miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Agustín Carstens al FMI? ¿Por sus méritos? ¿Cuáles?


ARTURO HUERTA GONZÁLEZ

El gobierno federal propondrá la candidatura de Agustín Carstens, gobernador del Banco Central, para ocupar el cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), en sustitución del francés Dominique Strauss–Kahn, quien renunciara la semana pasada para enfrentar un juicio en Nueva York acusado de delitos sexuales.

El gobierno señala que la extensa trayectoria en el sector financiero de Agustín Carstens, tanto en México como a nivel internacional, “lo coloca como el candidato idóneo para ocupar el puesto de director gerente” del FMI, y que cuenta con los méritos necesarios para ello. El gobierno federal afirma que él “cumple ampliamente con las capacidades y con las calificaciones para dirigir una institución de la relevancia de Fondo Monetario Internacional. Previo a ocupar el cargo de gobernador del Banco de México el doctor Carstens se desempeñó como secretario de Hacienda y Crédito Público”. Agrega que “fue subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional. Su extensa trayectoria en el sector financiero tanto en México como a nivel internacional lo coloca como el candidato idóneo para ocupar el puesto de director gerente”.

Sin embargo, el desempeño del señor Carstens, como secretario de Hacienda, ante la crisis de 2008–2009, lo descalifican para llegar al puesto de director gerente del FMI. En la segunda quincena de septiembre de 2008, al manifestarse la crisis financiera en los Estados Unidos, él subestimó dicha crisis, diciendo que sería pasajera, y que ni siquiera ocasionaría un “catarrito” a la economía mexicana. La realidad económica mundial y nacional lo rebasó, ya que dicha crisis ha sido catalogada como la más severa después de la Gran Depresión de la década de los años 30 del siglo pasado, y la crisis mexicana de 2009, la más severa desde ese entonces también. A ello se suma que no instrumentó política contracíclica alguna en el país. No instrumentó política de déficit fiscal para expandir el mercado interno y así contrarrestar la fuerte caída de las exportaciones, como de las remesas y la inversión extranjera, para evitar la profundidad de la crisis. Tampoco al pasar a ser el gobernador del Banco Central instrumenta políticas a favor del crecimiento. En vez de reducir la tasa de interés para bajar el costo del crédito e impulsar el crecimiento de la inversión, mantiene un alto diferencial de tasas de interés en relación a las ofrecidas en los países desarrollados, para promover entrada de capital financiero especulativo que coloca a la economía nacional en un contexto de alta vulnerabilidad y fragilidad frente a cualquier shock externo que se presente en los mercados financieros internacionales. Él se ha opuesto a fijar controles a los movimientos de capitales, reflejando su posición ortodoxa aprendida en las instituciones donde estudió, y trabajó. Sus posiciones teóricas y prácticas contrastan con las de Dominque Strauss–Kahn (DSK), quien cuestionó las políticas de libre mercado que habían configurado la crisis, y ponían en entredicho el funcionamiento de dicha institución, lo que lo llevó a pronunciarse por los controles al movimiento de capitales y por la instrumentación de políticas keynesianas de gasto público deficitario para encarar la crisis, lo que evitó el mayor descrédito del FMI, y permitió que pasara a tener un papel protagónico para evitar la profundización de la recesión económica. El economista inglés Martín Wolf, escribió la semana pasada en el Financial Times de Londres que DSK “fue el hombre necesario, en el puesto adecuado, en el momento preciso”. Asimismo Joseph Stiglitz (Premio Nóbel de Economía) escribió antes del escándalo sexual del entonces director del FMI, que “un nuevo FMI ha surgido bajo el liderazgo de DSK”, en reconocimiento a sus posiciones heterodoxas que han contribuido a frenar la recesión económica mundial.

Si Agustín Carstens llegara a la dirección del FMI, sería la vuelta a la ortodoxia neoliberal que ha predominado por muchos años en dicha institución a favor del sector financiero. Impulsaría las políticas que ha aplicado en nuestro país, que solo favorece a los dueños del dinero, y que atentan sobre el sector productivo, y la generación de empleo, que nos ha hecho más dependientes de los flujos de capital, lo que impide instrumentar políticas a favor de lo nacional, y a tener que acentuar la extranjerización de la economía. Se requiere un FMI que atienda los reclamos de las grandes mayorías, y no de los banqueros, lo que no pasa por la mente del señor Carstens.

Fuente: La Jornada de Oriente

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