sábado, 23 de abril de 2011

Revela estudio que una reubicación dañaría el tejido social de los habitantes de Temacapulín


Señala que los adultos mayores serán los más afectados a nivel económico, social y emocional
JORGE COVARRUBIAS

La reubicación de los habitantes de Temacapulín al nuevo centro de población que edifica la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en el predio de Talicoyunque, una vez que esté construida la presa El Zapotillo conllevará serias repercusiones sociales, económicas, culturales y psicológicas que las autoridades no han dimensionado en lo absoluto.

Además del estrés postraumático y afectaciones a la salud de la población que revela un estudio de un equipo de investigadores de la Universidad de Guadalajara encabezado por el académico Jorge Gastón Gutiérrez, se encontró que el desplazamiento forzado de los habitantes dañaría el tejido social de la comunidad, sus formas de interactuar, las relaciones familiares y borraría del mapa sus tradiciones.

“La solidaridad y la cohesión existente podría desaparecer ya que los pobladores no le encontrarían sentido a organizarse o a ser solidarios entre ellos, puesto que no les funcionó para detener el proyecto de la presa, por lo que el individualismo y la competencia y el bienestar individual serían los valores que ellos tomarían más en cuenta y promoverían en las futuras generaciones, como consecuencia de una experiencia traumática a partir de la inundación de su pueblo, de sus casas y de sus muertos”, dice una de las conclusiones del estudio.

El documento completo –cuya copia obra en poder de La Jornada Jalisco y consta de 35 páginas– se presentó como prueba pericial en el juicio de amparo 204/2010, promovido por Alfonso Íñiguez Pérez, Anastasia Mejía González, Antonia Gutiérrez Gutiérrez y otros habitantes de la región para demostrar las afectaciones sociales, económicas, culturales y emocionales que ha traído consigo la construcción de la presa El Zapotillo al pueblo de Temacapulín.

“Uno de los aspectos más evidentes es la alteración emocional y el desequilibrio experimentado, acompañándose también por sufrimiento, angustia, tristeza, miedo, ansiedad, desmoralización y dificultades para afrontar la situación, llevando a la población a condiciones de vulnerabilidad emocional y física. En casos extremos esta situación permanente de estrés y preocupación se asocia a algunas muertes en la población. El grupo más afectado está representado por la población de adultos mayores, que es un grupo importante en la estructura de la población”, resalta el documento.

El estudio menciona que a partir de que la población se ha mantenido firme en no aceptar la reubicación de su pueblo, las relaciones intercomunitarias con las poblaciones vecinas se han visto afectadas ya que los perciben como conflictivos, y esto es evidente con la cabecera municipal de Cañadas de Obregón, con quienes han tenido una situación de confrontación ancestral.

“Éste es un factor muy importante en el proceso de reubicación ya que el terreno en donde se está construyendo el proyecto de reasentamiento para la comunidad de Temacapulín está muy cerca de Cañadas y esto viene a complicar dicha situación porque la población no desea irse de ahí”.

A lo largo del documento se revelan fragmentos de testimonios de los pobladores, quienes expresan su estado de ánimo, sus emociones, su arraigo a la tierra, y su incertidumbre de irse a un nuevo poblado.

“Yo mi familia la tengo chica, ellos ahí acostumbran a salirse a la plaza, irse al campo deportivo, jugar solos, no necesito de llevarlos, no necesito andarlos cuidando, ellos solitos van y vienen, no hay ningún peligro, al sacarlos de ahí es como llevarlos a prisión porque ellos están acostumbrados a estar libres. Si se sale uno de ahí, ya en ningún lado pueden estar libres como ahí, porque no digamos, vamos a Cañadas que está ahí a un paso ya de Temaca, ya no, ya no pueden tener la misma libertad, porque ya hay más peligros, ya se escucha hablar de pandillitas, ya se escucha hablar de… pues ya hay más autos, o sea ya es muy diferente, estando tan cerquitas los dos pueblos, ya es muy diferente uno de otro”, dice uno de los habitantes cuyo nombre es reservado.

Los pobladores, dice el diagnóstico, se cuestionan si sus casas quedarán con los mismos vecinos, si serán reubicadas con la misma organización que tienen ahora, lo que en perspectiva se aprecia difícil. La alteración en el tejido social afectaría las relaciones interpersonales y tendrían lugar los malos entendidos por la nula disposición de vivir en un lugar en donde no se desea y al que no se pertenece; los hijos ausentes tendrían menor interés en regresar al nuevo centro de población y ya no se organizarían para llevar a cabo actividades y obras en beneficio del pueblo como actualmente ocurre, porque no sería su tierra natal; algunas de las actividades que dan identidad a los lugareños dejarían de existir, tal es el caso de las Carreras de los Remedios que, organizadas cada año, no podrían realizarse ya que los lugares por donde se entabla el recorrido quedarían bajo el agua.

En el aspecto económico y laboral, el equipo de investigadores de la máxima casa de estudios, descubrió que la población comienza a percibir una sensación de inestabilidad e inseguridad económica, principalmente los adultos mayores, quienes desempeñan actividades económicas en el pueblo que les permiten subsistir, y al ser desplazados perderían su trabajo y sus fuentes de ingreso, lo que los haría sentirse como una carga para los demás, dejando de tener la autonomía que hasta hoy han mantenido.

El documento menciona que Temacapulín es un pueblo que se alimenta y sobrevive en mayor medida de los recursos naturales que le proporciona su territorio, y el entorno le ha permitido a la gente recolectar diferentes productos para el consumo personal, lo cual no será posible cuando sean reubicados en el sitio previsto, un predio seco y pedregoso donde no hay forma de sembrar o tener plantas que sirvan para alimentarse.

“Era común el trabajo en el campo, sembrar algunos productos en pequeños huertos para autoconsumo, así como criar y cuidar ganado bovino y porcino, y algunas aves, entre varios vecinos”, afirma el estudio.

Empleos a la baja

El equipo de investigadores refiere que la reubicación a un nuevo centro poblacional le generará a los habitantes la pérdida de una fuente de ingresos como lo son actualmente los balnearios de aguas termales, muy concurridos en fines de semana y periodos vacacionales. Además de que se verían obligados por primera vez en su vida a pagar por el agua para uso doméstico si los desplazaran a Talicoyunque, creando un gasto que antes era inexistente y perderían el acceso a las aguas termales, lo que implica que gastarían más combustible para calentar el agua para bañarse.

En general, precisan que los empleos han ido a la baja debido a que no hay una estabilidad territorial y económica. La gente ha vendido ganado, requiriéndose menos trabajadores, lo que significa menos empleo, y de concretarse la reubicación, la mayoría no podrá seguir trabajando en algo propio, sino que tendría que emplearse y trabajar para alguien más.

“Pero, buscar dónde y en qué trabajar es difícil para las personas que, desde pequeños, sólo saben trabajar las tierras y no saben hacer otra cosa, y no porque no se tenga la capacidad de reencontrar un modo de vida, sino porque para ellos es su forma de vivir”.

La construccción y mantenimiento de casas también se ha visto afectada, dicha fuente de trabajo se ha visto disminuida, casi paralizada como consecuencia de los planes de reubicación del pueblo. Los recursos para la dotación de servicios comunitarios se han comenzado a detener. El caso más reciente es el que se refiere a la gestión de una antena de telefonía celular que ha sido negada por el incierto destino de la población.

El estudio señala que el nuevo lugar de asentamiento implicaría para las familias entrar en una espiral de empobrecimiento toda vez que se les marginaría de sus actividades económicas, sociales y culturales. La pérdida de casa, espacios sociales y culturales los llevaría a la alienación y deprivación de estatus.

“Las actuales casas de los pobladores son grandes, amplias, cuentan con jardines, corrales, hortalizas, árboles, habitaciones, se guardan no sólo cosas materiales de valor sentimental incalculable sino también anécdotas, recuerdos, identidad y vida, que no tendrían forma de ser reubicados junto con los pobladores”, subraya el estudio.

Alerta que le tomaría años a la población el proceso de reubicación y, más aún, acostumbrarse y encontrar nuevas formas de interactuar. Los pocos que tengan los medios económicos buscarán un lugar diferente al designado y los que no puedan se quedarán ahí con una carga emocional de haber perdido a amigos y familiares. En el caso de las personas mayores, expone, sería casi imposible el adaptarse ya que son los que han tenido más tiempo de vivir en sus tierras, lo que les ocasionaría cuadros profundos de estrés y depresión que podrían derivar en problemas más complicados de salud o hasta la muerte.

Las nuevas generaciones compuestas por niños y adolescentes también se verán muy afectados, perdiendo un contexto que les da seguridad y tranquilidad ocasionando que pierdan identidad, arraigo, cultura y tradiciones con la tierra de sus antepasados.

Fuente: La Jornada de Guerrero

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