muertes masivas de San Fernando donde continúa la exhumación de víctimas de las que apenas podemos, si acaso, imaginar el terror que vivieron desde que fueron secuestrados. Masacre incalificable, le llamó el presidente Calderón y por enésima vez comprometió la más enérgica y decidida acción del Estado. Frase similar con la que inició su gobierno y que la degradación en la que se encuentra el país cuatro años después demuestra que significa nada. Después, de inmediato se refiere a que no puede permitirse la impunidad y que por eso presentan a los autores, dice, ante la justicia. Supone el Presidente que algunas consignaciones merecen inmediata credibilidad. Habrá que ver primero si ésos son los verdaderos responsables, si los condenan, a cuántos años los condenan. Pero sobre todo habrá que ver si esas cuantas consignaciones atemperan en algo la inseguridad sistémica y masiva en la que ha puesto al Estado mexicano. Cosa del todo fantasiosa.

Presenta el Presidente como un logro la captura de 74 individuos a los que presume responsables de los hechos. El Presidente omite decir que el delirio fúnebre en esa ciudad de Tamaulipas no es de hace dos meses sino desde hace ocho, cuando el 25 de agosto de 2010 un migrante sobreviviente que había logrado escapar herido dio aviso a una unidad de la Marina que patrullaba cercana. Haber capturado a 74 sospechosos sólo después de que saltara a la cara del gobierno si extrema ineficacia es una demostración más de que los señores apenas si dan pie con bola. Ocasionalmente.

Dice el Presidente que todo esto que le pasa a personas inocentes les lastima, indigna y entristece. Qué bien que se haya sensibilizado en alguna medida el señor Presidente. Hace apenas un año decía que las muertes eran todas entre bandas criminales en su viciosa lucha por el dominio. Su gobierno apenas unas semanas atrás decía que nada afecta a la economía ni al turismo porque los asesinatos no van dirigidos contra turistas. El Presidente dice sentir un profundo pesar por los hechos particularmente porque las víctimas eran buenos mexicanos, eleva la voz, levanta los índices y dice que hechos “igualmente reprobables” han encontrado en otros estados. ¿Habla en serio el Presidente? ¿La barbarie masiva contra personas que huyen de la miseria precisamente por encontrase en ella son “hechos reprobales”? ¿Habla en serio cuando dice “han entontrado” casos iguales en Durango, en Guerrero y otros estados? No han encontrado nada, los casos todos siempre les brincan a la cara.

Dice que el asesinato de Juan Sicilia y seis de sus amigos es “otro caso que lo ha agraviado profundamente”. Y dice que –y para eso subraya el tono- “también hemos logrado” la detención de varios de los responsables. Despliega un tono de seguridad tan definitivo que evoca más la puesta en escena de un vendedor de infomerciales que un líder político en la tarea de infundar ánimo a la población en tiempos de crisis.

Afirma enfrentar con fuerza a la delincuencia. Sin duda. Pero es ése precisamente el origen del problema. Desde el principio de su gobierno apelan al uso de la fuerza, toda la fuerza del Estado, suelen decir. Pero nada más. Poca o nula información, sin sistema de inteligencia, con cuerpos de seguridad en extremo permeables o simbiotizados con la delincuencia. “Toda la fuerza del Estado” no pasa de ser fuerza bruta. Y tampoco en eso tienen la iniciativa estratégica porque con los arsenales descubiertos recientemente ha quedado claro que el poder de fuego de las organizaciones criminales supera in situ al de las fuerzas de gobierno.

Luego dice el Presidente que no tienen en su gobierno la menor duda de que ante crímenes como los que menciona debe actuarse con toda firmeza –como han hecho. El Presidente entonces no duda ni está dispuesto a revisar, como alguna vez dijo en el foro happening contra la inseguridad, la evaluación de los resultados obtenidos frente a los índices de seguridad en las distintas zonas críticas del país. En cuatro años de “toda firmeza” no han recuperado un solo territorio de manos de la delincuencia y sí, por el contrario, han perdido varios, más pueblos enteros, más vías de comunicación.

El Presidente sabe que “hay mexicanos que sienten temor por la acción de los criminales” y él junto con todos (no dice quiénes pero probablemente se refiera a su gobierno) se siente entristecido por eso. Él no teme, y el temor de millones le da tristeza.

Para que las cosas cambien, que lo harán, dice, los mexicanos debemos sacudirnos inercias –no aclara cuáles, pero la inercia de su gobierno sería más que deseable– y seguir por ése único camino que dice que hay –seguir con las masacres–. Luego echa la culpa a otros gobiernos, todos los anteriores al suyo de hacerse “de la vista gorda” y que eso nos ha puesto en la situación actual.

Otra vez, la culpa es de otros, no suya. El está en lo correcto, en lo único correcto, en la única solución. El Presidente es un hombre de ideas absolutas, eso es harto peligroso para quien gobierna. Impide ver tonos y matices, impide verse a sí mismo con autocrítica, evaluarse, escuchar al otro. Hay que redoblar el esfuerzo dice, como decía Hitler en el búnker de la Cancillería cuando el mundo se le derrumbaba por encima y alrededor.

Dice varias frases más que son verdaderas joyas para la reflexión y el psicoanálisis. Será después.

Toda su reflexión inicial del porqué del imperativo ineludible de seguir por el camino trazado por él es usada para apelar a la comprensión y el apoyo de aquel que lo escucha. Porque “hay quienes de buena o mala fe buscan detener la acción del gobierno”. Y se refiere entonces sin mencionarlo explícitamente a quienes lo han criticado y especialmente a quienes convocan a la marcha por la paz del domingo próximo al Zócalo del DF.

El Presidente simplemente no entiende.

*Es Cosa Pública

Fuente: La Jornada de Veracruz

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